El presidente alemán aprieta las tuercas a Merkel y Schulz

Juan Carlos Barrena BERLÍN / COLPISA

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BPA | reuters

Ejerce toda su capacidad mediadora para evitar nuevos comicios

01 dic 2017 . Actualizado a las 06:50 h.

Pocos jefes de Estado alemanes han tenido la influencia y autoridad que ostenta el actual presidente, Frank-Walter Steinmeier, un socialdemócrata que, debido al cargo, mantiene en suspenso su filiación política. Cuenta con una enorme popularidad entre los ciudadanos, así como con el respeto de todas las formaciones, que mayoritariamente, incluido el apoyo cerrado de los conservadores, lo eligieron en marzo para asumir una función fundamentalmente representativa.

El antiguo ministro de Exteriores demostró anoche sus habilidades diplomáticas al sentar en su despacho a los líderes de la saliente gran coalición que gobierna desde 2013, ahora en funciones. Tras el fracaso de los contactos entre conservadores, liberales y verdes para formar un Ejecutivo tricolor, reeditar la «GroKo» [«grosse koalition»] parece ser la única alternativa a una nueva convocatoria electoral y Steinmeier se ha visto obligado a impulsarla, pese a que muchos de sus antiguos correligionarios reniegan de esa opción que tan malos resultados les dio en las urnas y la rechazaron de plano la misma noche electoral.

Integro, gran comunicador, hábil mediador y conciliador. Así definen a Steinmeier los medios alemanes, pero también muchos políticos, incluidos sus rivales. Tanto es así que la canciller Angela Merkel, que lo tuvo como ministro, el líder de la CSU Horst Seehofer, y el presidente del SPD Martin Schulz, no pudieron negarse a reunirse bajo sus auspicios para intentar ponerse de acuerdo y devolver a Alemania un gobierno estable. Algo que ansían también los socios europeos y los aliados en otros puntos del planeta. Steinmeier conoce bien a todos ellos. Fue jefe de la diplomacia en las dos grandes coaliciones lideradas por Merkel (2005 a 2009 y 2013 a 2017), a las que sirvió con fidelidad y ayudó a abordar la crisis financiera mundial y la de la eurozona.

El actual presidente es lo que llaman en Alemania un bombero político, un apagafuegos acostumbrado a lidiar con graves problemas internacionales como las guerras en Ucrania, Siria, Irak o Libia, la epidemia del ébola en África o la crisis financiera en Grecia. Entre sus éxitos se cuenta el acuerdo nuclear de Occidente con Irán, alcanzado en gran parte gracias a su perseverancia y capacidad mediadora.

Hijo de un carpintero y una trabajadora de fábrica, Steinmeier llegó a la política en 1993 de la mano de Gerhard Schröder cuando este era primer ministro en Baja Sajonia y lo acompañó luego a Bonn en 1998 cuando se convirtió en canciller. A sus órdenes fue, desde 1999 a 2005, ministro de la Cancillería y coordinador de los servicios secretos. En las elecciones de 2009 fue el rival directo de Merkel. Un año después suspendió toda actividad política para atender a su mujer, Elke Büdenbender, que sufría una grave enfermedad renal. Ante los sorprendidos medios anunció que su esposa, jueza administrativa, necesitaba un trasplante urgente de riñón y que él mismo sería el donante. Sus organismos eran compatibles y a falta de otro donante Steinmeier no quiso correr los riesgos de perder al amor de su vida.

De la reunión de anoche con Merkel, Seehofer y Schulz no trascendió prácticamente nada por la discreción que caracteriza al presidente cuando asume un papel mediador. Los observadores cuentan con que les apretó las tuercas a todos ellos para que busquen vías de diálogo que permitan reeditar la gran coalición y evitar la vuelta a las urnas. La decisión definitiva quedará en manos de los socialdemócratas, que podrían pronunciarse hoy mismo.