El único yihadista vivo de París desafía a la Justicia belga y se niega a declarar

Cristina Porteiro
CRISTINA PORTEIRO BRUSELAS / CORRESPONSAL

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EMANUEL DUNAND | EFE

La Fiscalía pide para Salah Abdeslam 20 años de cárcel por un tiroteo en Bruselas en el 2016 que dejó tres agentes heridos

06 feb 2018 . Actualizado a las 08:05 h.

Salah Abdeslam solo rinde cuentas ante Alá: «No tengo miedo de vosotros. No tengo miedo de vuestros aliados, de vuestros socios. Deposito toda mi confianza en Alá», aseguró ayer desde el Palacio de Justicia de Bruselas el que fuera el terrorista más buscado de Europa tras los atentados yihadistas de París (13 de noviembre del 2015). De los siete miembros del comando, fue el único que salió con vida de la capital francesa. El belga de origen marroquí tiene cuentas pendientes con la Justicia gala, pero ayer fue la jueza belga, Marie-France Keutgen, quien lo llamó a declarar por su presunta participación en el tiroteo que se produjo el 15 de marzo del 2016 en un apartamento de la calle Dries en la localidad bruselense de Forest.

La fiscalía acusa a Abdeslam y a otro presunto terrorista, el tunecino Sofien Ayari, de atrincherarse en el piso y abrir fuego contra la brigada encargada de dar caza al fugitivo. La operación se saldó con cuatro policías heridos y un yihadista, Mohamed Belkaid, muerto. Los tres «estaban dispuestos a morir como mártires», sostiene el ministerio público, que pide para ellos la pena máxima de 20 años de cárcel por tentativa de asesinato en contexto terrorista.

Tras los hechos, Abdeslam emprendió la huida y buscó refugio en el barrio de Molenbeek, donde fue atrapado solo tres días después en el número 79 de la calle Quatre-Vents. Su detención precipitó los ataques terroristas que dejaron 32 muertos en el aeropuerto y metro de Bruselas el 22 de marzo del 2016.

El yihadista se negó ayer a levantarse o responder a las preguntas de la jueza Keutgen durante la primera sesión del juicio, rodeado de excepcionales medidas de seguridad. Enfundado en una chaqueta gris, con pantalones negros, barba y pelo largo engominado, el acusado guardó silencio en el banquillo de acusados y solo abrió la boca para mostrar su indiferencia por el proceso: «No quiero responder a ninguna pregunta. Mi silencio no me hace culpable ni criminal, es mi defensa», aseguró antes de quejarse por el trato recibido por la policía de élite que lo acompañó en su traslado desde la cárcel francesa de Fleury-Mérogis a Bruselas: «Me trataron de la peor de las maneras, estoy agotado». Para las asociaciones de víctimas, presentes durante la vista, esta actitud rozó la «provocación». Abdeslam ni siquiera hizo el esfuerzo de defender su inocencia. Acusó a los medios de comunicación y a la Justicia belga de haberlo sentenciado por profesar el islam: «Los musulmanes son implacablemente juzgados. No hay presunción de inocencia», clamó.

«Mi silencio no me convierte ni en culpable ni en criminal, es mi defensa», aseguró El tiempo que lleva encerrado en prisión no parece haber amansado al presunto terrorista que ayer se volvió a mostrar altivo al exigir a la Justicia que no se deje llevar por la «opinión pública» y se ciña a las pruebas científicas y tangibles. Las mismas que incriminan a Ayari. Sus huellas fueron encontradas en uno de los dos Kalashnikov de procedencia eslovaca con los que se acribillaron a los agentes. Ayari reconoció que sí estuvo en el apartamento, pero negó haber participado en los atentados de París y cargó la culpa del tiroteo al yihadista muerto, Belkaid: «Fue quien disparó, no Abdeslam».

Este es el preámbulo del macrojuicio que le espera a Abdeslam en Francia por el asesinato de 130 personas en los atentados de París del 13N.