Mangkhut deja 59 muertos en Filipinas y hace temblar rascacielos en Hong Kong

La Voz SHANGHÁI / COLPISA

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JEROME FAVRE | efe

El tifón ha dejado un rastro de dieciséis desaparecidos y 130.000 evacuados

17 sep 2018 . Actualizado a las 07:38 h.

Rascacielos de más de treinta pisos que se bambolean. Andamios de bambú que se doblan como si fuesen una hoja de papel. Desprendimientos en fachadas, caída de grúas, rotura de cristales por doquier, y olas que entran hasta el portal. Empleados de hoteles que tratan, sin éxito, de contener la ira del viento agolpándose contra puertas que terminan abriéndose de par en par. Y viandantes escépticos que comprueban, al salir volando, cómo los meteorólogos no exageraban cuando pidieron a la población que no saliese de casa. El tifón Mangkhut se confirmó ayer como el peor fenómeno de este año en todo el mundo y se despidió causando estragos en Hong Kong, Macao y la provincia china de Guangdong.

Afortunadamente, y a pesar de la imprudencia de quienes se arriesgaron a retransmitir en directo el huracán con sus móviles o de quienes cogieron el coche haciendo caso omiso del peligro que suponía la continua caída de árboles, la cautela que había impuesto China predominó entre la población y surtió efecto. Más de 2,45 millones de personas habían sido evacuadas, 48.000 barcos habían regresado a puerto y las obras en 29.000 edificios en construcción fueron detenidas y aseguradas.

Así, a pesar de los cuantiosos daños materiales causados por rachas de viento de hasta 230 kilómetros por hora, hasta anoche las autoridades del gigante asiático no informaron de ninguna víctima mortal. No obstante, en Hong Kong, una de las primeras ciudades que sufrieron el impacto de Mangkhut y que activó hasta bien entrada la tarde la alerta número 10 -la mayor de su escala para medir tifones-, se registró un centenar de heridos. Y no se descarta que hoy sí haya noticia de fallecimientos en el sur del país. No obstante, China ha demostrado un gran avance en su capacidad para hacer frente a fenómenos naturales que hace solo una década habrían dejado centenares de muertos. Ahora, el esfuerzo se centrará en volver a la normalidad.

De momento, anoche varios aeropuertos de la región del río Perla, en los que se han cancelado más de 1.500 vuelos, reabrieron sus pistas. Pero sus gestores reconocen que tardarán varios días en transportar a los viajeros que han quedado atrapados.

En Filipinas la situación es muy diferente. Como habían vaticinado los equipos de rescate que ayer alcanzaron las zonas más azotadas, el tifón ha dejado a su paso un reguero de desolación en el norte de la isla de Luzón.

Desprendimientos

Allí, los desprendimientos de tierra se convirtieron en el fenómeno más mortal y dispararon el número de fallecidos a 59, una cifra provisional que podría continuar aumentando en la región de Cordillera, porque todavía hay 16 desaparecidos.

El presidente, Rodrigo Duterte, inspeccionó desde el aire la zona arrasada y afirmó que el Gobierno está utilizando todos los recursos para rescatar vidas y recuperar la normalidad. No será fácil. Ayer 130.000 personas continuaban en centros de evacuación.