La eurofobia italiana pone en jaque a la Unión Europea

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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MASSIMO PERCOSSI | Efe

Bruselas confía en la habilidad del presidente Sergio Mattarella para intentar formar un Ejecutivo estable

06 mar 2018 . Actualizado a las 08:29 h.

«Keep calm and carry on» (Mantenga la calma y siga adelante). Este eslogan británico de la Segunda Guerra Mundial fue la timorata reacción que tuvo este lunes el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, ante el descalabro histórico de los partidos europeístas en Italia. Bruselas se ha echado a temblar ante el panorama que se presenta en la tercera potencia del euro. El peor de los escenarios se ha cumplido: ingobernabilidad y liderazgo de las fuerzas eurófobas.

Más del 50 % de los italianos han optado en estos comicios por partidos abiertamente contrarios al proyecto europeo y el Ejecutivo comunitario se niega a hacer autocrítica a pesar del jarro de agua fría. Lo fía todo a «las habilidades» del presidente Sergio Mattarella para formar un Ejecutivo «estable». Un deseo que no casa bien con la demoledora realidad: las cuentas no salen. Ninguna fórmula en la que Luigi di Maio y Matteo Salvini formen parte del Ejecutivo italiano despierta el apetito en la capital comunitaria, tras desvanecerse la opción menos mala, un gobierno de Berlusconi y la Liga al mando de Antonio Tajani.

Italia votó «con las entrañas», se oye por los pasillos de las instituciones europeas, donde los eurócratas se resisten a leer la nueva y contundente señal que han enviado los italianos. Su voto, a todos los efectos, es un voto antisistema. Un no rotundo a los partidos tradicionales (el PD de Renzi y Forza Italia de Berlusconi). También es un grito contra la política migratoria de la UE y la marginación que ha sufrido el país en las altas esferas de la política europea, donde el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, no renuncian a marcar en solitario el ritmo al que tiene que bailar el resto del bloque.

Berlín insiste en dictar las normas fiscales y económicas en la UE. París, en suplir el peso político de Roma, arrinconada en el Consejo. Esa actitud imperativa ha provocado la rebelión de los italianos, perfectamente reflejada en las palabras de Salvini, quien ha asegurado que le importan «un huevo» las reglas de endeudamiento y de austeridad de la Unión Europea. El ultraderechista no tuvo reparos en defender el desmantelamiento de los campos de refugiados, multiplicar la deportación masiva de inmigrantes y borrar el islam del mapa para proteger a «la raza blanca».

El golpe desesperado en la mesa de los italianos es un muy mal presagio de cara a los comicios europeos, de mayo del 2019. El hemiciclo de la Eurocámara podría sufrir otro lavado de cara, mucho más radical que el del 2014.

Merkel y Macron

Bruselas guarda silencio y delega su voz en el eje francoalemán. Sus líderes se pronunciaron este lunes. «En el mundo en el que vivimos, puedes defender grandes ideas, pero no puedes hacerlo sin tener en cuenta un contexto brutal. Italia, es innegable, ha sufrido meses y meses la presión de la migración», reconoció Macron.

Merkel se limitó a desearle a Italia «muchos éxitos» en la formación de un Gobierno estable «por el bien de los italianos y de Europa», indicó su portavoz, Steffen Seibert. La inestabilidad política en el país alpino o la instauración de un Ejecutivo eurófobo podrían apartar a Italia de la primera línea de la política europea en un momento crítico para la Unión.

Los expertos coinciden en que los Veintiocho deberán democratizar las instituciones que gobiernan la UE y cerrar las heridas sociales que ha dejado la crisis si quieren evitar que el proyecto se siga marchitando.