Argentina agota las últimas horas de esperanza

Paula Sabajanes BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

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Alejandro Moritz | DPA

Según los cálculos de la Armada, el submarino perdido ya solo tiene oxígeno para un día

22 nov 2017 . Actualizado a las 08:11 h.

Argentina despliega todos los medios con que cuenta y recibe el apoyo de diez países para reforzar la dramática búsqueda contra reloj que mantiene desde hace siete días en el Atlántico Sur a la procura de alguna pista que lleve al submarino San Juan con el que se perdió el contacto el miércoles pasado con 44 tripulantes a bordo. Son las últimas horas de esperanza. La Armada afirma que no se resigna y anunció que la búsqueda se mantendrá las 24 horas del día hasta que se halle algún dato del sumergible, pero la realidad se echa encima. «Suponiendo una fase crítica y que el sumergible estuviese en inmersión y no pudiese salir a hacer snorkel para renovar el oxígeno, se estaría en el sexto día de oxígeno», alertó el portavoz de la Armada Enrique Balbi. El submarino tendría siete días de reservas esas condiciones, aclaró poco después el portavoz de la base naval de Mar del Plata, capitán Gabriel Galeazzi.

Medios aéreos y marítimos de Brasil, Francia, Alemania, Perú, Chile, Uruguay, Colombia, EE.UU., Reino Unido y Noruega desplazaron a la zona equipos de rescate para participar en un operativo sin precedentes que rastrilla un área de 482.507 kilómetros cuadrados, algo menos que la superficie de España, entre las localidades de Mar del Plata y Comodoro Ribadavia, frente al golfo de San Jorge, última localización reportada por el submarino antes de perder el contacto. Son 30 barcos y 20 aviones, un despliegue de tecnología punta que incluye dos aeronaves Poseidón 8, con radares que detectan objetos a 1.500 metros de profundidad, tres aviones Orion de la NASA y una cámara de rescate submarino capaz de sumergirse hasta a 260 metros de profundidad que funciona con una cápsula de operación a distancia para ensamblarse a la nave y rescatar hasta seis tripulantes a la vez. Hay que añadirles un equipo de paracaidistas de la Royal Navy especializado en operaciones submarinas que llegó ayer a las Malvinas y cientos de marines estadounidenses.

Mejoría del tiempo

Balbi intentó trasladar una imagen de entereza y anunció que se espera una mejoría en las condiciones meteorológicas que los últimos días complicaron las tareas de logística de los equipos desplegados con vientos de hasta 90 kilómetros por hora y olas de seis metros. Pero al mismo tiempo, pinchó los dos últimos hallazgos esperanzadores. Explicó que la balsa hallada en la zona no pertenecía al San Juan y que se estudia aún un reporte de bengalas de color blanco divisadas por la fuerza aérea pero que en principio no se corresponden con las del submarino, que sí posee estos medios pero de color rojo. Estos datos abonan el desánimo de las familias e incrementan la tensión en una situación que empieza a considerarse crítica.

El país se mantiene en vilo mientras espera encontrar en el mar respuestas a las numerosas preguntas que lo sacuden desde hace una semana, cuando se perdió el contacto con este submarino destinado a tareas de control y prevención de la piratería que expolia los recursos naturales del mar argentino. La base naval de Mar del Plata acoge a los familiares de los 44 tripulantes y la localidad de Comodoro Rivadavia sirve de plataforma para el despliegue de medios aéreos y marítimos. Ayer, mientras la actividad en el mar era frenética, trascendió que el Ministerio de Defensa habría iniciado acciones penales relacionadas con los procedimientos activados en torno a la búsqueda del submarino. No se descarta que haya cambios en los mandos de la fuerza en los próximos días.

«El ánimo está mal, muy mal»

«Quiero que el mar me devuelva a mi hijo», aseguró ayer María Morales, madre de uno de los submarinistas del San Juan. De pie, en la puerta de la base naval de Mar del Plata, a 400 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, rodeada de los numerosos carteles y banderas argentinas con mensajes de apoyo que la gente ha ido enganchando a lo largo en las alambradas perimetrales, esta mujer fue al encuentro de la prensa con un aplomo pasmoso para agradecer las muestras de apoyo que están recibiendo de la gente y dejando en claro que, a pesar del tiempo transcurrido, la falta de contacto y los sucesivos desmentidos de las pistas que podrían desembocar en buenas noticias, los familiares se aferran a la esperanza.

Equipo de psicólogos

Cerca de un centenar de personas, entre padres, hermanos, parejas y compañeros de los 44 militares de los que no hay rastro desde hace siete días, mantienen una vigilia en la base a la que debería haber regresado el sumergible el domingo. Un equipo de psicólogos y psiquiatras los asiste para contener la angustia que se va desbocando con el paso de las horas. «Que dijeran que los ruidos no eran del San Juan causó estragos entre los familiares», declaró el capitán de fragata y psicólogo del equipo de la Armada, Víctor Hugo Duga, quien aclaró que «el ánimo está mal, muy mal». Según indicó, se prevé reforzar el dispositivo de atención con médicos después de que en la noche del lunes se produjese «una descompensación masiva» con afecciones cardíacas de padres y madres adultos al descartarse la opción de una comunicación y para «estar preparados para algunas noticias que pueden llegar a ocurrir».

Es el tercer golpe en el ánimo en seis días fatídicos. A la noticia de la pérdida de contacto inicial, se sumaron la desilusión de que no llegaran a puerto en la fecha prevista y que no proviniesen del sumergible las siete llamadas satelitales detectadas el fin de semana. A pesar de la formación militar, que da a estas familias una fortaleza especial por el conocimiento de los recursos disponibles, la situación se torna trágica y entra en un momento que se valora como «crítico» por el oxígeno que pudiese quedar disponible en el submarino.

El presidente Mauricio Macri los visitó en Mar del Plata el lunes y canalizó ayer la solidaridad del pueblo argentino. «Les mando todo el apoyo y el afecto a los familiares», aseguró Macri, quien remarcó que «están desplegados todos los medios nacionales e internacionales disponibles para encontrarlos». «Espero que se apuren los que están buscando», deseó el padre del comandante segundo del submarino Jorge Ignacio Bergollo, quien también fue comandante del mismo sumergible hace 20 años y conoce como nadie los riesgos.