Ciertos productos como el ajo o la cebolla hacen que la comida ingerida regrese al esófago y tengamos esa sensación de regurgitación
¿Alguna vez has sentido que los alimentos «repiten» en tu interior justo después de una comida? A decir las investigaciones en el tema, más de un tercio de las personas también lo sienten y, al contrario de lo que podríamos pensar, esto no se debe a ningún problema digestivo sino más bien a ciertos alimentos que comemos y que deberíamos tener en cuenta a la hora de preparar nuestros platos.
Esta sensación de que la comida quiere salirse por momentos, como expulsarse de nosotros, es debido a que en la unión del esófago y el estómago existe un esfínter conocido por los especialistas como esfínter esofágico inferior que impide que el contenido del estómago llegue de nuevo al esófago. Sin embargo, ciertos productos excesivamente condimentados o ricos en grasas hacen que la comida ingerida regrese al esófago y existan expulsiones de gases o regurgitación. En otras palabras, en nuestro interior se produce un reflujo gástrico que nos hace sentir esta extraña sensación.
Es por ello que nunca lo debemos asociar con que la comida nos haya sentado mal, sino más bien con los alimentos que ingerimos. Estas son algunos consejos para evitar que nuestras comidas nos repitan:
Alimentos de los que debemos reducir su consumo
Bollería, repostería, pastelería industrial; verduras y hortalizas muy ácidas; las legumbres si llevan mucha grasa; leche y derivados lácteos enteros o azucarados; embutidos; huevos fritos; bebidas alcohólicas, gaseosas y zumos ácidos o azucarados; comida precocinada o excesivamente condimentada.
Mucha atención al ajo y la cebolla
Por lo general, ambos productos suelen estimular que nuestras comidas se repitan. Un primer consejo sería no utilizarlos envejecidos. En el caso del ajo es bueno quitarles su germen una vez pelados. Con estos productos, si los cocinamos bien antes de consumirlos, reducimos la posibilidad de que nos produzcan esta sensación. En el caso específico de la cebolla, una técnica que utilizan algunos es que una vez cortadas, las ponemos en un bol con agua a temperatura ambiente durante 20 o 30 minutos, desechando el líquido después de este tiempo.
Evita las comidas excesivas
Además de la comida y la cena habitual, es recomendable comer pequeñas meriendas en el transcurso del día para evitar la sensación de hambre y comer de forma compulsiva.
Cuida tu salud intestinal
Para ello es fundamental ingerir productos probióticos, prebióticos y simbióticos, los cuales favorecen los buenos microorganismos al interior del aparato digestivo. También se debe evitar la ingesta de alimentos muy ácidos de forma excesiva.
Aumenta el consumo de productos de origen vegetal
Los productos como las carnes y sus derivados requieren más tiempo para su digestión y liberan más cantidad de jugo gástrico, es bueno reducir su consumo y aumentar así la ingesta de verduras y frutas.
Ejemplo de buenas prácticas en nuestra alimentación diaria y para preservar bien la digestión es este tartar de calabacín y quinoa. El plato promueve el consumo de productos de origen vegetal, ideal para cualquier época del año. Incluso, es posible añadir tomate a la receta. También es recomendable esta ensalada campestre de setas con tomates de la huerta para ingerir productos que cuidan de la salud. Esta elaboración mezcla una verdura muy característica, como es el tomate, con las mejores setas de la huerta para hacer referencia al campo, además del queso fresco. La ensalada desarme, con garbanzos, espinacas y bacalao también es perfecta para acompañar nuestras comidas y mejorar la salud digestiva; además es un plato tradicional de nuestras cocinas y muy fácil de elaborar en casa.
Si te gusta la pasta puedes degustar esta receta de pasta fresca casera con gazpacho de aguacate, una propuesta ideal para todos, especialmente para veganos, vegetarianos y alérgicos, ya que la cocinaremos sin huevo, empleando únicamente harina y agua.

Alimentos con almidón resistente en nuestra comida: una forma de proteger la salud intestinal
Aunque muchas veces se nos ha dicho que el consumo de alimentos recalentados suele ser perjudicial para la salud, la realidad es que en algunos casos poner un grupo específico de productos en la nevera después de haberlos cocinado es una excelente estrategia para fortalecer la microbiota intestinal.
Esto es gracias a que contienen un almidón resistente, un tipo de molécula presente como reserva de energía en la mayoría de vegetales, y que al consumirla aporta enormes cantidades de glucosa (hidratos de carbono). El almidón resistente es la porción del almidón que no se digiere a través de enzimas como la gran parte de los alimentos, sino que se absorbe a través de los microorganismos presentes en el interior del aparato digestivo.