Trump acusa al fiscal del Rusiagate de interferir en las elecciones de mitad del mandato

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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MICHAEL REYNOLDS

Mantiene que el FBI, por orden de Barack Obama, introdujo un espía en su campaña para ayudar a Hillary Clinton

30 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Donald Trump siempre fue un experto promotor de las teorías de la conspiración. Como candidato republicano, el magnate aseguró que el gobierno estadounidense sabía de antemano los ataques del 11 de septiembre, insinuó que Antonin Scalia (juez del Tribunal Supremo) fue asesinado y sostuvo durante años que Barack Obama había nacido en Kenia y no en Honolulú (Hawái), algo que inhabilitaría al expresidente para presentarse a las elecciones.

En la actualidad, y ya como presidente de EE.UU., el neoyorquino lleva semanas aferrándose a una nueva historia que él mismo ha bautizado como Spygate y según la cual el FBI, por orden de Barack Obama, introdujo un espía en su campaña para ayudar a Hillary Clinton. Lo que los medios publicaron en realidad, fue que el Buró Federal de Investigaciones tuvo un informante que contactó con varios exasesores de Trump para investigar la ya acreditada injerencia rusa. «El objetivo era saber qué intentaban hacer los rusos para infiltrarse en nuestras elecciones, no espiar a la campaña per se», matizó ayer el exdirector de Inteligencia Nacional, James Clapper.

Sus declaraciones fueron desmentidas por Donald Trump, quien además dio un paso más en sus acusaciones hacia el FBI. «Los demócratas enfadados que trabajan en la caza de brujas amañada se están entrometiendo en las legislativas», denunció el mandatario tras asegurar que las pesquisas que pilota el fiscal especial Robert Mueller tienen fines políticos.

Su embestida fue un nuevo intento de erosionar la confianza pública en las instituciones, sembrando la sospecha en la clase política y promocionando su propia versión de la realidad. «El efecto en la vida de la nación de un presidente inventando teorías de la conspiración para distraer la atención de las investigaciones legítimas es corrosivo», advirtió el historiador presidencial Jon Meacham en The New York Times.