Alemania busca a los cómplices del terrorista del camión de la muerte

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

El padre y el hermano de Adri, siguen negando que Anis sea un yihadista capaz de atentar.
El padre y el hermano de Adri, siguen negando que Anis sea un yihadista capaz de atentar. FETHI BELAID | AFP

Las escuchas de la policía revelan contactos con una docena de personas, entre ellas un residente en España

27 dic 2016 . Actualizado a las 07:39 h.

¿Puede un hombre solo cometer un atentado de gran envergadura en una capital europea, permanecer oculto a los ojos de las fuerzas de seguridad de al menos cuatro países igual de avanzados durante casi cien horas, y recorrer más de dos mil kilómetros sin ningún tipo de ayuda? Ese es el caso del tunecino Anis Amri, el terrorista que ocasionó doce muertos al embestir con un camión el mercadillo navideño de la Breitscheidplatz de Berlín y que evitó su captura durante cuatro días hasta ser localizado en un control rutinario en Milán por casualidad, como reconoció el propio jefe de policía de la ciudad.

Algo menos de mil cien kilómetros separan la capital germana de la ciudad lombarda. Pero Amri eligió un camino más enrevesado, según las huellas que los investigadores han ido encontrando estos días. Pasó por Renania, la región en la que se instaló al llegar a Alemania. De allí se trasladó más al sur, hasta la frontera con Bélgica, en donde hay constancia de su última conexión a Internet para borrar su perfil de Facebook. Hizo escala en Francia, donde mantuvo una conversación con un camionero en un área de servicio cerca de Limoges, y llegó a Lyon, donde compró dos billetes con dinero en efectivo para viajar, vía Chambery, hasta Milán, donde halló la muerte tras un tiroteo con una patrulla policial. De esa compra hay constancia merced a las cámaras de seguridad de la propia estación, como confirmaron ayer fuentes policiales francesas,

El gran misterio radica en esos dos billetes de tren que fueron hallados en uno de sus bolsillos tras caer abatido. ¿Quién iba a viajar -o viajó- con el terrorista tunecino? De momento, no han trascendido más que tres detenciones en Túnez. Un sobrino de Amri y dos amigos fueron apresados el sábado tras jurar lealtad al Estado Islámico. Pero ellos estaban lejos del terrorista que causó doce muertos en Berlín.

Ayuda internacional

Los servicios de seguridad de Alemania han pedido ayuda a los de Francia, Bélgica e Italia. Y, aunque en un primer momento se descartó cualquier posible vinculación del tunecino con España, fuentes de la investigación han confirmado que una de sus últimas llamadas fue a un teléfono domiciliado en España, del que no han trascendido datos. Según las mismas fuentes, no se descarta el uso de mensajes cifrados a través de canales no habituales de las redes sociales o Internet profundo. «¿Tenemos incrustada una red de yihadistas que trabaja para apoyar las acciones de los llamados lobos solitarios y darles soporte logístico?», se preguntaban ayer las autoridades alemanas a la hora de reclamar la ayuda ciudadana para recabar cuanto antes todos los datos posibles sobre el tunecino.

La policía germana también busca al autor de la grabación en la que Anis Amri jura lealtad al Estado Islámico en un puente sobre un río. Y trata de aclarar el origen del dinero en efectivo -varios cientos de euros- que el tunecino tenía en su poder en el momento de ser interceptado en Italia y que parecen fuera del alcance del bolsillo de un refugiado sin ingresos reconocidos.

La deportación a Túnez

Los investigadores alemanes mantienen un pétreo silencio sobre sus avances para desmadejar el ovillo de posibles cómplices en el ataque terrorista de Berlín. Pero la batalla política no ha decrecido en intensidad. Ayer se confirmó que Túnez había remitido a Alemania los papeles en los que aceptaba la deportación de Anis Amri dos días antes del ataque al mercadillo navideño. «Túnez ha cumplido absolutamente con el procedimiento de deportación de acuerdo con las normas diplomáticas», dijeron fuentes del Gobierno magrebí. El país norteafricano reaccionó así a la presión de Alemania, que solicitó deportaciones más rápidas y a mayor escala.