Duterte intenta ignorar a los yihadistas

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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Familiares de las víctimas del asalto en el complejo hotelero de Manila
Familiares de las víctimas del asalto en el complejo hotelero de Manila RODY | afp

El Gobierno filipino insiste en negar que el ataque al hotel fue una acción islamista

03 jun 2017 . Actualizado a las 09:41 h.

Rodrigo Duterte no quiere ni oír hablar de que el Estado Islámico ponga en duda la seguridad impuesta a sangre y fuego -y sin tener en cuenta los derechos humanos- en Filipinas desde su llegada a la presidencia hace un año. Intentando ignorar la amenaza yihadista y descartando cualquier relación con los combates que libra contra un grupo islamista afín al Estado Islámico en Mindanao, el Gobierno insistía ayer en que el autor del ataque de la noche anterior a un complejo hotelero en Manila es solo un desequilibrado cuyo único móvil era el robo.

Treinta y siete cadáveres fueron recuperados del hotel tras el ataque de la medianoche del jueves a manos de un hombre armado. Aunque la policía descartó de madrugada que se trate de un ataque terrorista, el Estado Islámico reivindicó ayer por segunda vez la acción e identificó al asaltante como «el hermano Abu al Jair al Arjabili». El sospechoso disparó con un rifle M4 contra televisores y pantallas, pero no contra las personas, y luego prendió fuego a las mesas de juego del casino del Resorts World Manila. Aunque la versión oficial insiste en que se trata de un robo, el modus operandi no es el habitual en un delincuente común.

Los informes de la policía fueron contradictorios desde el principio. Primero informó que no había víctimas, ni siquiera heridos, pese a los disparos que se escucharon fuera del complejo hotelero y las llamas que sobresalían por la azotea. 36 huéspedes y empleados murieron asfixiados por el humo y no presentan heridas de bala. Los cadáveres fueron descubiertos varias horas después cuando se pudo acceder al casino. Además, hay más de 50 heridos.

De madrugada, la policía anunció que había abatido al asaltante. Ayer la versión era otra, y un tanto rocambolesca: se inmoló a lo bonzo y además se pegó un tiro. «Creemos que se roció el cuerpo con gasolina, se envolvió con una manta y se prendió fuego. Después se disparó en la cabeza antes de arder completamente», explicó a la prensa el jefe de Policía de Manila, Oscar Albayalde. «No podemos relacionar el incidente con terrorismo. Él no disparó a nadie», argumentó. «Es obra de un desequilibrado. Puede que fuera un adicto al juego que perdió todo su dinero y se volvió loco», añadió. Según los agentes, en su mochila había fichas de juego robadas por valor de dos millones de euros.

Albayalde describió al atacante como «blanco, grande y gordo» y apuntó a que era un extranjero de etnia caucásica. Sin embargo, el nombre de guerra que da el EI apunta a una persona nacida en Filipinas: el alias de al Arjabili (el Archipiélago) hace referencia a su lugar de origen. Además, según Rita Katz, directora de SITE (organismo que vigila a los yihadistas en Internet), la primera reivindicación, que fue realizada a través de Twitter, procedía de Marawi, ciudad de la isla de Mindanao.

Duterte impuso hace once días la ley marcial en toda la isla de Mindanao tras el estallido de los combates en Marawi contra el grupo Maute, integrado por antiguos guerrilleros del Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), que lucha desde hace décadas por la independencia de esta zona musulmana, y a los que se habrían sumado decenas combatientes extranjeros adoctrinados por el Estado Islámico.

Situación en Marawi

El Ejército filipino no consigue doblegar a los yihadistas pese a los bombardeos incesantes. Los combates permanecían ayer estancados en el río Agus, que separa la zona centro de Marawi, tras once días de batalla. El general que encabeza la ofensiva fue relevado ayer de su cargo, después de que «fuego amigo» matara diez soldados, un nuevo revés para el Ejército.

Las consecuencias sobre los civiles son atroces. Los datos oficiosos hablan de más de 180 muertos y 100.000 evacuados. La Cruz Roja cifra entre «cientos o miles» el número de cadáveres que podría acumularse en la zona, informa Efe. Además, los islamistas retienen a varias decenas de civiles.