La caída de Comey provoca un escándalo

ADRIANA REY NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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SHAWN THEW | efe

El director del FBI había pedido más fondos para investigar la relación de Trump con Rusia

11 may 2017 . Actualizado a las 07:37 h.

Donald Trump fulminó a James Comey como director del FBI días después de que este pidiese más dinero y recursos al Departamento de Justicia, para la investigación que trata de determinar si hubo colaboración entre la campaña republicana y el Gobierno ruso. Según varias fuentes, Comey hizo la solicitud al número dos de Justicia, el fiscal Rod J. Rosenstein, uno de los que recomendó su cese.

Esta petición de fondos y personal sigue sin ser una evidencia que lleve a decir que Comey fue despedido por esto, pero sí genera muchas dudas dentro del Congreso sobre la posibilidad de que Trump esté intentando interferir en la investigación sobre sus vínculos con Rusia. Tras el shock y la sorpresa, Washington sigue siendo un hervidero de rumores que rememoran la masacre del sábado noche de Richard Nixon.

¿Quién es James Comey?

Es un jurista republicano inmerso desde hace tres décadas en los poderosos círculos políticos y judiciales. Comey fue nombrado director del FBI por Obama, quien se apoyó en su reconocida carrera desempeñada como fiscal federal de Nueva York y subsecretario de Justicia durante el gobierno de George W. Bush. La independencia mostrada entonces fue suficiente para convencer a Obama y también para que Trump le pidiese que continuase con sus funciones.

Sin embargo, lleva en el punto de mira desde que el pasado 28 de octubre del 2016, a once días de las elecciones, desatase una tormenta política al reabrir la investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton. Muchos son los que hablan del «efecto Comey» para referirse a la posibilidad de que su decisión ayudó a ganar a Trump.

El exdirector del Buró ya estuvo antes vinculado a la polémica, por ejemplo en el 2004, cuando se opuso a un programa de escuchas que Bush quería implantar. Su nombre también resonó tras procesar por estafa a la presentadora Martha Steward, a un miembro del clan de los Gambino e investigar por fraude a varias firmas de Wall Street.

¿Por qué lo echan ahora?

Oficialmente, su despido es consecuencia de los errores cometidos en su investigación por los correos de Clinton. «No estaba haciendo un buen trabajo», justificó Trump. Horas antes del cese, el FBI había enviado una carta al Senado corrigiendo la declaración de su jefe la semana pasada. En ella, Comey había exagerado los datos con los que justificó su decisión de alertar al Congreso sobre la reapertura de la investigación contra Clinton. No hubo «cientos y miles» de correos enviados por su mano derecha, Huma Abedin, sino «un pequeño número». Tras el desmentido, Trump aseguró que era necesario «restaurar la confianza» en el Buró.

¿Qué dicen los medios y los partidos del despido?

La gran mayoría de medios y el Partido Demócrata, coinciden en alertar sobre la huella rusa. Comey llevaba mucho tiempo siendo un personaje incómodo para la Administración, principalmente desde que recayó en el FBI la investigación sobre la supuesta injerencia del Kremlin en las elecciones. Trump se dio cuenta de lo molesto que podría llegar a resultarle el día que Comey contradijo sus acusaciones sobre las supuestas escuchas ordenadas por Obama y confirmó que el FBI estaba investigando si miembros de su campaña conspiraron con Rusia. Según Político, Trump «estaba furioso» porque el asunto continuaba siendo objeto de investigación no solo del FBI, sino también del Departamento de Justicia y varias comisiones en el Capitolio, incluyendo los comités de Inteligencia del Congreso y Senado, que tienen jurisdicción sobre 17 agencias de inteligencia de la nación.

Medios como The New York Times sostienen que Comey fue despedido porque su información «podría derribar al presidente» y otros, como NBC, han pedido al Partido Republicano que se levante contra Trump: «No le debéis nada», dijo Joe Scarborough. Despedir a Comey ha sido el movimiento más impredecible, pero también puede resultar el más peligroso. Para los demócratas, el despido es una tapadera para ocultar las relaciones entre Trump y el Kremlin. Republicanos como John McCain ya presionan para que un fiscal independiente investigue los lazos rusos.

¿Cuáles son los indicios contrastados?

Además del hackeo ruso al Partido Demócrata, en los últimos meses se han confirmado los negocios que varios exasesores de Trump mantuvieron con el Kremlin. Uno de ellos fue el ex jefe de campaña, Paul Manafort, que dimitió tras salir a la luz sus lazos. El exasesor de Seguridad Michael Flynn también fue destituido por mentir sobre sus contactos con el embajador ruso Kislyak. El fiscal general, Jeff Sessions, también tuvo que inhibirse de las investigaciones tras ocultar sus reuniones con el diplomático.

¿Es habitual que se despida a un director del FBI?

No. Solo ocurrió una vez bajo el mandato de Bill Clinton y después de que se demostrase que William Sessions había usado dinero público para fines privados. Lo inusual del despido de Comey ha resucitado el fantasma de la «masacre del sábado noche» del 20 de octubre de 1973, cuando el presidente Richard Nixon fulminó al fiscal que investigaba el caso Watergate. Las consecuencias del despido de Comey podrían ser nefastas para una Administración a la que ahora muchos acusan de haber asestado un grave golpe a la democracia.

¿Hay polémica por la forma de la destitución?

Por supuesto, porque el despido ocurrió de la manera menos profesional posible. Comey se enteró de su cese cuando lo vio en televisión y mientras estaba en la oficina de Los Ángeles. La carta de despido llegó minutos después a la sede principal de la agencia en Washington. La fórmula fue afeada por todos, demócratas y republicanos. «Trump es un cobarde. Si vas a despedir a alguien con experiencia, al menos coge el maldito teléfono», cargó el exmiembro de la CIA, Philip Mudd.

¿Quién asumirá el cargo?

Ya hay cuatro aspirantes: el exjefe de policía de Nueva York Ray Kelly, el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, el polémico sheriff de Milwaukee David Clarke, y Trey Growdy, el republicano que lideró el comité a Clinton tras los atentados en Bengasi.

«¿Fue despedido? Están bromeando», dijo el ruso Lavrov

Como si de un guión de House of Cards se tratase y apenas 12 horas después del despido de James Comey, Trump se reunió en la Casa Blanca con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov y su polémico embajador, Sergey Kislyak. Entre gestos cómplices recogidos en la documentación gráfica, destacaron las palabras posteriores de Lavrov calificando de «invenciones» las informaciones que hablan de la injerencia rusa en los comicios de EE.UU. «¿Fue despedido (Comey)? ¡Están bromeando!», ironizó Lavrov sobre el cese.

Al margen de esta nueva sacudida al equilibrio de poderes, el presidente pidió la colaboración del Kremlin para poner fin al conflicto sirio. Tras este encuentro, Trump se reunió con Henry Kissinger, exsecretario de Estado durante el gobierno de Nixon, algo que disparó las mofas entre aquellos que comparan el Rusiagate con el Watergate.

El presidente turco pide que EE.UU. no arme a las milicias kurdas

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó de un error el suministro de armas anunciado por Estados Unidos a las milicias kurdo-sirias Unidades de Protección Popular y pidió a Washington que dé marcha atrás en su decisión. «Me gustaría prescindir de este error lo antes posible» antes de viajar a Estados Unidos, dijo Erdogan.