La canciller que se resiste a su declive

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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FILIP SINGER | EFE

La crisis migratoria, el auge de la ultraderecha, las embestidas de los populistas y la pérdida de aliados le pasan factura y mellan su influencia, tanto en casa como en Europa

15 jul 2018 . Actualizado a las 09:10 h.

Angela Merkel es como el ave fénix, porque siempre es capaz de resurgir de sus cenizas. Gracias a su talante conciliador, que roza la ambivalencia, a sus dotes negociadoras, y a su sobrada experiencia a la hora de medir los tiempos, la política conservadora ha superado numerosas crisis a lo largo de las tres legislaturas que lleva como canciller de Alemania. La última hace menos de dos semanas, cuando llegó a un acuerdo de mínimos con sus dos socios de Gobierno y salvó así la recién estrenada gran coalición. Sin embargo, nadie es invencible. Ni siquiera la todopoderosa Merkel, que en los últimos años ha perdido influencia tanto dentro como fuera de las fronteras alemanas. En casa muchos hablan ya del fin de una era y especulan con los nombres de sus posibles sucesores. En la escena global es víctima recurrente de una ofensiva populista que protagoniza el presidente de EE.UU., Donald Trump, posiblemente porque, con su idea de que las relaciones internacionales deben regirse por reglas multilaterales, la canciller se ha convertido en uno de los mayores obstáculos para el unilateralismo que promueve el magnate.

la crisis migratoria

El principio del fin. El declive comenzó cuando la jefa del Ejecutivo alemán optó por abrir en 2015 la frontera a los miles de refugiados que estaban varados en Hungría. Una decisión humanitaria que llevó al expresidente estadounidense Barack Obama a rebautizarla como la nueva líder del mundo libre. Pero también provocó una brecha insalvable con el jefe de su partido hermano y socio más a la derecha en el Gobierno, la CSU de Baviera, el Land al que llegaron la mayor parte de los casi 1,5 millones de inmigrantes que han entrado desde entonces en el país. Al principio, la población alemana los recibió con los brazos abiertos. Pero las agresiones sexuales en masa cometidas presuntamente por demandantes de asilo en la Nochevieja de 2015 y los ataques aislados perpetrados por extranjeros en el verano de 2016 propiciaron un giro en la opinión pública. Terminó imponiéndose el miedo de una sociedad que, habiendo vivido separada por un Muro durante más de 28 años y ante una reunificación que nunca se completó del todo, teme perder su estatus socio-económico.

auge de la ultraderecha

La gran beneficiada. La mandataria conservadora fue poco a poco perdiendo apoyo en las urnas. El mismo respaldo que ganó el partido Alternativa para Alemania (AfD), una formación que surgió en 2013 con un discurso meramente económico contrario a los rescates financieros del sur de Europa, y que hizo de los inmigrantes su tema central a partir de 2015. Tras capitalizar como nadie el creciente rechazo de la población a la llegada de refugiados, AfD cogió impulso y se ha colado ya en 14 de los 16 Parlamentos regionales, todos los que han celebrado elecciones desde entonces. Es más, aspira a quedar tercera o incluso segunda en los comicios que celebrará Baviera el próximo octubre. Por primera vez en la historia de Alemania, un país que aún no ha cerrado del todo la herida del nazismo, la formación xenófoba está representada en el Bundestag con 92 diputados, lo que la convierte en la principal fuerza opositora, después de haber obtenido el tercer puesto en las generales del pasado septiembre.

COALICIÓN CON ALFILERES

Los enemigos íntimos. Merkel volvió a ganar las elecciones de septiembre. Eso sí, con el segundo peor resultado en la historia de la CDU. Ello, unido al impulso de la ultraderecha y a la debacle sufrida por el SPD, la obligó a negociar con Los Verdes y los liberales del FDP. Contra todo pronóstico, las conversaciones no llegaron a buen puerto, y la jefa de la bancada conservadora tuvo que acudir a los socialdemócratas, su última esperanza para formar Gobierno. Después de meses de incertidumbre política en el país y de un intenso debate en el seno del partido, en marzo el SPD accedió a reeditar la gran coalición a cambio de ministerios de peso, como los de Finanzas o Exteriores. No obstante, lo que no se imaginaba la canciller era que su principal enemigo sería su formación hermana desde hace casi 70 años, la CSU, que teme perder la mayoría absoluta de manos de AfD en su bastión, Baviera. Por ello, su líder y ministro del Interior, Horst Seehofer, la amenazó con adoptar medidas unilaterales y romper la coalición si no obtenía el compromiso de sus vecinos europeos para frenar la llegada de refugiados.

ALEMANIA Y europa

Entre la espada y la pared. Son tiempos turbulentos para el continente por las incertidumbres abiertas tras el brexit, los ataques de Donald Trump y el auge de los populismos de signo nacionalista que proliferan en la Europa del Este. La canciller, que ha ido endureciendo el asilo a medida que era castigada por el electorado, ha perdido importantes aliados en Europa. Italia y Austria tienen ya gobiernos con partidos de ultraderecha, mientras que los países de Visegrado, tanto Hungría como Polonia, se la tienen jurada por obligarles a acoger un mínimo de inmigrantes. Además, la salida del Reino Unido de la UE la ha dejado sin un socio de referencia para imponer su visión liberal en Bruselas y la ha dejado en manos, y sin contrapesos, de quien es su principal sostén a día de hoy, Emmanuel Macron, con quien se dispone a reformar la UE. El problema es que el proyecto del presidente galo, que pasa por la creación de un presupuesto comunitario, también se topa con el rechazo de muchos en la CSU y la abierta oposición de los ultras del AfD, que acechan a que Berlín levante el veto a estas medidas europeístas para capitalizar el descontento que causarán. Sin embargo, la canciller sabe que la primera potencia europea necesita asumir un mayor liderazgo en asuntos como la guerra siria o el conflicto ucraniano. Y para ello necesita antes fortalecer el eje franco-alemán.

la cruzada de trump

La potencia exportadora. Tras la experiencia histórica traumática que supuso el ascenso de Hitler, Alemania desterró los ensueños de dominio basados en la expansión militar y se ha convertido en una potencia eminentemente comercial que ha hecho de la exportación el motor de su economía. Esto explica su apuesta decidida por la globalización y el empeño en construir una gobernanza multilateral basada en reglas, canalizada a través de organismos que diriman de forma pacífica los conflictos que puedan surgir entre países. Este esquema, que beneficia a las empresas germanas en el mundo, se interpone en el camino de potencias que, como Estados Unidos, han empezado a deducir que salen peor paradas de la globalización y, por tanto, catapultan a líderes populistas, como Donald Trump, que pretenden detener el tiempo, retornar al proteccionismo y desmantelar la gobernanza global para defender así sus intereses nacionales. El multilateralismo alemán por el que aboga Merkel es un estorbo sin sitio en esa idea del mundo.

La ficha

Datos personales. Angela Dorothea nació con el apellido Kasner el 17 de julio de 1954 en la extinta RDA. La hija de un pastor luterano se doctoró en Física por la Universidad de Leipzig. En 1977 contrajo matrimonio con Ulrich Merkel, de quien se divorció en 1982 y aún conserva su apellido. En 1998 se casó en segundas nupcias con Joachim Sauer. La pareja no tiene hijos y reside en Berlín.

La trayectoria. Es canciller desde noviembre de 2005. Merkel se unió a la CDU en 1990 y fue ocupando distintos cargos dentro del partido hasta el año 2000, incluidos los de ministra de Medio Ambiente y secretaria general. Desde 2002 es presidenta de la bancada conservadora, formada por la CDU y la CSU bávara.

Sus desafíos. Por primera vez tendrá que lidiar con un electorado que ha virado a la derecha y con una oposición que encabeza la formación ultra AfD. Además, la mujer más poderosa del mundo según Forbes, se enfrenta a divisiones en el seno de su Gobierno y a las embestidas de Donald Trump, Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin.