May da un portazo a un segundo referendo escocés

Rita A. Tudela LONDRES / E. LA VOZ

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RUSSELL CHEYNE | afp

«Tenía la impresión de que venía a ofrecer algo, en el sentido de nuevos poderes, pero no fue el caso», afirmó Sturgeon

28 mar 2017 . Actualizado a las 18:47 h.

A dos días de la activación del brexit, Theresa May dio un portazo al deseo de la nacionalista Nicola Sturgeon de convocar un segundo referendo además de asegurarle que Europa continuará siendo «la mejor amiga y aliada» del Reino Unido. El objetivo: evitar un segundo referendo independentista.

Durante una hora se reunieron en un hotel de Glasgow. Era su primer cara a cara desde que la líder del Partido Nacional Escocés (SNP) anunciase su intención de pedir a Londres la celebración del plebiscito, y un día antes de que el Parlamento de Holyrood vote la moción para dar al Gobierno autónomo ese mandato.

La primera ministra repitió una vez más que no es el momento de una consulta independentista en Escocia e hizo un llamamiento a cerrar filas ante la activación del brexit. «Mi posición es muy simple y no ha cambiado», repitió May. En su opinión, es el momento de «aunar esfuerzos y no estar separados».

La líder del SNP dijo que el encuentro fue cordial, pero que May no cedió en su posición. «Tenía la impresión de que venía a ofrecer algo, pero no fue el caso», dijo la líder nacionalista a la cadena BBC. «No hubo ninguna garantía de que las competencias, cuando sean devueltas de Bruselas, no acabarán centralizadas en Westminster», afirmó.

La primera ministra escocesa quería debatir con May qué poderes se podrían transferir desde Bruselas hacia el Gobierno escocés después del brexit, pero dijo que no «hubo voluntad» de iniciar conversaciones.

Sturgeon cree que May está «absolutamente convencida» de cómo llevar a cabo el brexit, renunciando al mercado común, pese a que los escoceses quieren seguir en él. Además, cree que no tiene «un argumento racional» para rechazar el referendo propuesto para celebrar entre otoño del 2018 y la primavera del 2019. Por el contrario, May cree que durante ese período sería «injusto» para los votantes pues no tendrían toda la información necesaria para hacer una elección.

Indignación

Sturgeon considera la respuesta de Londres ante la consulta na «indignación democrática», a lo que May le respondió alegando que «nunca permitirá» que la Unión sea más y más débil o que el pueblo británico se separe, por lo que reconoce que está decidida a poner esos intereses en el centro de su toma de decisiones.

Angus Robertson, líder del SNP en Westminster, acusó a la primera ministra de perseguir un «pequeño Reino Unido» con el brexit, pero May insiste en que son un «gran país» que está salvando vidas en todo el mundo. En esa línea, añade como Londres seguirá siendo «el mejor amigo y aliado de Europa, pero también un país que busca establecer relaciones con viejos amigos y nuevos aliados por igual».

En el caso de Pete Wishart, uno de los diputados más antiguos del SNP y líder de este partido en los Comunes, May ha dicho un «no al referendo ahora», pero pide saber cuándo se compromete a que suceda. «Creo que en algún momento el Gobierno británico tiene que responder a lo que ha sucedido en Escocia», añadió.

Londres evita suspender la autonomía de Irlanda del Norte y da más tiempo a los partidos

Irlanda del Norte entrará en el inicio de la negociación del brexit sin un Ejecutivo autonómico que represente sus intereses. El plazo para que unionistas y republicanos formasen Gobierno llegó a su fin, pero el ministro británico para Irlanda del Norte, James Brokenshire, anunció que dará dos semanas más para que continúen las negociaciones entre ambos partidos.

Ante la falta de acuerdo, correspondía al Gobierno de Londre elegir entre ampliar el plazo de negociación, celebrar nuevas elecciones o suspender la autonomía. «No hay apetito por nuevas elecciones», alegó Brokenshire en una breve comparecencia en Londres, en la que apeló al deseo abrumador entre los partidos y los norirlandeses para que se consiga «un Gobierno fuerte y estable descentralizado».

El Partido Demócrata Unionista (DUP) y el Sinn Féin se echaron mutuamente la culpa del fracaso de las negociaciones. Michelle O’Neill, líder del Sinn Féin, acusó al DUP de no tener «la actitud correcta» frente a asuntos de «cultura e identidad». Y Arlene Foster, líder del DUP, acusó a los republicanos de sostener una postura «inflexible» en las conversaciones. La dimisión de Martin McGuinness precipitó la caída del complejo Gobierno establecidos en el acuerdo paz.