La derecha intenta salvar su mayoría en el Congreso de una debacle de Trump

ADRIANA REY NUEVA YORK / E. LA VOZ

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FREDERIC J. BROWN | AFP

Hillary Clinton ha cambiado su estrategia para aprovechar la debilidad republicana

19 oct 2016 . Actualizado a las 08:45 h.

A 20 días de las elecciones presidenciales, los movimientos para contener la crisis generada por Donald Trump están registrando oscilaciones que evidencian el miedo republicano a una debacle. El temor ya no tanto a perder la Casa Blanca sino la mayoría en las Cámaras y especialmente el control del Senado.

Trump ha cambiado todos los planes y lo que aparentemente era seguro, ahora ya no lo es. Así, las encuestas registran giros importantes en los estados republicanos, aquellos donde históricamente la mayoría de población votaba en rojo. Buen ejemplo es Arizona. Allí, donde el republicano Mitt Romney ganó por cuatro puntos en 2012, ahora las cifras le dan a Hillary Clinton una ventaja de dos puntos. O Texas, donde John McCain arrasó por 12 puntos en 2008, Romney se lo llevó por 16 y ahora Trump tiene una ajustada ventaja de solo 3 puntos. La cúpula republicana está también preocupada por Alaska, otro territorio históricamente fiel y donde ahora los sondeos reflejan resultados cada vez más pobres. Qué decir de Utah, la tierra mormona que ha votado republicano desde 1968 y que ahora está dando guerra al partido.

Este panorama ha dado pie a una situación inédita y aprovechada por los demócratas, en la que una envalentonada campaña de Clinton incursiona en estos estados para intentar recuperar el control del Congreso. Hillary invertirá dos millones de dólares en varios actos, entre ellos uno en Phoenix de Michelle Obama.

El empuje demócrata ha obligado a los republicanos al contraataque y a construir un cortafuegos que salve sus dominios: 500.000 dólares en publicidad en Utah, 700.000 más en Arizona, además de seguir apuntalando distritos de tendencia conservadora en California, Colorado, Nueva York y Michigan. «Tengo toda la intención de mantener el embargo a Cuba», prometía ayer Paul Ryan, líder del Congreso, en un claro intento de salvar sus apoyos en Florida.

Ambas campañas saben que no es el momento de escatimar esfuerzos y más en un país donde el sistema electoral no es por voto popular directo, es decir, los ciudadanos no votan directamente al candidato, sino a los 538 compromisarios o electores que conforman el Colegio Electoral y que sí vota al futuro presidente. El ganador solo necesita el apoyo de 270 electores, da igual que tenga más apoyo popular (ocurrió con Al Gore que obtuvo más apoyo ciudadano pero ganó George W. Bush porque se llevó 271 votos electorales). Algo que también suele utilizar Trump cuando habla de «sistema amañado». «Le aconsejo al señor Trump que deje de lloriquear», le espetaba al respecto el presidente Obama. Horas antes y en la misma línea, el senador republicano Marco Rubio contradecía también al magnate zanjando que «no hay manipulación».

En paralelo y para desesperación demócrata, continúan las filtraciones de Wikileaks. Las últimas revelan que Clinton barajó como vicepresidentes a Tim Cook y Bill Gates, consejeros delegados de Apple y Microsoft respectivamente. Este asunto será uno de los tratados esta noche en el último duelo que enfrente a Trump y Clinton en Las Vegas. Allí tampoco faltarán las alusiones al escándalo sobre los comentarios soeces del republicano y causantes de una crisis sin precedentes en su campaña. Al respecto precisamente, se pronunció su esposa Melania Trump: «Solo fue una charla de chicos», concluyó la candidata a primera dama en una entrevista.