UN PROYECTO DE ALIMERKA

En esta época del año es cuando más comida se desperdicia. El congelador suele ser un buen aliado para evitarlo, pero ¡ojo que no todo vale para congelar!

Navidad y todas sus fiestas ya están asomando la cabeza. Es el momento del año en el que se desperdicia más comida, por lo que entre tanta propuesta de recetas y postres sorprendentes toca también concienciar sobre cómo evitar el desperdicio alimentario y, al mismo tiempo, conocer los errores frecuentes y que debemos evitar.

Cómo no, el congelador en un gran aliado en estos casos pero también puede acabar volviéndose en nuestra contra si introducimos en él alimentos que creíamos que sí se podían congelar y que, al hacerlo, los estamos condenando a acabar en el cubo de la basura. Hacemos un repaso rápido sobre diferentes alimentos o ingredientes que no deberían pasar por procesos de congelación y, en caso de que lo hagas, advertirte de las consecuencias.

Huevos

Nunca, bajo ningún concepto, debes congelar huevos con su cáscara. Por un lado, porque podrían estallar y, por otro, porque nunca van a parecer recién puestos cuando los descongeles. Los huevos, si están enteros, a la nevera siempre. Eso sí, si separas previamente la clara de la yema sí que congelan y se mantienen bastante bien. Sin embargo, en el caso de la yema es preferible batirla para evitar que se endurezca.

Frutas

Vaya por delante el lema de Bom Bom Chip que decía aquello de: “Toma mucha fruta, mucha fruta fresca”. Y es que, excepto los frutos rojos y el plátano, el resto de frutas tolera muy mal la congelación: pierden textura y empeoran su aspecto por lo que la fruta mejor siempre fresca y, en contadas excepciones, podemos recurrir a congelar estas dos que acabamos de mencionar.

Queso

Poder se puede congelar, pero al descongelarlo no se deja cortar de la misma manera que sin haberlo hecho, además de que pierde gran parte de sus propiedades y de sus características en cuanto a textura. Lo ideal, en caso de recurrir al congelador, es cortar previamente el queso en cuñas, en lonchas o en cuadraditos.

Verduras en crudo

Las verduras que se suelen comer en crudo como el tomate, la lechuga y cualquier otra hoja verde no quedan con buen aspecto, ni las mismas textura y sabor tras pasar por el congelador. Lo ideal para estos casos es hervirlas o escaldarlas antes de congelarlas, para que conserven mejor sus propiedades.

Patatas

Guisadas o cocidas, al descongelarlas se quedan con una textura nada deseable debido a la desaparición de la fécula. Esto también afecta al sabor por lo que es todo un despropósito introducirlas en el congelador. De hecho, es recomendable que si vas a congelar un plato en el que, entre otros ingredientes, haya patatas, las deseches y congeles el resto menos los tubérculos.

Mariscos

Aquí hay una norma de oro general y es que si congelas marisco, debes haberlo cocido previamente. Hay excepciones. Los bivalvos, como las almejas, sí se pueden congelar en crudo al igual que las gambas, langostinos y similares siempre que se hayan comprado frescos.

Tartas y pasteles caseros

Lo bueno de los postres caseros es que tienen un sabor especial respecto a los industriales. Y lo malo, es que no toleran bien los procesos de congelación y descongelación. Es más un tema de textura que un problema de seguridad alimentaria. Sin embargo, cuando lo descongelamos, nos gustaría que supiese igual de rico que antes de congelarlo… y esto, en este caso, no va a suceder.

Recetas con mayonesa o salsas similares

Ojo con las salsas que van al congelador y es que existe un elevado riesgo de que se corten. Mayonesa, salsa rosa y otras salsas emulsionadas o que tienen nata entre sus ingredientes no deberían congelarse por el riesgo que conlleva a nivel alimentario.

Tres pequeños trucos para congelar

1. Evitar la entrada de agua o aire en los alimentos. Para ello, te recomendamos usar un envase adecuado: rígido, sin grietas ni fisuras y a ser posible con cierre hermético

2. Guarda porciones más pequeñas. De esta manera, podrás descongelar solo lo que vayas a comer y evitarás verte en la tesitura de querer volver a congelar lo que ya sacaste del congelador.

3. Usar bolsas o tuppers especiales para procesos de congelación. Están a la venta en la mayoría de establecimientos.

Ya por último, la regla de oro: no vuelvas a congelar un alimento que ya fue congelado y descongelado previamente. La congelación inhibe el crecimiento de microorganismos y bacterias, que vuelven a proliferar cuando se descongelan. Y si volvemos a congelarlos, lo harán con más carga microbiana de la que ya tenían.

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