Grecia busca a más de 50 desaparecidos

clara palma hermann LESBOS / E. LA VOZ

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ANGELOS TZORTZINIS | AFP

Surgen las primeras voces acusando a las autoridades de haber perdido el control en la lucha contra el fuego mientras víctimas y ciudadanos intentan asimilar el trauma y la devastación

26 jul 2018 . Actualizado a las 07:28 h.

«¿Cómo es posible que después de tres días todavía estemos buscando a más de 50 personas?», pregunta con furia Ioannis Damianoglu. El coordinador del cuerpo de bomberos voluntarios de Nea Makri ha perdido su propia casa en el incendio que devoró varias urbanizaciones costeras a unos 30 kilómetros al noroeste de Atenas. «Tengo la incertidumbre de no saber dónde me voy a quedar cuando esto acabe, pero lo que más me duele son los muertos y los desaparecidos. Ese es el dolor que siento ahora mismo», explica por teléfono a La Voz.

En su vida anterior, pues el tiempo se ha congelado alrededor del epicentro de la tragedia, dirigía una agencia de seguros. Ahora, junto con miles de conciudadanos, se ha volcado en la tarea de vigilar los focos que aún se reactivan de tanto en tanto y de ayudar con las tareas de rescate. «Es una agonía constante», se lamenta. «Poco a poco los desaparecidos van siendo identificados, pero de momento todos están muertos. No aparece nadie con vida».

Este es el caso de Grigoris y de Andreas Fitros, de 54 y 11 años de edad respectivamente. Las fotos del padre y el hijo desaparecidos desde el lunes, difundidas en un principio por familiares y amigos, se habían vuelto virales en las redes sociales. Ayer por la mañana, sin embargo, los medios griegos anunciaron que habían sido identificados como dos de las 79 víctimas mortales confirmadas hasta la fecha. Los cuerpos carbonizados fueron hallados al lado del coche de la familia, fundidos en un abrazo. Evita, la otra hija, había sido hallada sin vida el día anterior en unas rocas cercanas al mar, por las que probablemente se despeñó en su huida.

«Los errores del Estado los están pagando los muertos», lamenta un voluntario

El drama que quizá más ha conmocionado al país es el de Yannis y Eleni, los padres de dos gemelas de nueve años que desaparecieron junto a sus abuelos. Después de haber recorrido hospitales y morgues en su búsqueda, creyeron reconocerlas en un vídeo en el que un grupo de personas es rescatado por un barco pesquero. El país entero se lanzó a la búsqueda de las niñas. «Queremos saber si han muerto o si aún podemos mantener la esperanza», imploraba el padre ante las cámaras. Ayer por la tarde la policía pudo confirmar que las pequeñas del vídeo no son Sofía y Vasilikí. De las gemelas sigue faltando cualquier rastro.

El número total de desaparecidos es imposible de determinar pero fuentes del ayuntamiento de Rafina, el municipio que se está haciendo cargo de las zonas afectadas, señalan que los muertos acabarán superando el centenar. Ayer por la tarde solo un tercio de las viviendas quemadas habían sido inspeccionadas por los equipos de rescate en busca de cadáveres. Las labores avanzan con lentitud y son muchos ciudadanos que denuncian que las autoridades se están viendo sobrepasadas por los acontecimientos.

Perdieron el control

Ioannis, el voluntario de Nea Makri, no duda en cargar contra la gestión que se está haciendo de la crisis. «Ni el Estado ni los bomberos se han organizado bien, y parte de la tragedia es responsabilidad suya. Perdieron el control de la situación. Sus errores los están pagando los inocentes, en este caso los muertos», denuncia lamentando que muchas víctimas podrían haberse salvado si hubieran sido alertadas para abandonar sus casas a tiempo.

La catástrofe supera ya con creces al incendio que arrasó el Peloponeso en agosto de 2007, cobrándose la vida de 63 personas y ya no es solo el siniestro más mortífero en el continente en lo que va de siglo sino el segundo más letal en el mundo desde el que se produjo en Australia en el 2009. Las altas temperaturas y el escaso mantenimiento de los terrenos particulares han contribuido a que nueve años después se repita la tragedia, sostiene Yorgos Kokolis, el teniente de alcalde de Rafina. Otro de los motivos, apunta en declaraciones a este diario, son los incendios provocados de forma deliberada en parcelas no edificables con fines de especulación urbanística.

A esto hay que sumar la escasez general de recursos. Cuando las llamas arrinconaron la urbanización de Mati, donde se concentra el mayor número de víctimas, los aviones contraincendios estaban luchando contra otro frente, al otro lado de la región del Ática. Hace hoy justo una semana, los bomberos griegos enviaban al ministerio del Interior una carta desesperada pidiendo más equipamiento protector y la renovación de la flota de vehículos, así como que se destinasen más fondos a la prevención.

«Una y otra vez el Estado griego es incapaz de proteger de forma efectiva las vidas y los bienes de los ciudadanos», acusó el líder de la oposición, el conservador Kiriakos Mitsotakis, si bien señaló que ahora «no es el momento de buscar responsabilidades».

Hace una semana los bomberos denunciaron a las autoridades falta de medios Para los expertos, era una tragedia anunciada. «Los pinos eran viejos, muy altos y grandes. Aportaban el combustible necesario para que las llamas crecieran y se desplazaran con rapidez desatando una enorme carga térmica» que fundió hasta las carrocerías de los coches, explicó a AFP el ingeniero forestal Nikos Bokaris, «Lo vemos bien con el ejemplo de California. Incluso en los países que destinan muchos recursos a la lucha contra el fuego, representa un desafío enorme la coexistencia entre el tejido urbano y un entorno boscoso», cuenta el geógrafo y experto en catástrofes Kostis Kalambokidis,

Solidaridad

Entretanto, las muestras de solidaridad de todo el país siguen inundando la zona afectada y el ayuntamiento de Rafina ha tenido que pedir que los ciudadanos no envíen más alimentos o medicinas. El teniente de alcalde confía en que la situación pueda volver poco a poco a la normalidad. «Hoy hemos retirado los vehículos quemados y estamos ya abriendo las calles al tráfico. También hemos restaurado el suministro de agua, aunque la luz tardará por lo menos una semana en llegar», admite. «Lo que es importante ahora es localizar a todos los muertos y desaparecidos y evaluar los daños materiales en los edificios», remata. «Después de eso, habrá que empezar a restaurar las casas para que la gente pueda volver a sus hogares lo antes posible».