El auge del nacionalismo sacude Europa

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

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Partidario de la independencia de Escocia durante un acto electoral a favor del sí en el referendum del 2014
Partidario de la independencia de Escocia durante un acto electoral a favor del sí en el referendum del 2014 STR | EFE

El éxito de los autonomistas corsos en la segunda vuelta de los comicios no es una excepción en la UE, que se enfrenta a un posible efecto dominó en sus Estados

13 dic 2017 . Actualizado a las 07:15 h.

Jean Claude Juncker advertía hace escasamente un mes que los nacionalistas y separatistas terminarán «dándose contra la pared». Y avisó del «veneno» que supone para Europa unos movimientos que añaden «fractura y división» a los cimientos de la UE: la superestructura que surgió para poner un punto y aparte en la sanguinaria etapa precedente del Viejo Continente. Sin olvidar de la prosperidad económica que prometía para sus naciones y regiones. Es lógico que Bruselas tema por el debilitamiento de su status quo. «Hay muchas Cataluñas en Europa y, en parte, por eso la UE le da ha dado la espalda a su declaración de independencia. Se sembraría un precedente que puede generar un efecto dominó y la UE es antinacionalista sobre los Estados miembros actuales. Los nacionalismos son una amenaza real para su organización», advierte Ignacio Molina, investigador principal de Europa del Real Instituto Elcano.

Los Estados no salen indemnes de este revival nacionalista. Más bien todo lo contrario. Hace poco más de un mes, la rotunda victoria del sí a obtener más autonomía en los referendos celebrados en Véneto y Lombardía, dos de las regiones más ricas de Italia, puso en jaque a Roma, que tuvo que asumir que los fantasmas del pasado volvían para quedarse. Algo similar está viviendo estos días Francia. Tras el veredicto de las urnas en la segunda vuelta de las elecciones regionales de Córcega, la isla puso de manifiesto en la primera tanda que el nacionalismo corso es más fuerte que nunca. Con la victoria de los independentistas, la reclamación de la cooficialidad de la lengua es un secreto a voces. Del mismo modo, pedirán a París la creación de un estatuto de residentes que obligue a vivir en la isla para poder tener una vivienda. «Los nacionalismos más pujantes de Europa son los ricos, pero con el caso de Córcega se demuestra que en regiones menos desarrolladas también tienen peso estos movimientos. Precisamente culpan a las políticas centralistas de su pobreza y de no salir adelante», explica Molina.

Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, comparte esta opinión, y asegura que es lo que está intentando hacer la Liga del Norte en el sur de Italia. «Traslada la idea de que el Estado gestiona mal las competencias de las regiones del sur, que cada vez se ven más alejadas de poder prosperar y vuelven con fuerza los sentimientos localistas».

Estados complejos y plurales

Estos sentimientos tienen cada vez más empaque en Europa. A excepción de los países nórdicos. Aunque sí es cierto que Dinamarca tiene un problema con el independentismo en las islas Feroe, «son países pequeños con proyectos de Estado muy completos y con un bienestar social innegable», apunta Betti. Nada que ver con lo que ocurre en el Mediterráneo, donde los Estados «son más complejos y sus sociedades más plurales», añade este experto. Pero esta corriente tiene sus adeptos, que se cuentan por miles en otros puntos de la geografía europea: Bélgica lidia con el secesionismo flamenco, que reivindica la independencia de la baja región de Flandes, y en Bosnia y Herzegovina, el ente autónomo de la población serbia, la República de Srpska, amenaza con celebrar un referendo en el que se decida si la entidad se independiza para integrarse en Serbia.

Si se pone el foco en el Reino Unido, el duradero matrimonio que aún mantiene con la UE no solo está a punto de saltar por los aires, sino que a Theresa May le crecen los enanos después de que Gales y Escocia reclamasen su parte en el pastel prometido por la premier a Irlanda del Norte en la cuestión del brexit. Es decir, gozar de una concesión especial en el acceso al mercado único y a la unión aduanera. Ni siquiera la fuerte Alemania se libra de lidiar con el las ansias de soberanía en sus dominios. De hecho, el Tribunal Constitucional desestimó el recurso presentado por el proindependentista Partido de Baviera para la celebración de un referendo de independencia en ese estado federado.

La coyuntura económica, social y política del momento no ayudan a frenar el avance de estos movimientos. Los expertos consultados apuntan a tres factores clave para esgrimir que la integración europea como se entiende en la actualidad está en claro retroceso. «El fin de la política tradicional con la polarización clásica de la izquierda-derecha, el fácil acceso a la información y la merma de la confianza que la sociedad tiene en el Estado, han ayudado notablemente», apunta Molina. Y, añade Betti: «La incapacidad de los líderes a tomar grandes iniciativas europeístas».