Así ha ayudado la lencería empoderar a la mujer

La Voz

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Mucho han cambiado las cosas desde que las mujeres tenían que ponerse ceñidísimos corsés para cumplir con el ideal de belleza. Pero también desde que Eva Herzogiva marcase un antes y un después con su "hola, chicos" en sujetador. Ahora, la ropa interior fomenta la independencia y libertad de las mujeres

23 oct 2019 . Actualizado a las 13:19 h.

Mucho ha llovido desde que en el año 3.000 a.C. las egipcias más pudientes se endosasen estrechas túnicas para distinguirse de las esclavas. Este símbolo de estatus en un periodo de la historia tan lejano no hizo más que marcar un punto y seguido en el recorrido de la lencería, que ha mutado hasta llegar a la actualidad adaptándose a los distintos periodos de la historia. Solo hay que poner el ojo en ese icónico anuncio de Wonderbra de los noventa en el que Eva Herzigova apareció en las marquesinas de medio mundo promocionando un sujetador con el eslogan: "Hola, chicos". Hoy en día algo similar sería impensable. 

En la actualidad la lencería es una extensión de las pautas de comportamiento de las mujeres. Libres, decididas, independientes y, por qué no, también sexys. Las opciones que se encuentran en el mercado son más amplias que nunca, pasando de un cómodo sujetador deportivo estético e interesante, a un bralette que queda a la vista de la camisa. Por supuesto, todas las mujeres, con más o menos facilidad, tienen opción a encontrar la talla de sostén y forma que más se adapta a su pecho. Pero esto no siempre ha sido así. Remontémonos al siglo XIX.

En torno a 1850 el conjunto de lencería no era otra cosa que un conjunto de prendas toscas que machacaban el cuerpo de la mujer, que por supuesto debía estar oculto, pese a que se trataba de verdaderas piezas obras de arte que, eso sí, eran casi herramientas de tortura. El must del momento era el corsé, cuyas varillas servían tanto para adoctrinar el vientre femenino hasta límites que superan la lógica como para mantener alejadas las manos largas. Que las había. Y mucho. De estas piezas que con tanta maña ponía Mammy a Escarlata O'Hara se pasó a los corpiños, que se abrochaban por delante. Pese a los relativos avances, comenzaron a alzarse las voces que alertaban de que este tipo de prendas provocaban abortos. Y los médicos aseguraban que reducían la capacidad pulmonar de las damas, sobre todo a piques de entrar en el siglo XX, pues fue el momento en el que se pusieron de moda las medidas imposibles, y entró en el paradigma estético la cintura de avispa. Entonces se apretaron tanto, tanto los corpiños que hay mujeres que incluso llegaban a desmayarse. Esta perversa tendencia duró hasta los años veinte, superada la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que, pese a todo, ayudó a la profesionalización de la mujer. A partir de ahí comenzó  a pujar fuerte la liberalización de la mujer diciendo adiós a corpiños y corsés, para que les fuera más sencillo llevar a cabo actividades laborales y de ocio. De hecho, lo que se intentaba, al contrario que en épocas anteriores, era reducir el volumen del pecho a su mínima expresión.

La popularización del brasier

Esta época marcó también un punto de inflexión porque empezó a diferenciarse la ropa interior de la lencería, con una marcada impronta erótica y sensual. Ayudó, en buena medida, que la revista Playboy empezara a mostrar mujeres sexualizadas en sus portadas. Y que, claro, se convirtiese en una publicación de referencia para buena parte del público masculino. Así fue como se popularizó el brasier, ese sujetador que aún en el día de hoy sigue siendo objeto de deseo de hombres y mujeres.

Las curvas de Marilyn Monroe hicieron mucho por generar admiración por figuras repletas de curvas y prendas de lencería que realzasen el potencial físico femenino y se estandarizó el reloj de arena como canon de la figura de la mujer. La entrada en acción del raso y las transparencias en esta época también se han mantenido a lo largo del tiempo. Aunque los diferentes momentos históricos que vinieron a continuación dieron paso abrieron el abanico a otro tipo de tejidos y formas.

Los años sesenta y setenta marcaron un punto de inflexión. La mujer buscó entonces transmitir su independencia a través, también de códigos de vestimenta que, por supuesto, incluían las prendas más íntimas. En una medida estricta o figurada, pues el movimiento hippie y el feminismo abogaron por abandonar el sostén como un signo de liberación. Tanto fue así que se dieron incluso manifestaciones en las cuales mujeres hartas de la opresión de la mujer, de manera simbólica, tiraban sus sujetador a un contenedor. Pero también lanzaron zapatos de tacón y revistas femeninas como ejemplo de objetos que no las representaban.

La ropa interior... cada vez más exterior

Ya en los ochenta, figuras como Jean Paul Gaultier marcaron una tendencia que se mantiene en la actualidad. La creación de este genio de corsés y fajas, que en sus desfiles las modelos lucían como prendas exteriores, marcó un antes y un después, pues con la llegada de grandes cadenas de moda que comenzaron a inspirarse (o directamente reproducir de manera más o menos fidedigna) en las grandes citas anuales de la moda, se popularizó la idea de que la ropa interior ya nunca más sería "moda íntima", y llegó una revolución imparable que se mantiene a día de hoy.

En los noventa fueron icónicos los momentos en los que supermodelos como Kate Moss lucían en eventos vestidos transparentes que dejaban al descubierto su ropa interior. Del mismo modo, fue la época en la que los pantalones tenían un tiro tan bajo, tan bajo, que dejaban al descubierto bragas y tangas sin que supusiera esto nada extraño. Es más, marcas como Calvin Klein aprovecharon la coyuntura para dejar el logo a la vista y así hacerse con un nicho de mercado mayor. 

Todo esto, sumado a la revolución feminista, la trivialización del sexo y el empoderamiento de una mujer segura de sí misma ha dado lugar a un totum revolutum que permite que en el mercado convivan todo tipo de prendas interiores: desde las más sexys y atrevidas a aquellas deportivas que buscan la comodidad, pasando por todo tipo de formas y tejidos que garanticen que la mujer se sienta segura y realizada.

Un cambio de paradigma en el plano sexual

Y precisamente en un momento histórico en el que la mujer es más libre que nunca para jugar con su cuerpo y divertirse en materia sexual, no son pocas las que aprovechan para dar rienda suelta a la pasión en los momentos íntimos con juguetes eróticos (ni falta hace mencionar el éxito del succionador de clítoris), complementos picantes o disfraces que dan lugar a todo tipo de juegos de rol. No son las mujeres las únicas que pueden fantasear creando un personaje que no son; de hecho, cada vez más hombres se inclinan por esta tendencia para garantizarse una noche de escándalo junto a su pareja sexual.

En el mercado hay todo tipo de opciones para agradar los deseos más íntimos de cada uno, porque en materia de gustos sexuales no hay nada escrito. Aunque lo que parece estar claro es que a la mayoría le gustan aquellas prendas o disfraces que sacan el mayor partido al cuerpo de hombres y mujeres.

Hay clásicos que parece que nunca pasan de moda a la hora de establecer juegos de rol. Los de enfermero, policía, bombero o azafato son un must. Jugar a las profesiones es algo que siempre ha llamado la atención de buena parte de la población; porque dejar de lado la rutina y lanzarse a simular ser otro siempre tiene un punto morboso al que pocos hacen ascos. Pero esta no es la única posibilidad que tiene un interesado en establecer otro rol en la actualidad. De hecho, para muchos es más interesante y atractivo entrar de lleno, por ejemplo, en la dicotomía del bien y el mal. Los disfraces de ángel y demonio son perfectos, entre otras cosas, para establecer relaciones de dominancia y sumisión, que tanto gustan a muchas parejas sexuales.

Y hay mucho más dentro de este campo que interesa conocer a un buen número de personas. Porque la caracterización, por sí sola, puede alimentar la pasión, pero para enriquecerla de verdad hay que mejorar la atmósfera en diferentes sentidos. Aunque hay personas que todavía están estigmatizadas por el uso de determinados juguetes, lo cierto es que quien los prueba no deja de aumentar su colección en poco tiempo. Para que la llama no se apague muchas parejas empiezan por elementos más soft como plumas o aceites de masaje. Pero la intensidad puede ir subiendo hasta las cotas que marque cada pareja. Una opción es ir añadiendo, paulatinamente, juegos algo más dark. ¿Qué tal unas paletas? Para cuando queramos pasar de las caricias a un juego de dominación/sumisión más intenso. Unas cuerdas de restricción puedes ser otra gran alternativa para empezar a crear una colección que podría acabar en una habitación roja similar a la de Cincuenta sombras de Grey. Las opciones que nos quedan a partir de aquí son un suma y sigue: esposas, plugs anales, un arnés o unas pinzas para el pezón que se pondrán los más salvajes.

¿Quién no ha soñado con recrar la escena de una película?

A diferencia de lo que ocurría hasta hace no demasiado tiempo, cada vez es más frecuente que tendencias sexuales de diferente índole salten a la palestra de manera natural. No solo en la intimidad de un hogar o un hotel, sino en conversaciones con amigos o distendidas charlas. Esto hace que el abanico de juegos y fantasías se abra a la imaginación. ¿Qué significa esto? Que la improvisación y la fantasía, o la recreación de escenas míticas de películas (cómo olvidar ese clasicazo de Sharon Stone en Instinto Básico) saltan a otro tipo de localizaciones o a poder llevarlas a cabo con diferentes personas. No en balde cada vez cogen más fuerza los locales de intercambio de parejas.

En conclusión, el siglo XXI nos ha dado las herramientas para apoderarnos de nuestra sexualidad y vivirla de una manera totalmente natural. No hay que pasar este logro por alto. Ni en nuestras más íntimas prendas ni en las práctica sexuales que deseamos llevar a cabo. Porque además, la sofisticación en materia de juguetes y disfraces también ha llegado a su punto más álgido: con precios competitivos, la seguridad, placer y los instrumentos ergonómicos nos permiten disfrutar de minutos (o incluso horas) llenas de lujuria y placer. ¿Vas a resistirte?