China encumbra a Xi Jinping y lo convierte en el Mao del siglo XXI

Sara R. Estella PEKÍN /

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NICOLAS ASFOURI | AFP

Los estatutos del Partido Comunista incluirán como dogma la doctrina del presidente

25 oct 2017 . Actualizado a las 07:29 h.

Desde la puerta de la Paz Celestial que da acceso a la Ciudad Prohibida el retrato de Mao contempla como a pocos metros, en el gran Palacio del Pueblo, Xi Jinping es encumbrado como nuevo emperador rojo. La vieja China colgada en la pared solo puede mirar el inicio de una nueva era política. Por primera vez desde que se proclamó la República Popular, se incorpora en los estatutos del partido la doctrina y el nombre de un líder en vida, lo que convierte a Xi en el presidente chino más poderoso desde hace décadas.

La confirmación de esa autoridad se hizo oficial el martes, durante la clausura del 19º Congreso del Partido Comunista. Los cerca de 2.300 delegados presentes votaron a mano alzada y por unanimidad la inclusión en los estatutos, la Constitución del partido, el llamado «pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas en una nueva era». Hasta ahora, este reconocimiento solo se le había concedido a Mao y, a título póstumo, a Deng Xiaoping, impulsor de la apertura al capitalismo.

Esta doctrina, que a partir de ahora estudiarán los alumnos chinos desde primaria hasta la universidad tiene como objetivo «el rejuvenecimiento de China». En concreto, se propone mantener la creciente influencia del gigante asiático como potencia mundial a nivel económico, político y militar. El hecho de que a esa filosofía se le denomine «pensamiento», igual que a las ideas de Mao, le otorga más importancia que a Deng Xiaoping cuya ideología fue catalogada como «teoría».

«Nuestro partido muestra un liderazgo fuerte, firme y dinámico. Nuestro sistema socialista demuestra gran fuerza y vitalidad», afirmó Xi con aire triunfalista. Como sucede en todo sistema político de estilo soviético, el partido es más importante que el Estado y, por lo tanto, Xi será el líder más poderoso incluso aunque no alargue su mandato más allá de 2022, una posibilidad a la que apuntan buen número de expertos. Aunque deje de ser presidente, quien lo sustituya al frente del Estado tendrá que promulgar su doctrina.

Este miércoles se despeja la incógnita de quienes acompañarán a Xi en el comité permanente, la cúpula del partido. Tras varios rumores de relevo, los analistas coinciden en que Li Keqiang seguirá como primer ministro. Wang Qishan, zar anticorrupción y mano derecha del presidente, no continuará en primera línea y todo apunta a que será Zhao Leji quien lo sustituya al quedar incluido el martes en la comisión de disciplina.

Entre los nombres que suenan con fuerza como mejor posicionados para ser el próximo presidente se encuentran Chen Miner, actual jefe del partido en Chongqing y amigo personal de Xi, y Hu Chunhua, jefe del partido en la próspera provincia de Cantón. Según las últimas quinielas, Chen partiría como favorito ya que Hu es uno de los protegidos del ex presidente Hu Jintao, de una facción diferente a la de Xi y que en los cinco últimos años ha visto caer a buena parte de sus hombres de confianza en el marco de la campaña anticorrupción impulsada por el desde ahora todopoderoso Xi Jinping.

«La tradición en China estipula que el emperador es al mismo tiempo el profesor, el inspirador. Xi llega a serlo al terminar su primer mandato. Es raro en nuestra historia», afirma el politólogo Hu Xingdu. El encumbramiento de Xi en los estatutos culmina un proceso de concentración de poder que ya le había valido el ascenso a la cúspide de la comisión central militar y se traduce en dos mensajes fuerza: tener un ejército de primer nivel mundial en 2050, pero ninguna liberalización política. «Todo debe estar bajo la dirección del PCCh: el Gobierno, el Ejército, la sociedad civil y sea cual fuere el lugar donde estemos», proclamó.