La corrupción de la Lava Jato también pagó la compra de los Juegos de Río

Miguel Piñeiro Rodríguez
MIGUEL PIÑEIRO BRASILIA / CORRESPONSAL

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Empresarios brasileños pagaron dos millones al expresidente de la IAFF por su voto

06 sep 2017 . Actualizado a las 07:51 h.

Los tentáculos interminables de la Lava Jato, la macrooperación contra la corrupción que afecta a todos los ámbitos de la vida política de Brasil, llega también al deporte. El presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB), Carlos Nuzman, fue detenido en su casa de Río de Janeiro, en el marco de una investigación conjunta de la policía brasileña y la francesa. De fondo, la supuesta compra de votos para la elección de la ciudad carioca como sede de los Juegos Olímpicos del 2016, el escaparate final de la presentación de Brasil como nueva potencia mundial.

Siguiendo las pistas de la investigación francesa, Nuzman fue arrestado, su pasaporte retirado y sus bienes inmovilizados tras encontrar en su domicilio 120.000 euros en efectivo en distintas divisas. Todo al mismo tiempo en que otra operación policial hallaba en un domicilio de Geddel Vieira (exministro del Gobierno Temer) una docena de bultos llenos de billetes, y en que la publicación de un audio del empresario Joesley Batista comprometía la continuidad del proceso judicial de la Lava Jato.

La crónica de corrupción no se detiene en Brasil, casi siempre con los mismos ingredientes: contratos públicos, empresarios beneficiados y políticos sobornados. Río 2016 parecía un caldo de cultivo para la fórmula. Las policías francesa y brasileña creen que Carlos Nuzman compró al menos el voto de Lamine Diack, expresidente de la IAAF (máximo organismo mundial del atletismo). El pago de dos millones de dólares se hizo a través de una empresa del hijo de Diack y desde una empresa de Arthur César de Menezes.

Conocido como Rei Arthur, este hombre de negocios que ahora reside en Miami y es reclamado por la Interpol supone el nexo con la Lava Jato: durante los años previos a los Juegos de Río, firmó contratos para distintas obras en la ciudad por valor de 800.000 millones de euros. El contacto preferencial del Rei Arthur era el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral, una de las piezas mayores que se ha cobrado la Lava Jato, en la cárcel desde hace meses. Cabral cobraba el 5 % de cada contrato y muchos de ellos fueron a parar a Arthur de Menezes, que movía, solo en cuentas en paraísos fiscales, 10 millones de dólares para pagar al político.

«Vendieron los Juegos como un gran momento del desarrollo de Río, y la investigación está mostrando que fueron un trampolín para muchos casos de corrupción», avisó la fiscal del caso de Nuzman, Fabiana Schneider. El estado de Río de Janeiro, en quiebra financiera, con funcionarios sin cobrar y obras sin pagar, vio cómo su gobernador se llevaba propinas por la millonaria reforma de Maracaná (hoy en desuso), la construcción de la línea 4 de metro de la capital y la recuperación urbanística de Porto Maravilha. Todo con la excusa de los Juegos de Río, que ganó por 66 votos a 32 a Madrid. Al menos uno de ellos lubricado por el dinero de la corrupción.

El nuevo escándalo llega en un momento en el que la credibilidad de los jueces está más en entredicho que nunca. Ayer, el testigo principal contra Michel Temer quedó cuestionado por un audio que pone en peligro su acuerdo de colaboración con la Fiscalía.