Será bastante raro a partir de ahora. Esa sensación de que algo no encaja. Como cuando mueven un marco de fotos de la mesa del salón. O cambia de lugar las tazas. Todo parece igual, pero en realidad está distinto. No casa. Será bastante extraño a partir de ahora. Verte en la pantalla, Morgan, pero notar algo raro. Que estás cambiado. No sé. Una cosa un poco extraña. No reconocerte cuando narras la historia de las religiones. O que secretos guarda el universo. Si podemos sobrevivir a una apocalipsis zombi. Que había antes de que hubiese todo. Si el azar dirige nuestras vidas o si resulta que es cierto, que hay un destino. Que la suerte está echada.
Será chocante. Notar como tu voz está un poco cambiada. Que ya no recuerda tanto a la de Gandalf, el generoso mago de la fantástica saga. No sé. Puede que nos acostumbremos. Que lo hayamos olvidado en una temporada. Que tú sigues siendo tú. Pero que ya no es lo mismo. Que hay un detalle que falla. Y ya nunca más giraremos la cabeza para ver si es verdad que eres tú el que está en la tele. Porque esa voz. Esa voz que tanto conocemos. Esa voz inconfundible. Esa voz ahora se ha quedado callada. Adiós, Morgan Freeman. O mejor dicho, adiós a un actor de raza. Adiós a Pepe Mediavilla, que ha sido el señor Spock, el oso Baloo, Pedro Picapiedra, Nelson Mandela. Adiós a una de las voces más reconocibles. Aunque tuviese cien caras.