Trump apuesta por armar y entrenar a los profesores para evitar los tiroteos

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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SHAWN THEW

La Asociación del Rifle acusa a las élites demócratas de politizar la matanza

22 feb 2018 . Actualizado a las 23:41 h.

Contra el problema de las armas, más armas. Esta es la solución que Donald Trump puso encima de la mesa para poner fin a los tiroteos en las escuelas, como el que la semana pasada acabó con la vida de 17 personas en Parkland. Para el presidente, la solución es armar a los profesores y que un 20 % reciba entrenamiento militar para responder así ante «un enfermo que llegue a una escuela con malas intenciones». La propuesta fue discutida ayer en la Casa Blanca en una reunión sobre seguridad escolar con funcionarios estatales y locales, después de anunciarla en su encuentro la noche anterior con supervivientes y familiares de fallecido en tiroteos, entre ellos el de Parkland. «No hay nada más importante que proteger a nuestros hijos», dijo el neoyorquino tras abogar por un refuerzo en los controles de antecedentes de potenciales compradores de armas y elevar la edad mínima de 18 a 21 años para comprar un rifle semiautomático como el AR-15 que utilizó Nikolas Cruz en el instituto del sur de Florida.

«Maestros y entrenadores altamente entrenados y adeptos a las armas solucionarían instantáneamente el problema, antes de que llegue la policía. Gran poder disuasivo», escribió el presidente a primera hora en Twitter. Trump asume la agenda de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), al esquivar el problema de fondo y enfocar la epidemia de la violencia armada en los autores y no en la facilidad para conseguir un arma. Incluso piropeó a la cúpula del poderoso lobby calificándolos como «grandes personas y grandes patriotas».

El presidente de la NRA, Wayne LaPierre, lejos de hacer autocrítica, acusó a las élites demócratas y los medios de oportunismo de una «vergonzosa politización» del tiroteo en Florida, además de culpa al FBI. «Odian a la NRA», dijo LaPierre en el foro conservador inaugurado ayer en Washington, tras defender que «para frenar a un tipo malo con un arma es necesario un tipo bueno con un arma».

En un acalorado debate la noche del martes en la CNN, el senador republicano Marco Rubio fue foco de las críticas de los afectados. «¿Dejará de recibir donaciones de la NRA?», le espetó un estudiante. Mientras, Andrew Pollack, padre de Meadow muerta en el instituto, decía lleno de ira a Trump en la Casa Blanca «Deberíamos haber corregido el problema con el primer tiroteo. Estoy furioso por mi hija. En el cementerio, es donde le veré ahora».

 

La nieta de Le Pen comparó su ideario con el del magnate y dijo que su victoria debe ser un referente

La cita más importante del año para el ala conservadora arrancó ayer en un gran hotel cercano a la localidad de National Harbor, en Maryland. Empañado por la crispación social alrededor del control de armas generada tras el crimen de Parkland, el primer día de

la Conferencia de Acción Política Conservadora se caracterizó por el positivismo de la derecha estadounidense de cara a los tres años que quedan de legislatura. Hasta los más escépticos con Trump mantuvieron ayer una línea diplomática y auparon los logros del magnate desde que llegó a la Casa Blanca.

Entre consignas nacionalistas, ataques a la prensa, a los demócratas y, en concreto, al gobierno «socialista» del anterior presidente estadounidense, Barack Obama, cientos de personas se presentaron en la cita, que durará hasta el sábado. El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, fue el encargado de inaugurar el encuentro, pero una de las más esperadas de la jornada había cruzado el charco para no perderse este acontecimiento. Es más, volvió al plano político pese a haber renegado del oficio tras haber perdido su tía las presidenciales francesas.

«Francia para los franceses»

Marion Maréchal-Le Pen, una estrella en ascenso en el movimiento de extrema derecha estableció paralelismos explícitos entre la manera que tiene de entender el mundo y la de Trump. Cuando se subió al escenario aseguró: «No me ofende cuando escucho al presidente Donald Trump decir ‘América primero’», y añadió, «de hecho, quiero que Estados Unidos sea primero para el pueblo estadounidense, quiero que Gran Bretaña sea primero para el pueblo británico, y quiero que Francia sea primero para los franceses». Según recoge la edición digital de la revista Time. Maréchal-Le Pen, de 28 años y más conservadora que su tía Marine en el plano social, habló de la necesidad de luchar por la «supervivencia» de Francia bajo la Unión Europea. La sola mención de la UE acarreó los abucheos de la audiencia. Pero tocó más temas: censuró la corrección política y criticó el flujo de migrantes que llegan a su país. «Esta no es la Francia por la que lucharon nuestros abuelos», dijo. «Al igual que usted, queremos que nuestro país regrese», comentó al evidenciar que el triunfo de Trump en el 2016 es un signo de que el conservadurismo puede recuperarse en otros países.

Texas, Alabama y Florida, tres ejecuciones en un solo día

Huntsville es conocida como «la capital de la muerte». Es aquí, en la ciudad del ojo por ojo, donde llegan muchos de los presos estadounidenses que pasarán el resto de sus días en el corredor de la muerte, esperando a que llegue su ejecución. Esta pequeña localidad texana, a 100 kilómetros de Houston, cuenta con cinco prisiones, la cámara de ejecución del Estado y un museo que con orgullo exhibe la pistola con la que se mató a los famosos prófugos Bonnie Parker y Clyde Barrow, o la silla eléctrica en la que se ejecutaron a 362 reos entre 1924 y 1964. La ciudad volvió ayer a ser centro de todas las miradas tras reanudar la agenda de ejecuciones y programar la muerte de Thomas Bart Whiteaker, asesinar a su madre y hermano, e intentarlo con su padre, Kent Whitaker, en el 2003. Este último, un ferviente cristiano, seguía intentando conmutar en el último minuto la condena de muerte de su hijo a una cadena perpetua.

La pena capital vivía ayer una de sus días más negros desde 2010. A la de Bart, el sistema penitenciario de EE.UU. programó otras dos ejecuciones más en Florida y Alabama. En el estado del sol Eric Branch se enfrenta a la inyección letal por violar y asesinó a una estudiante en 1993, mientras que en Alabama planea ejecutar a medianoche a Doyle Hamm, un reo de 61 años condenado por asesinar a un recepcionista de un motel durante un atraco en 1987. Su condena es motivo de polémica desde que diagnosticaron a Lee un cáncer. Los médicos advirtieron de las dificultades para encontrar las venas del reo cuando apliquen medicación y lo que esto podía suponer en caso de practicarle la inyección letal. «Nos preocupa que los intentos de insertar agujas en las venas de Hamm para introducirle la inyección letal pueda equivaler a tortura», alertaron esta semana en la ONU, tras pedir la cancelación de su ejecución.

En lo que va del 2018, EE.UU. ha aplicado esta condena a tres reos. Todas ellas se han llevado a cabo en Texas, uno de los 31 estados donde rige la pena de muerte. La última vez que el país vio tres ejecuciones en un mismo día fue el 7 de enero del 2010.