Tres patas para sujetar el poder: familia, chavismo y Ejército

P. GARCÍA / F. E. CARACAS, REDACCIÓN / LA VOZ

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De izquierda a derecha, El Aissami (vicepresidente), Cilia Flores (primera dama) y Cabello (sirvió con Chávez)
De izquierda a derecha, El Aissami (vicepresidente), Cilia Flores (primera dama) y Cabello (sirvió con Chávez)

Controlan las empresas y los nombramientos en todo el país

08 may 2018 . Actualizado a las 13:04 h.

Pocos creen en el futuro de Nicolás Maduro sin el apoyo de sus tres pilares fundamentales: la familia, los supervivientes del chavismo y el Ejército. Esos tres elementos clave se sustancian en tres nombres sobre los que se sustenta el poder en Venezuela: Cilia Flores, la primera dama, Diosdado Cabello, el guardián del chavismo y enlace con el Ejército, y Tareck el Aissami, el nuevo vicepresidente y aspirante a delfín del régimen.

La mujer que mueve los hilos

Son numerosas las voces que en Venezuela señalan a Cilia Flores (Tinaquillo, 1956) como el cerebro que mueve los pasos de su marido, Nicolás Maduro, con el que esta abogada se casó en el 2013. Maduro, de escasa formación y pasado como conductor de autobús, profesa ciega admiración por Flores, a la que llegó a comparar con una actriz de Hollywood por su belleza. Pero Cilia es mucho más que eso. Temperamental, posesiva y con fama de vengativa, fue una de las artífices de la defensa legal de Hugo Chávez tras la fallida tentativa golpista de 1992. De la mano del comandante fue creciendo en la estructura venezolana y alcanzó su particular cima en el 2012, al ser nominada como procuradora general, el más alto cargo de la judicatura. Ahora ocupa asiento en la Asamblea Nacional Constituyente, donde ejerce como fiel vigilante del respeto a la figura de Maduro. Cilia Flores tiene muchas sombras de corrupción a sus espaldas. Las acusaciones de nepotismo son recurrentes. La oposición llegó a cifrar en 42 los familiares de la primera dama empleados en los distintos órganos de la Asamblea Nacional en el año 2012. «Eso son cosas de los mercenarios de la pluma que solo quieren desprestigiarme», responde la mujer de Maduro a todas las acusaciones.

La mano dura del régimen

Diosdado Cabello (Monagas, 1963) se autodefine como «bolivariano, revolucionario y chavista radical, en la construcción del socialismo». Sus críticos lo señalan como la mano dura del régimen madurista. Empezó como guardián de las esencias de los leales a Hugo Chávez, con el que participó en la intentona golpista de 1992 siendo subteniente. Pero sus contactos con el Ejército, el principal sostén del régimen, y su ambición personal le han permitido maniobrar a espaldas de Maduro para hacerse con una auténtica fortuna y llegar a ser el número dos de facto del país. Fue presidente de la Asamblea Nacional entre el 2012 y el 2016 y pasó por casi todas las carteras importantes del Gobierno, además de ser gobernador en el estado de Miranda. Su mujer es la actual ministra de Turismo.

Cabello es el martillo de Maduro contra la oposición. Suyas son las más duras acusaciones contra los críticos y especial temor despiertan sus amenazas a los adversarios políticos, que saben que pueden acabar en la cárcel si son señalados por él.

Entre el narcotráfico y el futuro

La última incorporación al núcleo duro de Maduro es la del vicepresidente, Tareck el Aissami (Mérida, 1974), hijo de otro de los leales colaboradores de Chávez antes de llegar al Gobierno y que empezó como aliado de Cabello. El Aissami fue ministro del Interior, pero se le vincula con el incremento del narcotráfico y la violencia en el país. Por su ascendencia siriolibanesa, se le relaciona con el grupo islamista radical Hezbolá, a algunos de cuyos dirigentes facilitó pasaportes falsos. También aparece vinculado a varias tramas de evasión de capitales en todo el mundo.