Italia se adentra en una dura campaña electoral con un resultado incierto

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

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MAX ROSSI | Reuters

Los sondeos vaticinan un Parlamento fragmentado tras las elecciones del 4 de marzo

29 dic 2017 . Actualizado a las 07:22 h.

Como estaba previsto, el presidente de Italia, Sergio Matarella, disolvió ayer el Parlamento y convocó elecciones el 4 de marzo del 2018, la fecha elegida por el Consejo de Ministros extraordinario presidido por Paolo Gentiloni, que seguirá en el cargo hasta la formación del nuevo Gobierno. La incertidumbre sobre quién lo formará presagia lo que se conoce como «escenario español», ya que todo indica que en Italia se avecina un período de inestabilidad como el que vivió España en el 2016 o el que sufre ahora mismo Alemania.

Las encuestas vaticinan un Parlamento italiano fragmentado que obligará a las fuerzas políticas a pactar para poder gobernar. Una situación que recuerda mucho a la vivida en el 2013 en la que la división del Parlamento en tres grupos puso en jaque durante semanas la formación del Gobierno. Cinco años después, tras tres jefes de Gobierno, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni, y con una nueva ley electoral, cuyo objetivo es dar una estabilidad parlamentaria al Gabinete, las cosas no parecen haber cambiado mucho.

El partido más votado sería el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo, que alcanza el 29 % de los votos en las encuestas. El candidato elegido es Luigi di Maio, que ya se ha mostrado favorable a establecer alianzas con otras fuerzas políticas para poder ser el primer ministro más joven de la historia del país, rompiendo así con una de las reglas del M5E que rechaza pactos.

Mejor posicionada está la derecha. Con Silvio Berlusconi en ascenso y su Forza Italia alcanzado el 16,2 % de los sufragios, junto a la ultraderechista Liga Norte de Matteo Salvini, que aspira a liderar el grupo gracias al 14,1 % de votos que logra con su discurso antiinmigración. A lo que hay que añadir a los xenófobos Hermanos de Italia (5 %).

El gran perdedor será el ahora gobernante Partido Demócrata (PD), que en estos momentos solo consigue 22,8 % de apoyos. Al desgaste por sus años en el Gobierno se une la escisión de una parte de los líderes de esta formación de centroizquierda. Su recién creada formación Libres e Iguales (LeU) cuenta con pesos pesados como el presidente del Senado, el exjuez antimafia Pietro Grasso, y la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, y atrae al 7,3 % de los votantes.

Dentro del PD se empieza a cuestionar candidatura de Matteo Renzi y cada vez se tiene más en cuenta a Paolo Gentiloni como posible líder del partido. En sus manos la gobernabilidad de Italia esta asegurada durante el período de transición, que podría prolongarse más de lo deseado. Gentolini se ha ganado fama de persona seria y en la que se puede confiar. Durante la última rueda de prensa del año insistió en la idea de «evitar interrupciones bruscas y traumáticas», mientras alababa la labor de su Ejecutivo: «Hicimos pocos anuncios, pero tomamos muchas decisiones».

La última es el envío de 470 militares a Níger para combatir a los traficantes de personas y controlar el flujo de inmigrantes con destino a Europa. Esta operación es la respuesta a la petición de ayuda del país africano y en ella participará personal retirado de las misiones de Irak y Kuwait.