May estudia elecciones en noviembre si fracasa su plan sobre el «brexit»

íñigo gurruchaga LONDRES / COLPISA

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JACK TAYLOR | afp

Corbyn intenta difuminar la exigencia de las bases laboristas de un segundo referendo

24 sep 2018 . Actualizado a las 18:38 h.

La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, pidió ayer a sus correligionarios que mantengan la «cabeza fría» en un momento en el que las negociaciones del brexit han encallado en Bruselas y han surgido rumores sobre unas elecciones anticipadas en el Reino Unido. The Sunday Times afirmaba en su edición dominical que los ayudantes de Theresa May analizan la posibilidad de convocar unas elecciones en noviembre si no hay acuerdo con la UE o si el Parlamento rechaza el que ella haya logrado. Es lo que pronostica Corbyn, la razón por la que cree que apoyar ahora una segunda votactión es dividir a su electorado potencial.

Y esa fue la idea con la que asistió ayer a la reunión de más de cien delegados de agrupaciones laboristas, los representantes de los sindicatos que financian el partido y miembros de la ejecutiva para consensuar una o dos mociones sobre la celebración de un segundo referendo que presentarán hoy a la asamblea que los laboristas británicos celebran esta semana en Liverpool. Keir Starmer, responsable de la política del brexit, presidió un encuentro cuyo desenlace definirá la conferencia anual y que todavía se desconocía a la hora de escribir esta información.

Starmer es una persona idónea para la tarea. Su amigo Phillippe Sands, abogado especialista en litigios sobre derechos humanos, lo describía en un perfil publicado por la revista New Yorker como un hombre campechano en el pub y que mantiene también su exquisita cortesía en reuniones a las siete de la mañana. Su capacidad de concentración es legendaria. Sus compañeros de despacho recuerdan el día en el que Starmer analizaba en su mesa los documentos de un caso cuando un ladrón entró por la ventana, robó quizás un móvil y una cartera y se marchó por donde había venido sin que el futuro fiscal del Estado advirtiese el ir y venir del caco a sus espaldas.

Su carrera como letrado o máximo responsable de la Fiscalía de la Corona -tampoco su breve trayectoria en el grupo parlamentario laborista antes de la elección de Jeremy Corbyn como líder- no sugiere que sea un seguidor entusiasta de la deriva actual del laborismo. Es percibido como el más destacado miembro entre los disidentes que aceptó servir en el gabinete en la sombra.

No es una tarea sencilla. Según The Guardian, el equipo de Corbyn entregó a los asistentes a una reunión de dirigentes del partido, el pasado enero, copias numeradas de un documento que el líder comenzó a leer. Starmer interrumpió la lectura exclamando: «¡No!». Temeroso de que dimitiese el único político leal de la facción moderada, Corbyn abandonó la lectura, se retiraron las copias, y hasta hoy.

Votos

Siempre según The Guardian, el documento modificaba el objetivo laborista sobre el brexit acuñado por Starmer. Una vez en el Gobierno negociarían el establecimiento de «una unión aduanera», con el máximo acceso posible al mercado común. La vaguedad es evidente. La estructura que Theresa May propone y que la UE ahora rechaza podría describirse en los mismos términos genéricos.

Starmer ha negado que su propuesta pretenda prolongar la negociación con la UE de tal modo que la relación actual se mantenga y el brexit se desdibuje con el paso del tiempo. Ayer tenía una tarea con hechuras similares: cómo transformar el deseo de apoyar la exigencia de un segundo referendo por la mayoría de los miembros del partido en un compromiso más vago.

El contexto muestra las dificultades. Una gran manifestación por el voto del pueblo recorrió ayer Liverpool. Corbyn dijo a la BBC que apoyará un referendo si la conferencia lo vota, sin ilustrar al público sobre lo que se trama en la trastienda.