El ejército de Nicaragua pone distancia con Ortega

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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OSWALDO RIVAS | REUTERS

El portavoz del Ejército, el coronel Manuel Guevara, había expresado horas antes su rechazo a participar en la represión contra los manifestantes

14 may 2018 . Actualizado a las 07:15 h.

El Ejército de Nicaragua ha puesto distancia con el presidente Daniel Ortega tras la intensificación de las protestas en contra del antiguo guerrillero sandinista. «Somos el pueblo mismo uniformado, trabajando en su propio beneficio y, consecuentes con esto, hacemos un llamamiento a detener la violencia y acciones que nos desestabilizan», señalaron la noche del sábado las Fuerzas Armadas mediante un comunicado.

El portavoz del Ejército, el coronel Manuel Guevara, había expresado horas antes su rechazo a participar en la represión contra los manifestantes. «Creemos que el diálogo es la solución», dijo a la agencia AFP en lo que se interpretó como un intento de desmarcarse de una posible actuación en la crisis. Son ya tres semanas de manifestaciones contra Ortega que dejan más de cincuenta muertos y que se han intensificado los últimos días.

La localidad de Masaya, a pocos kilómetros de Managua, se ha convertido ahora en el centro de las protestas. El sábado fue un día sangriento para quienes se manifestaban allí. Al menos una persona murió y decenas resultaron heridas en los choques contra las autoridades, según el diario La Prensa. La jornada dejó imágenes muy criticadas, como la de una persona disparando un fusil de asalto AK47 contra los manifestantes ante la mirada pasiva de al menos dos policías. El vídeo fue publicado en las redes sociales y llevó a las oenegés a denunciar la actuación de paramilitares afines a Ortega que disparan contra quienes protestan con el consentimiento policial.

Una caravana de al menos un centenar de personas salió desde Managua rumbo a Masaya, en la mañana de ayer, para dar su apoyo a quienes allí protestan. Se encontraron con un centro de la ciudad saqueado. Quienes siguen en la calle reiteran que quieren la dimisión de Ortega y de su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.

El presidente rompió su silencio la tarde del sábado tras dos semanas sin aparecer públicamente, mediante un escueto comunicado telefónico. «Queridos hermanos y hermanas de Masaya, con el corazón de Nicaragua, llenos de dolor, va este mensaje de fe cristiana a todas las familias que sufren esta tragedia que hoy nos enluta. Les queremos reiterar el llamamiento y el compromiso de ponerles fin a la muerte y la destrucción, que no se siga derramando la sangre de hermanos». El país espera el inicio de un diálogo que cada vez se ve con más desconfianza, pero que para muchos es la única solución. Una de las condiciones de la Iglesia, garante de la mediación, es que Ortega permita el ingreso al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, algo que el presidente aún no avala.

¿Un intento de plantear una transición posorteguista?

«Vemos al Ejército jugando un papel político y con posibilidad de inclinar la balanza de uno u otro lado», declaró la socióloga Elvira Cuadra, experta en temas de seguridad, a la agencia DPA. A su juicio, la postura adoptada por los militares «es una buena señal», aunque se ignora qué actitud tomarán en el ajedrez del diálogo. «Por el momento, les doy el beneficio de la duda», afirmó.

Un ex alto oficial retirado del Ejército hace seis años considera que, sea cual fuere el resultado del diálogo, la intervención castrense «puede destrabar definitivamente» la crisis y plantear una «transición posorteguista». Por su carácter apolítico y apartidista, el Ejército se ha mantenido como un observador de la rebelión. «Si apoyara al presidente en la represión, causaría un baño de sangre sin precedentes; si apoyara a los manifestantes, tendría que enfrentarse a la policía provocando una fractura del Estado», razonó el exmilitar.

El exgeneral Humberto Ortega, hermano del presidente y que dirigió el Ejército entre 1979 y 1995, declaró que este «no debería involucrarse» en el conflicto. Ortega, que ha criticado en varias ocasiones al Gobierno de su hermano, envió días atrás una carta al Comando Sur de EE.UU., al Departamento de Estado y a los jefes de Defensa de Centroamérica, en la que advertía del peligro de un «colapso» en el país y la necesidad «de que el Ejército de Nicaragua siga firme en su carácter profesional no partidista».