Cuba, llegó Trump, se fue Fidel y ahora, ¿qué?

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

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IVAN ALVARADO | Reuters

Desde que aquel mes de julio del 2006, unos divertículos hicieran acto de presencia en sus intestinos la noticia de la muerte del hijo mayor de un humilde emigrante gallego que durante más de medio siglo fue la pesadilla de la primera potencia mundial, era temida por unos y deseada por otros.

05 dic 2016 . Actualizado a las 07:34 h.

El Comandante Eterno, ya como jubilado, aún tuvo tiempo de vivir otros acontecimientos no menos históricos para el futuro de su revolución. El primero fue el comienzo del deshielo en las relaciones con su vecino más próximo y la llegada a la isla en visita oficial del presidente del gobierno del país que intentó eliminarlo físicamente, sin éxito, en 638 ocasiones, según reveló en su día el ex-analista de la CIA Brian Latell

El segundo, más preocupante, fue la irrupción en el panorama político mundial del ciclón Trump que no parece, al menos de entrada, dispuesto a normalizar las relaciones entre ambos países. 

Cabalgando con Fidel

 ¿Qué va a pasaren Cuba a partir de ahora? Después de su última gira por la isla -esta vez en coche fúnebre-, al ritmo de los sones de Cabalgando con Fidel, compuesta para la ocasión por Raúl Torres, sus restos ya reposan en el cementerio de los próceres de Santa Ifigenia, con su venerado José Martí, el magnate ronero Emilio Bacardí y el músico Compay Segundo, entre otros, como vecinos. 

Cuando concluya el luto oficial llegarán Papa Noel y los Reyes Magos para acaparar el protagonismo mediático y, a la vuelta de la esquina, el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca.  Para entonces todo, o buena parte, de lo dicho por este personaje sobre las relaciones entre ambos países quedará recluido en las videotecas y las hemerotecas, porque Cuba es una tentación demasiado seductora para miles de norteamericanos que no se resignarán a seguir viéndose privados de disfrutarla. De hecho, desde que se flexibilizaron los viajes a la isla tras la visita de Obama, la peregrinación de senadores, congresistas, gobernadores y artistas es constante. 

Por otra parte, el sistema norteamericano goza de recursos institucionales y paralegales suficientes como para frenar los desmanes de cualquiera de sus cargos públicos, incluido el presidente.  

En La Habana, las cosas están claras desde hace tiempo. El Raúl Castro, paradigma del pragmatismo, es plenamente consciente que la vaca chavista venezolana ya no está en condiciones de seguir dando leche, por más que se empeñe el granjero coyuntural Nicolás Maduro.

El actual presidente de los cubanos ya cayó en la cuenta hace tiempo de que la dinastía de los Castro no se puede perpetuar eternamente. A los vástagos les deja la vida resuelta, pero no en primera línea de fuego. 

Díaz-Canel, con Raúl Castro
Díaz-Canel, con Raúl Castro ENRIQUE DE LA OSA | Reuters

El ungido

 Parece que lo tiene todo atado y bien atado. Después de haberle echado el ojo a otros, como Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y Roberto Robaina, ya descartados por «mostrar señales inapropiadas de ambición» el ungido como como delfín ha sido Miguel María Díaz-Canel Bermúdez, un ingeniero electrónico y profesor universitario de 56 años que desde febrero de 2013 es primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC) desde 1997. Antes fue primer Secretario del PCC en las provincias de Villa Clara (1994-2003) y Holguín (2003-2009) y ministro de Educación Superior de 2009 a 2012. Es el primer dirigente cubano civil nacido después del triunfo de la revolución en 1959. 

A este nuevo rostro de la Cuba castrista algunos le encuentran un cierto parecido con el actor Richard Gere. Fue oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias pero se viste con jeans y chaquetas deportivas, no con uniforme militar. Lleva siempre una tableta encima y la usa: tiene cuenta en Facebook y en Twiter  y es un abierto partidario de ampliar el acceso de los cubanos a Internet.

Se le considera el principal pregonero dentro y fuera de la isla, de la construcción de un «socialismo próspero y sustentable» que viene a ser la traducción retórica de las reformas paulatinas del aparato económico y de las políticas sociales puestas en marcha por Raúl Castro desde 2008. 

El opositor Guillermo Fariñas, que fue compañero suyo en el equipo de baloncesto del colegio, lo define como «un hombre negociador que no tiene las manos manchadas de sangre y muy cercano a Raúl Castro». 

Indicios reformistas

Según el historiador Rafael Rojas, «lo que no lograron Robaina, Lage o Pérez Roque con Fidel lo ha conseguido Díaz-Canel con Raúl: abrir una línea de sucesión institucional para el poder cubano». 

Y añade: «si a esto se suma la disposición de otorgar rango constitucional a la permanencia en los cargos públicos durante solo dos quinquenios consecutivos -que en la práctica equivale a la reelección inmediata, no indefinida-, estaríamos en presencia de los primeros indicios de una reforma política en Cuba, que en pocos años podría modificar aspectos claves del funcionamiento del partido único y el Estado socialista».