UN PROYECTO DE ALIMERKA

No hay fórmulas milagrosas pero sí herramientas en forma de vitaminas que debemos potenciar para así crear una barrera que haga de escudo frente a tanto virus invernal

La nutrición importa, y mucho, a la hora de protegernos frente a los tan frecuentes catarros que nos azotan cada invierno. Pero, aunque no te descubramos nada nuevo, conviene siempre recordar que la receta del éxito para resistir a los temidos virus de la época es la combinación de una buena alimentación junto con hacer ejercicio y tener un sueño de calidad.

Alternar alimentos sólidos con líquidos ayuda de forma positiva en el sistema inmunitario, especialmente los últimos. Los que sí deben quedar fuera de la ecuación son los ultraprocesados, que no aportan más que calorías vacías cuando lo que necesitamos en esta época de virus característicos del otoño y del invierno son buenos aportes de macronutrientes y micronutrientes. Este que se acaba de mencionar es un claro ejemplo de que la alimentación puede actuar como un factor debilitante o potenciador, al mismo tiempo que una buena disponibilidad de los alimentos juegan un papel crucial en los mecanismo de defensa de nuestro sistema inmune.

Micronutrientes esenciales son la vitamina A (betacarotenos), vitamina B6, vitamina B12, vitamina C, vitamina E, hierro, zinc, cobre y selenio. Todos ellos son relevantes para poner en marcha a respuesta inmunológica de nuestro organismo e influyen en la susceptibilidad a la hora de sufrir infecciones.

El zinc, por ejemplo, es vital para que los linfocitos B produzcan anticuerpos que nos protejan ya no solo frente a toses y mocos sino también en caso de diarreas o intolerancias alimentarias. Los alimentos que más zinc contienen son el marisco, las legumbres, las semillas, la carne roja, los frutos secos, los productos lácteos, los huevos, los cereales integrales, las patatas o las judías verdes, entre otros.

En cuanto a las vitaminas a tener en cuenta, que son muchas, nos vamos a fijar de primeras en las que tienen antioxidantes como es el caso de la vitamina C. No es necesario repetir hasta la saciedad que comer fruta, especialmente las que tiene más vitamina C, ayuda a reforzar las defensas y también a la absorción de hierro. También colabora activamente en la compleja producción de las células en la sangre, así como en la producción de glóbulos blancos, como los linfocitos o los neutrófilos. Además de las naranjas, los kiwis, las fresas y la papaya, son también alimentos portadores de esta vitamina el brócoli, las coles de Bruselas, el pimiento rojo, el perejil o los berros.

Tras la C, está la vitamina D. Y es que aunque es una vitamina cuyos niveles pueden disminuir con la falta de luz solar, hay alimentos que ayudan a restituir la falta de rayos del sol. Aquí repiten el marisco, los lácteos o los huevos pero también incluimos las setas, el aguacate el hígado o el pescado azul.

Tras estas pinceladas que ayudan a fortalecer el sistema inmune, toca proponer recetas en las que se aporten todos los nutrientes que nos hacen falta para enfrentarnos a los temidos resfriados de la temporada. Aquí van tres:

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