La importancia de la resiliencia tras una época tan dura como el coronavirus

Israel Guerra PATROCINADO

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29 may 2020 . Actualizado a las 11:27 h.

Todas las personas pasan por situaciones difíciles a lo largo de sus vidas. Es su capacidad de resiliencia lo que marca la diferencia entre salir airoso o sumirse en una profunda depresión cuando las cosas se tuercen. Es, por tanto, vital conocer qué significa este término, así como aprender a hacer un buen uso de ella

En piscología, la palabra resiliencia hace referencia a la capacidad que tienen las personas para recuperarse positivamente de situaciones adversas. En este sentido, las personas resilientes consiguen desarrollar recursos que se encontraban latentes en su interior, que el propio individuo desconocía que tenía, para así superarse a sí mismo y a los problemas que le suceden. Este tipo de personas son más felices y alcanzan el éxito personal con más facilidad.

La resiliencia puede hacer referencia a una capacidad individual o colectiva, de un sistema o comunidad que atraviesa circunstancias traumáticas o especialmente complicadas sin que les afecte negativamente de forma permanente. La resiliencia puede voltear una situación negativa y que la persona o el colectivo salga fortalecido de ella.

¿Qué características tienen las personas resilientes?

Tal y como nos indica Sonia Castro, licenciada en Psicología por la UAM y actualmente orientadora/responsable de atención al alumno en el IEPP (Instituto Europeo de Psicología Positiva), hay unos rasgos de personalidad que suelen tener en común las personas más resilientes.

La resiliencia es una capacidad que también puede trabajarse en las personas que creen que tienen especial dificultad para superar las situaciones complicadas que se le presentan en la vida, como puede ser la pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental o una vivencia traumática.

Para conseguir ser más resilientes hay que confiar más en uno mismo, en su poder interior, y no mirar los problemas como insuperables, sino con perspectiva y ánimo de superación. Hay que mantener una actitud positiva y esperanzadora, buscando la parte positiva de cada conflicto.

Buena autoestima, empatía, optimismo y buen humor

Las personas resilientes mantienen alta su autoestima, sintiéndose seguros de sí mismos. Por el contrario, las personas inseguras tienden a magnificar los problemas porque se sienten incapaces de superarlos. Además, cuentan con una dosis extra de empatía para entender a los demás y ponerse en su lugar.

Un rasgo fundamental que acompaña a las personas resilientes es el optimismo y un buen sentido del humor. Son capaces de reírse en las situaciones más adversas. Convierten la risa en su mejor amigo y aliado y siempre se enfocan en los aspectos positivos.

Sociabilidad, flexibilidad, creatividad y buena gestión emocional

Tal y como indica Castro, las personas resilientes son personas sociables que tratan de abrirse y no encerrarse en ellas mismas. Cuentan con un entorno social amplio, con vínculos afectivos de calidad, con amigos y familiares que les sirven de apoyo.

Otro de los rasgos de personalidad más representativos que acompañan a este tipo de individuos es su flexibilidad para adaptarse a cambios inesperados con facilidad, sin dejarse abrumar, aceptando.  También son creativas, con un extenso mundo interior en el que poder refugiarse, de las que no se quedan en la parte superficial de las cosas y que cuentan con una buena gestión emocional.

Esta capacidad para gestionar sus emociones hace que manejen sus pensamientos y sus emociones correctamente, sin dejarse llevar por el pesimismo y la irracionalidad.

¿Qué deben hacer las personas que se consideran poco resilientes?

A todas las personas les gustaría ser resilientes. Contar con esa capacidad de superación que hace que los individuos puedan salir reforzados de situaciones realmente complicadas. Pero, ¿cómo lo hacen las personas que no han nacido con estas cualidades de forma innata? Pues, simplemente, trabajando. Las emociones y el pensamiento pueden entrenarse al igual que se hace con otras partes del cuerpo.

Nadie tiene por qué conformarse si no está satisfecho con su forma de ser o de actuar. Todo el mundo puede trabajar sus emociones por sí mismo o buscar esa ayuda necesaria que le haga ver que es posible mirar el mundo con otros ojos.

Pedir ayuda no es un signo de debilidad, es más bien todo lo contrario. Es una demostración de inteligencia y valentía de una persona que no esconde sus debilidades o aquello que no le gusta, sino que busca las vías para superarlas.

Los profesionales de IEPP utilizan la Terapia Positiva. Se trata de un método innovador, altamente eficaz, para tratar el plano psicológico de cada persona. Se centra en la búsqueda de estrategias que optimizan los recursos propios de cada individuo, ayudándoles a encontrar sus fortalezas innatas en lugar de centrase en sus debilidades.

Con la Terapia Positiva las personas comienzan a ser más resilientes, pues su autoestima mejora al ver cómo tienen en su interior capacidades que ellos mismos desconocían. De esta forma, mejora su autoestima; y ese es el primer gran paso que hay que dar para comenzar a sentirse mejor con uno mismo. Una persona que se quiere y se valora sí se ve capaz de enfrentarse a cualquier situación que se le presente y, superarla con facilidad.