Merkel se enfrenta a su legislatura más difícil en Alemania

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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FABRIZIO BENSCH | REUTERS

La canciller, obligada a gobernar con liberales y Verdes, queda expuesta al ascenso de los ultras

25 sep 2017 . Actualizado a las 12:00 h.

«Angela Merkel nos arrulla en silencio», sostenía hace días el semanario Der Freitag. Una tesis que quedaba demostrada en las elecciones generales de ayer, cuando a falta de alternativas, los alemanes apostaban por la estabilidad que representa la dama de hierro. Como era de esperar, la jefa de los conservadores conseguía un cuarto mandato consecutivo, que la encamina a superar el récord de su mentor, Helmut Kohl, quien estuvo 16 años al frente de la cancillería. Una victoria que, sin embargo, quedó ensombrecida por el ingreso de la formación ultraderechista AfD en el Parlamento de Alemania, un país que aún no ha cerrado del todo la herida del nazismo.

«Hemos logrado el objetivo estratégico. Somos la primera fuerza política y tenemos el cometido de formar Gobierno», declaraba con rostro serio la líder de la CDU/CSU, que se impuso con el 33% de los votos (y 246 escaños), según el escrutinio provisional. Un resultado que queda muy lejos del 41,5% que logró en los últimos comicios del 2013, en los que se quedó a las puertas de la mayoría absoluta. Ello refleja el descontento hacia su política de acogidas por parte de la población, que ha virado a la derecha a raíz de una crisis migratoria que ha traído a 1,3 millones de refugiados al país desde septiembre del 2015, cuando Merkel abrió la frontera. Un acto humanitario que no volverá a repetirse, como ha defendido desde entonces la canciller, a la par que ha ido endureciendo el derecho de asilo.

Su rival, Martin Schulz, que ha corrido el mismo destino que Frank-Walter Steinmeier en 2009 y Peer Steinbrück en 2013, sufría en carne propia la crisis del bipartidismo. El Partido Socialdemócrata (SPD) quedó en segundo lugar con el 20,5% del respaldo (y 153 representantes), el menor cosechado desde la Segunda Guerra Mundial. «Hemos fallado en nuestro objetivo», al no saber «convencer» a la base tradicional. Así reconocía su derrota en un día que calificó de «difícil y amargo para la socialdemocracia. Tras la debacle sin precedentes, el que seguirá llevando las riendas del SPD anunció que intentará renovarse desde las filas de la oposición, al tiempo que advirtió de la «impresionante fuerza de AfD».

«Este Gobierno que se abrigue, porque iremos a por él», amenazaba exultante Alexander Gauland, uno de los jefes de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que obtuvo un 12,6% de los sufragios (y 94 diputados), granjeándose así la ovación de homólogos europeos como la cabeza del FN galo, Marine Le Pen. No solo eso. Según Bild, medios rusos intentaron interferir en las elecciones para apoyar expresamente a los ultras alemanes desde las redes sociales. «Recuperaremos nuestro país y nuestro pueblo», subrayó Gauland, quien ante sus seguidores se jactó de que AfD ocupa ahora el lugar «que antes tenía la CDU de Merkel».

Sorpresa tras los resultados

No obstante, la primera sorpresa ha llegado esta mañana con el anuncio de Frauke Petry, copresidenta del AfD y uno de los rostros más mediáticos de esa formación política, de que no se unirá al grupo parlamentario de su partido en el Bundestag. Petry, que logró ayer un escaño por el estado de Sajonia, anunció su decisión en rueda de prensa sin haberla comunicado antes a los otros dirigentes del partido que comparecían junto a ella y se remitió a las diferencias entre las distintas alas de la formación política.

La copresidenta de AfD, que se levantó de la sala sin esperar a las preguntas, explicó que los disensos dentro del partido no son un problema cuando se está en la oposición, pero sí cuando se quiere llegar al Gobierno, lo que es su objetivo, por lo ha preferido no sentarse en el Bundestag junto a sus compañeros.

Ampliación del Bundestag y repunte del resto de partidos minoritarios

El resto de los partidos minoritarios también repuntaron con respecto a los últimos comicios. Los liberales del FDP quedaron en cuarto puesto, con el 10,7% de los votos (y 80 escaños). Un símbolo del renacer de la formación bisagra, que tuvo que salir del Parlamento por primera vez en 2013 al no sumar el 5%. Cierran la lista los poscomunistas de La Izquierda, con el 9,2% (69 parlamentarios), y pisándoles los talones Los Verdes, con el 8,9% (y 67 escaños).

Con este panorama, la nueva aritmética parlamentaria (se amplía la capacidad del Bundestag)  y la negativa del SPD a reeditar la gran coalición le dejan a Merkel una sola posibilidad para formar Ejecutivo: un tripartito con liberales y Verdes, la alianza llamada Jamaica por los colores de las formaciones, inédita a nivel federal y no exenta de complicaciones donde se ensayó.

De acuerdo con la ley electoral, tras escrutarse todos los primeros votos -directo a un candidato- y los segundos -a listas de partidos- el Parlamento se ampliará de los 631 escaños de la pasada legislatura a 709, la mayor cifra hasta el momento. Eso cambia el umbral de mayoría absoluta, establecido hasta ahora en 316 diputados, y que ahora pasa a ser de 355. 

El cambio es relevante. Sin la ampliación, a Merkel le bastaría un pacto con los liberales para controlar la cámara y gobernar sin problemas, sumarían 326, pero con ella hace flata un tercer socio que podría ser el grupo de Los Verdes, lo que daría lugar a la mentada coalición Jamaica. 

Por eso, aunque Bruselas respira aliviada con la victoria de Merkel, que seguirá la senda europeísta, en casa los medios hablan ya de la «fractura» del Parlamento, como el mayor reto al que se enfrenta la canciller, en la que se perfila como su legislatura más difícil hasta la fecha.