«Es un tirano que destruyó a su pueblo», clama la disidencia

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

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ADALBERTO ROQUE

«No hay motivos para alegrarse, pero tampoco para entristecerse», cree Carlos Payá

27 nov 2016 . Actualizado a las 09:00 h.

La oposición al régimen castrista recibió la noticia de la muerte de Fidel sin sobresaltos. Tanto desde dentro de Cuba como desde el exilio en España, la frase más repetida sobre el comandante que lideró la revolución cubana es que la transición democrática «no puede estar a expensas de un hecho biológico, ni seguir esperando a que pase otro hecho biológico», como verbaliza Carlos Payá, hermano de Oswaldo, el opositor muerto en un accidente de coche nunca esclarecido y que asegura que «no hay motivos para alegrarse por la muerte de Fidel Castro, pero tampoco para entristecerse por ella».

Desde La Habana, Beatriz Pérez Roque, del colectivo Damas de Blanco, tiene claro que nada va a cambiar. «Fidel lo dejó todo bien atado y su hermano Raúl ya lleva muchos años en el poder demostrando que no va a pasar de pequeños retoques», explica.

Pérez Roque, que tiene encima una pena de veinte años de privación de libertad por sus discrepancias con el régimen castrista, asegura que la imagen internacional de Fidel «no se corresponde con la realidad de un tirano que ha destruido a su pueblo con una dictadura en la que la gente va a la cárcel solo por pensar diferente». «No debe olvidarse que el supuesto héroe que acaba de fallecer es el mismo que colocó cien bombas contra su pueblo en una sola noche. O que fusiló a más de nueve mil personas nada más tomar el poder. O el que transmitió a África y a América Latina el odio y la guerra en el nombre de una mal llamada revolución», afirma esta disidente cubana.

En la misma línea se muestra Miriam Leiva, periodista que fue un alto cargo en la Oficina de Relaciones Exteriores de Cuba hasta 1992. «Entonces fui purgada porque me pidieron que me desmarcara de las opiniones críticas de mi ministro y me negué. Me echaron de mi trabajo y empezaron a perseguirme», indica.

Ella fue una de las fundadoras de las Damas de Blanco, organización de la que se desvinculó en el 2008. La muerte de Fidel Castro no la pilla por sorpresa, «porque ya se le veía muy deteriorado en las últimas comparecencias y sus últimos escritos ya estaban llenos de divagaciones». No ve probable que las calles se llenen de manifestantes en contra del líder de la revolución. «¿Protestar Cuba? Eso sería arriesgarse a recibir una paliza o acabar detenidos pronto. Aquí no hay ningún vacío de poder. Yo empecé a trabajar para la revolución muy ilusionada y acabé desengañada», añade antes de pedir «que el próximo gallego que mande en Cuba nos traiga progreso, bienestar y tranquilidad». «La solución democrática tiene que salir de nosotros los cubanos, con entendimiento y de forma pacífica».

Jordan Mariño, activista del Movimiento Social cristiano cuenta también que esta semana «se ha recrudecido la represión esta semana y te detienen por algo tan sencillo como entregarle a un diputado una propuesta de reforma de la ley electoral», según ratifica además Carlos Payá. «Lo que quieren vendernos, como decía mi hermano es un ‘cambio fraude’, que la apertura económica traerá democracia. Y eso es mentira», lamenta.