Volver a ver a Lady Mary

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

16 may 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Entre los muchos placeres que ofrece Downton Abbey hay uno que no imaginaba que podría disfrutar tanto: volver a verla. Y volver a ver sobre todo a Lady Mary, esa mujer esnob y manipuladora hasta el extremo a la que sin embargo una no puede dejar de adorar. Como a su abuela, la condesa viuda de Grantham, interpretada por esa enorme actriz que es Maggie Smith. Nieta y abuela consiguen en esta magnífica serie ser tan odiadas como queridas a la vez, con esa altivez que les es propia y con una singular forma de ternura, que tiene que ver mucho más con la autenticidad incluso de las apariencias. Mujeres que tanto son ángeles como demonios, crueles hasta decir basta con su familia, interesadas y ambiciosas, al tiempo que provocadoramente reales. Este es sin duda el mejor acierto de la que ha sido considerada por los seriéfilos como una obra maestra. Porque nos creemos a todos los personajes mucho más allá del giro de guion. Hay algo muy shakesperiano en el montaje de Downton -la contradicción, la profundidad, la posibilidad de decir más- que atrapa a todos, pero en especial a las mujeres, estén arriba o abajo, como Anna, O’Brien o la señora Hughes, creadas por actrices a las que es difícil ver en otros papeles y que se nos han quedado muy adentro. Es verdad que a estas alturas no es necesario recomendar Downton Abbey, pero pobre de aquel que teniéndola ahí se la haya perdido.