La élite china «pasa» de honrar a Mao

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA A CORUÑA / LA VOZ

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THOMAS PETER | REUTERS

Xi Jingping, cuyo padre fue encarcelado por el Gran Timonel, evita participar en el 40º. aniversario de su muerte

10 sep 2016 . Actualizado a las 10:17 h.

El recuerdo del Gran Timonel permanece indeleble en la memoria de los chinos, pero sus élites políticas eluden rememorarlo explícitamente. Mientras gran parte de China se echó a la calle para conmemorar el 40º. aniversario de la muerte de Mao Zedong, el presidente del país, Xi Jingping, evitó mencionarlo en todos sus discursos de ayer.

Y eso que hay muchos politólogos y expertos en la vida interior del Partido Comunista Chino que no han dudado en buscar coincidencias -la eliminación de colaboradores directos y posibles rivales con todo tipo de acusaciones, el culto a la personalidad...- entre Xi y el fundador del régimen comunista.

Pero poco tiene que ver la actual China con el país que tuvo que reconstruir Mao tras la Segunda Guerra Mundial. El hermético control de la información en China hace que aún hoy sea imposible saber cuántas personas murieron durante el «Gran salto adelante», el proceso de migración forzoso y la revolución productiva que propuso el Gran Timonel de la revolución comunista entre 1958 y 1961 y que se saldó con una gran hambruna que se saldó con más de 45 millones de muertos. Pese a esos recuerdos, Mao se ha convertido en un símbolo potente para la izquierda, que siente que tres décadas de reformas basadas en el mercado han ido demasiado lejos en China, al generar cierta desigualdad social en un país donde el número de millonarios vinculados al oficialismo se dispara. 

Víctima directa

Pero Xi tiene además otros motivos para sentirse muy lejano de Mao y sus postulados. En su casa se sufrió con especial dureza el fenómeno de la mal llamada Revolución Cultural, entre 1966 y 1976, que supuso el encarcelamiento, muerte o envío a campos de reeducación de millones de personas consideradas peligrosas para el régimen comunista. Entre esas víctimas figuraba el padre del propio presidente chino, que fue enviado al campo a vivir con los campesinos para «reeducarle» en sus valores prorrevolucionarios.

Mientras la élite política vivió la jornada con cierta frialdad y distancia, el pueblo llano se volcó en conmemorar al añorado líder, del que en la propia China se admite que cometió errores en un 30 % de sus decisiones. A pesar de ello, miles de chinos desfilaron ante la momia de Mao para rendir homenaje al fundador de la República Popular. Como todos los días, la muchedumbre se congregó ante el mausoleo ubicado en la plaza Tiananmen, en el centro de Pekín, el verdadero corazón político de China, con más de dos horas de espera bajo pleno sol para ingresar en el inmenso inmueble, antes de pasar durante algunos segundos junto a los restos del dictador, ataviado con su célebre atuendo gris.