Turismo solidario por las islas griegas

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

ACTUALIDAD

TONY KARUMBA | AFP

Las islas del Egeo soportan en solitario la crisis migratoria con su fuente de ingresos cegada

10 feb 2017 . Actualizado a las 08:00 h.

«Si algo hemos sacado en claro en Grecia es que la crisis migratoria no lo puede solucionar un país en solitario». El recordatorio lo deslizó ayer en la Eurocámara el ministro suplente de Exteriores heleno, Giorgos Katrougalos. A pesar de las reiteradas llamadas de auxilio, su país sigue lidiando de forma aislada con una crisis de envergadura europea.

La realidad es obstinada. Un año y medio después de que los 28 acordasen echar una mano a Grecia para gestionar la avalancha de miles de solicitudes de asilo, son las islas helenas las que están soportando la mayor parte de la carga de trabajo. Pequeños archipiélagos del Egeo se han visto reconvertidos, como dice Katrougalos, en auténticas «cajas negras» en las que tratan de sobrevivir más de 12.000 migrantes atrapados tras una barrera invisible que les separa del Viejo Continente.

La prioridad para ellos es sobrevivir al rigor del frío con la única ayuda de unas frágiles tiendas de campaña y viejas mantas. La ayuda de la población local, que se encuentra en una situación desesperada, apenas les puede dispensar una acogida digna. «Ahora mismo hay un desastre total en Grecia. A la crisis económica se suma la crisis migratoria. Obviamente los lugares donde los acogemos no son los que les queremos ofrecer, pero otros países más ricos y grandes tampoco lo han hecho mejor. Miren la Jungla de Calais», aseguró con frustración Katrougalos, para quien el acuerdo con Turquía, aunque «nefasto», es «necesario» porque la UE «ha fracasado». 

Los habitantes de islas como Lesbos o Kios siguen dispuestos a formar parte del frente de batalla, pero empiezan a notar la fatiga de un año y medio de caos, presión y sobre todo, críticas. Les llueven en todos los frentes cada vez que en los medio se reproducen las imágenes de campamentos reconvertidos en centros de detención de inmigrantes. Sus representantes locales aseguran que no tienen alternativa. Los 27 han cerrado sus fronteras y se niegan a colaborar en la reubicación de refugiados desde Grecia a pesar de los acuerdos firmados. Solo han aliviado el 7% del peso total al que se habían comprometido (160.000 asilados).

Al drama humano se suma el socioeconómico. Los turistas están abandonado las islas. «No podemos recuperar a los turistas europeos. Nos evitan pensando que ahora se han convertido en guetos de refugiados. El daño no es el flujo migratorio sino la publicidad negativa», denunció María Nikolara, representante de la isla de Lesbos, quien sugirió la puesta en marcha de una red de turismo solidario para apoyar la economía de estas localidades que han perdido en el último año hasta un 60% de la afluencia turística. Tampoco tienen capacidad para poder absorberlos en el mercado laboral. Sus tasa de desempleo está por las nubes. «Ya nos gustaría poder ayudar a todos los desempleados a encontrar trabajo. Ni siquiera tenemos funcionarios suficientes», insiste el alcalde de Vironas, Katopodis Grigorios.

Mientras los griegos batallan en solitario al sur de la UE, alemanes y suecos se felicitan por lo bien que han organizado el reparto interno de los refugiados que lograron llegar cuando la canciller Angela Merkel abrió en plena oleada migratoria las puertas del norte. «Los alemanes somos muy organizados, no aplicamos el principio de aleatoriedad. Se determina la clave de reparto que le toca a cada ciudad por población y capacidad económica», explicó Sebastian, uno de los representantes del Estado de Brandemburgo. Todo lo contrario que en Francia donde el Gobierno de François Hollande traslada a los refugiados a aquellos municipios donde gobierna la izquierda y sabe que tienen mejor acogida.

¿Qué pasa con España? Los representantes griegos quedaron perplejos al escuchar las intervenciones de algunos representantes gallegos que acudieron a la Eurocámara acompañados de la eurodiputada Lidia Senra. «Gustaríame falar da experiencia do noso concello, pero non podo porque non temos nin un só refuxiado acollido», aseguró a modo de crítica el concelleiro de Toén, Carlos Lorenzo.