Los socialdemócratas alemanes se distancian más que nunca de Merkel

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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SASCHA SCHUERMANN | Afp

El SPD vira ligeramente a la izquierda y lanza dardos a su rival, a la vez socio de Gobierno

26 jun 2017 . Actualizado a las 07:49 h.

El que no arriesga no gana. Eso debió pensar ayer Martin Schulz, el líder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Es consciente de que en lo que va de año ha perdido tres comicios regionales, incluidos los de su bastión, el land de Renania del Norte-Westfalia, y de que según los sondeos parte con clara desventaja frente a su rival, Angela Merkel, para las elecciones generales del 24 de septiembre. Los socialistas germanos ya no tienen nada que perder, y lo saben. Por eso, han optado por cerrar filas y distanciarse como nunca antes de su socio en el Gobierno de la gran coalición: la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la poderosa canciller. 

A falta de tres meses para esa cita, el SPD aprovechó su congreso para iniciar un leve viraje a la izquierda, de la mano de un programa que recupera los clásicos temas socialistas, como el alivio fiscal para los contribuyentes con ingresos bajos y medios o el aumento de la inversión pública. «Las espaldas más fuertes deben soportar una mayor carga», defendió un Schulz eufórico y ataviado con corbata roja ante los cerca de 600 delegados y 6.000 simpatizantes reunidos en la ciudad de Dortmund.

Detrás está un decálogo de medidas titulado Mayor justicia social que recibió el visto bueno sin un solo voto en contra. Apuesta por equiparar los salarios de las mujeres y legalizar el matrimonio homosexual, algo que ha llegado a imponer como requisito para reeditar su alianza con la CDU, que se resiste a aprobarlo desde hace años. Eso sí, los socialdemócratas no pueden ignorar el giro a la derecha que ha dado la población alemana, sobre todo desde que estalló la crisis migratoria en el 2015. De ahí que, en la casi hora y media que duró su discurso, Schulz apenas mencionara la acogida de refugiados ni la amenaza que supone el terrorismo yihadista

Lo que no faltaron fueron los dardos, de una virulencia inusual, contra la canciller alemana, a la que el expresidente del Parlamento Europeo tachó incluso de «ataque a la democracia». Schulz criticó la «arrogancia del poder» y la falta de programa de la CDU, partido al que acusa de impulsar una política europea más centrada en lo económico que en los valores. No obstante, también arremetió contra los gobiernos antidemocráticos de Erdogan en Turquía, y de Donald Trump en Estados Unidos, así como contra los regímenes autoritarios de Polonia y Hungría.

Una de las prioridades de los socialdemócratas será el relanzamiento del proyecto comunitario junto al presidente francés, el liberal Macron, insistió Schulz, al tiempo que calificó a la ultraderechista AfD de formación «neonazi light» que no tiene lugar en «la Alemania moderna». 

A 15 puntos de la canciller

Al líder del SPD ese discurso sin pelos en la lengua le fue recompensado por su auditorio con una larga ovación. Pero todo esfuerzo es poco, teniendo en cuenta que su único objetivo era insuflar de ánimos a sus correligionarios, pese a que la última encuesta les concede el 24 % de los sufragios, frente al 39 % de los cristianodemócratas.

«Aún no está nada decidido. Todavía tenemos tiempo por delante para darle la vuelta a la situación», instó en la misma línea el excanciller Gerhard Schröder, recordando la remontada que protagonizó en la recta final de las elecciones del 2005. Unos comicios que, sin embargo, terminó perdiendo ante una Merkel por entonces casi desconocida fuera de las fronteras alemanas. «¡Venceremos!», increpó en español el exmandatario socialista que pagó cara su polémica Agenda 2010, con la que redujo la tasa de desempleo a cambio de precarización laboral y de sembrar la división en el SPD.

La aprobación del matrimonio entre homosexuales, condición indispensable para reeditar la gran coalición

«Estamos listos para la lucha», aseguraba el secretario general del partido, Hubertus Heil, después de finalizar la votación del programa con el que el SPD quiere reconquistar al electorado a tres meses de las generales. Un catálogo que contempla una reforma tributaria destinada a descargar a los hogares con ingresos bajos y medios de uno de los países europeos con mayor presión fiscal. A partir del 2020 los contribuyentes que ganen menos de 52.000 euros anuales dejarán de tener que pagar el impuesto de solidaridad, una tasa del 5,5 % obligatoria para todos los alemanes que fue creada para compensar a los estados federados del Este tras la reunificación. El plan es que ese gravamen desparezca por completo en los años posteriores. Las juventudes y el ala izquierdista del partido defendían un impuesto para los más ricos, una idea que ha sido finalmente descartada.

Lo que está claro es el asunto del matrimonio entre homosexuales: Schulz aseguró que no entrará en ninguna coalición tras los comicios que no se comprometa a aprobarlo: «No firmaré ningún acuerdo en el que no esté incluido esto».

Asimismo, Schulz y los suyos insisten en usar el superávit presupuestario para aumentar las inversiones públicas en infraestructuras y servicios, así como en Investigación y Desarrollo, campo al que se comprometen a destinar el 3,5 % del PIB antes del 2025. Fundamentalmente apuestan por mantener las pensiones y promover la educación obligatoria desde la guardería hasta la universidad, además de ampliar los subsidios a las familias y los desempleados.

Los socialistas alemanes hablan de crear 15.000 nuevos puestos de policía y de elevar el gasto en Defensa para modernizar el anticuado Ejército del país, aunque sin llegar al 2 % del PIB como exige Estados Unidos.

El programa de Gobierno plantea un endurecimiento de la ley para los inmigrantes económicos, así como paralizar las deportaciones masivas de refugiados a Afganistán, un punto en el que tampoco había consenso, ya que Schulz era partidario de vetar las expatriaciones a países en conflicto en general.