El azúcar, tan amado como temido, tiene muchas caras. Te presentamos opciones sanas para acompañar tu café o una tostada

El azúcar es tan amado como temido. Es una fuente de placer gastronómico (y del paladar) y también un dolor de cabeza dietético. Los llambiones asturianos saben bien de qué estamos hablando: el recetario asturiano tiene en el dulce uno de sus puntos fuertes. Por su parte, los nutricionistas aconsejan reducir la ingesta de azúcares libres o añadidos (los que se añaden durante el procesado o cocinado de los alimentos) y alaban el consumo de azúcares intrínsecos (los que están presentes de forma natural). Nuestros hábitos pasan muchas veces por acompañar cafés o yogures de una cucharada de azúcar o de miel. Pero hay otras opciones aún más sanas. Te las enseñamos.

Mermeladas caseras. Tiene una doble ventaja, porque además de ingerir azúcares naturales puedes aprovechar frutas y verduras que tienes en la cocina y evitas tener que tirarlas. Los ejemplos son muchos, pero si quieres ser original puedes optar por una mermelada de calabaza, de manzana con canela, de granada o de naranja. O esta mermelada de frambuesa y chía. Cocinadas a fuego lento y con cariño. Y otra variante saludable es la compota de frutas: también combate el desperdicio de los excedentes caseros. Fíjate en esta compota de manzana y peras al vapor. El azúcar propio de la fruta se concentra para extender su untuosidad por tostadas, bocadillos o postres dulces. Un lujazo.

Crema de dátiles. No es muy conocida pero es excelente. Se puede utilizar en el café o té porque sustituye al azúcar de mesa y sirve para alegrar yogures, bizcochos, pasteles… Tiene otra ventaja añadida: se conserva durante mucho tiempo en la nevera.

Fruta desecada/deshidratada o madura. Te puede servir, troceada, para endulzar yogures o como cereales de desayuno. También como chuchería cuando te quieras dar un capricho dulce: dátiles, orejones, ciruelas desecadas… Hay todo un mundo. ¿Y la fruta madura? Un plátano o una piña en estado de maduración son bocados dulces e hiperaludables. Y si eres una llambiona redomada, hornéalos o pásalos por la plancha: el calor libera aún más los azúcares naturales.

Recuerda que hay tres tipos de azúcares. Los intrínsecos son los más recomendables y se pueden encontrar en frutas y verduras, en la leche y derivados lácteos a los que no se les ha añadido azúcares. Están presentes de forma natural en los alimentos y no se aconseja limitar su consumo. Aportan además fibra y vitaminas antioxidantes. Los azúcares libres añadidos se añaden durante el procesado o cocinado y los más conocidos son el azúcar de mesa, la miel, los siropes, jarabes y concentrados de fruta. Se aconseja reducir su consumo lo máximo posible. Algo que también se sugiere en el caso de los azúcares libres, que están presentes de manera natural y de manera muy concentrada en miel, zumos naturales y concentrados de fruta.