Un congreso para regenerar el PP

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

12 jun 2018 . Actualizado a las 07:29 h.

La mejor demostración de que Mariano Rajoy sigue sin asumir la causa última por la que ha sido desalojado del poder es el hecho de que mientras se dirigía ayer a los suyos sacando pecho por los logros alcanzados y sin nombrar siquiera la corrupción, se hacia pública la sentencia que acredita que el PP de Valencia se financió delictivamente en los años 2007 y 2008, mientras él mismo era el máximo responsable del partido. Algo que cuestiona incluso uno de los principales argumentos que esgrime Rajoy para justificar su aparente inacción ante los casos de corrupción que han afectado al PP: el de que ha tenido que asumir «errores» que no eran suyos. Rajoy acierta plenamente al no señalar delfines. Pero en su discurso sigue habiendo una clamorosa ausencia de autocrítica. Algo que deberá corregir de inmediato su sucesor si el PP aspira a volver a ser el partido hegemónico del centroderecha.

Y el tiempo apremia. Los populares disponen de poco más de un mes para renovar su liderazgo. Pero en ese congreso se juegan mucho más que la elección de un nuevo presidente. Es obvio que se necesita un debate de ideas, no solo de personas. Y que la primera tarea de aquel o aquella a quien elijan será devolver la ilusión a una militancia conmocionada por la pérdida del poder. Pero nada de ello será posible sin que se produzca antes una regeneración profunda. La «nueva etapa» que Rajoy invitaba a abrir ayer tendrá que comenzar necesariamente por que el próximo líder, alguien libre de cualquier hipoteca judicial, reconozca los errores que se han cometido en el pasado, pida perdón a la sociedad y a sus militantes por la corrupción y depure a todos los responsables directos o indirectos.

Preocupa por ello que, de momento, el debate en el PP se esté limitando a un baile de nombres como posibles sucesores, sin que se hayan escuchado argumentos de peso que asuman la necesidad de acompañar el rearme ideológico para hacer frente a los cambios operados en la sociedad española en los últimos años con un rearme moral que le permita afrontar el futuro, en el que todavía aguardan sentencias demoledoras, liberado del lastre del pasado. La necesaria apelación a la unidad y la integración futura de todas las familias no debe servir por ello de excusa para no apartar del partido a todos los que están bajo la sombra de la sospecha.

Solo si la militancia del PP acierta con el sucesor, y si este encara con valentía y total independencia una profunda regeneración, que no es incompatible con la reivindicación de la gran aportación que el PP ha hecho a la democracia, el partido estará en disposición de recuperar pronto el terreno cedido a Ciudadanos y disputarle al PSOE la victoria en las próximas elecciones. Pese a los temores de algunos, resulta irrelevante que haya uno o más candidatos. El PP no debe tener miedo a abrirse en canal en un debate público. Lo necesario es que de ese proceso salga un partido nuevo, limpio, renovado, y con un líder que no tenga que mirar hacia otro lado con cada nueva sentencia de la Gürtel.