Trump declara la guerra a las principales ciudades demócratas

ADRIANA REY NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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Firma la construcción del muro y avisa a sus vecinos de que «lo pagarán de una forma u otra»

26 ene 2017 . Actualizado a las 12:42 h.

«¡Desde hoy, Estados Unidos recupera el control de sus fronteras!», dijo Donald Trump entre aplausos desde el Departamento de Seguridad Nacional, la instancia que se encarga de la puesta en práctica de las políticas de control migratorio y de las fronteras. Minutos antes, el presidente de EE.UU. había firmado las primeras órdenes ejecutivas que dieron forma a sus promesas de mano dura contra la inmigración ilegal. Ello supone consumar una de sus grandes promesas electorales, pero también una declaración de guerra contra México, el principal damnificado.

Trump nunca fue de farol a pesar de su grotesca puesta en escena. Desde que presentó su candidatura hace 18 meses, el muro con México fue su gran consigna. «¡Construye el muro!», le pedían a gritos cientos de personas en sus mítines. «Hemos estado hablando de esto desde el principio, esto es seguridad fronteriza», dijo mientras rubricaba el documento que ordenaba la construcción de la barrera en la frontera sur con México. «Vamos a sacar a los malos y John Kelly liderará ese camino», aseguró del nuevo secretario de Seguridad Nacional.

Ayer, el hombre que prometió en campaña «ley y orden» dio el primer paso: «Salvaremos millones de vidas», justificó antes de recordar cada una de las historias de las conocidas como madres ángeles (familiares de personas que fueron asesinadas por inmigrantes ilegales). «Sus hijos no murieron en vano», dijo el neoyorquino tras prometer un despliegue de 5.000 policías migratorios más y más centros de detención que garantizarán un aumento de las deportaciones.

El presidente confirmó que la construcción arrancará «en unos meses» y que «México la pagará al 100 % de una manera u otra», aunque los estadounidenses tendrán que hacer el primer desembolso. Por ello, el mandatario necesita que el Congreso apruebe una partida de fondos extra, que proporcione los más de 15.000 millones de dólares necesarios para el proyecto. Podría conseguirlo recuperando una ley firmada por el presidente George W. Bush en el 2006, en la que ya se autorizaba la construcción de una «barrera física».

«Lo que estoy haciendo es bueno para EE.UU. y también va a ser bueno para México», alegó Trump. El anuncio del presidente fue interpretado por varios medios como una burla al país vecino, ya que la firma coincidió con la visita a Washington del ministro de Exteriores mexicano, Luis Videgaray, y se produce a una semana de que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, pise la Casa Blanca. Diversas informaciones apuntan a que el mandatario mexicano está considerando anular su visita a EE.UU., donde el 52 % de los 11 millones de indocumentados son mexicanos.

Contra las urbes santuario

En su discurso, Trump hizo una peligrosa equivalencia entre criminalidad e inmigración, muy cuestionada por los alcaldes de las conocidas como ciudades santuario, a los que ayer el neoyorquino también declaró la guerra con su segunda orden ejecutiva: un decreto que amenaza con suprimir fondos federales a todas las urbes que se nieguen a dar información sobre el estatus migratorio de sus residentes.

El golpe de Trump en la mesa llega después de que desde Nueva York, Washington, Los Ángeles, Seattle o Chicago reiterasen sus intenciones de proteger a sus vecinos de deportaciones masivas. «El presidente prefiere satanizar a la comunidad latina y fomentar el miedo sobre una amenaza que no existe», lamentó Catherine Cortez, senadora por Nevada y primera hispana en llegar a la Cámara alta.

La nueva amenaza de Trump vino precedida de otra: «Si Chicago no arregla su carnicería, 228 tiroteos en lo que va del 2017 con 42 muertos [un 24 % más que en el 2016], ¡enviaré a las fuerzas federales!», advirtió sin complejos el republicano. «Necesitamos un plan, no una amenaza», le recriminó el famoso activista Jesse Jackson. La violencia en Chicago alcanzó niveles récord. El año pasado se registraron 745 homicidios, un 56 % más que en el 2015.

Las medidas restrictivas afectan a una decena de países conflictivos

Trump firmará a finales de esta semana una orden ejecutiva que restrinja la entrada de ciudadanos de países relacionados con el terrorismo yihadista. Según varios medios estadounidenses, el borrador contempla la paralización del programa de acogida de refugiados y la prohibición durante 30 días de la emisión de visados a cualquier ciudadano que proceda de siete países considerados peligrosos y de mayoría musulmana: Irak, Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen. «Tienen predisposición a hacernos daño», justificó la medida el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.