PSOE y PP: apocalípticos e integrados

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño CRÓNICAS DESDE MADRID

OPINIÓN

PILAR CANICOBA

González y Aznar lideran la recuperación del discurso tradicional de sus partidos frente a quienes se resignan al auge del populismo

24 sep 2018 . Actualizado a las 07:40 h.

Para entender la reciente historia de España y la crisis del esquema bipartidista que había regido nuestra política desde la Transición, hay dos fechas clave. Una es el 15 de mayo del 2011, germen del movimiento de los indignados, que derivó en una protesta callejera sin precedentes que por primera vez cuestionaba no a uno solo, sino a los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP, y renegaba de lo que a partir de entonces comenzó a denominarse el régimen del 78. Una expresión que primero fue peyorativa, pero que es ya referencia admitida del modelo hasta entonces inédito de un paso no revolucionario desde una dictadura a una democracia plena. La otra fecha, muy cercana en el tiempo, que explica la huida hacia adelante del nacionalismo, es el 15 de junio del 2011, cuando el entonces presidente catalán, Artur Mas, tuvo que acceder al Parlamento autonómico en helicóptero, cercado también por unas protestas callejeras que incluían al nacionalismo como un representante más de una clase política a la que se responsabilizaba de una crisis económica y política que todavía no se ha superado.

Esos dos acontecimientos explican casi todo lo que ha sucedido en España en los últimos siete años, con la crisis del bipartidismo, el surgimiento de la mal denominada nueva política, en referencia a Podemos y Ciudadanos, y la transformación del nacionalismo catalán en un movimiento primero rupturista y a la postre golpista, que pretendía librarse así de la quema. Frente a esos dos estallidos sociales, los partidos tradicionales y sus votantes se dividieron en lo que, parafraseando al pensador italiano Umberto Eco, podríamos definir como apocalípticos e integrados. Los apocalípticos serían los que dan por hecho que el modelo del 78 está acabado y que la única posibilidad de supervivencia política es asumir una buena parte del discurso populista que representan las nuevas formaciones políticas y el brusco giro del nacionalismo contra la Constitución y el Estatuto catalán. Allí estaría encuadrado en el PSOE Pedro Sánchez, cada vez más cercano a las tesis de Podemos y más comprensivo con el independentismo, pero también un amplio sector del PP que, en la etapa de Rajoy, repudió el tradicional discurso de la derecha española y dio lugar a la paradoja de un conservadurismo que, en la práctica, estaba más cercano a la socialdemocracia y asumía como necesario reformular el núcleo duro del régimen del 78.

Los apocalípticos del PSOE y del PP son los que se habían impuesto hasta ahora. Y su fracaso es lo que explica el auge del populismo, de Ciudadanos y también del independentismo. Y, frente a ellos, resurgen ahora los integrados, que consideran que lo que ocurrió en el 2011 fue solo una llamada de atención ciudadana a su clase política que no implica una necesaria ruptura con la cultura de la Transición, que estiman perfectamente recuperable. En ese grupo de integrados, cada vez más poderoso e influyente en sus respectivos partidos, es donde se sitúan Felipe González y José María Aznar. De que sean los apocalípticos o los integrados los que acaben ganando la batalla en sus respectivas formaciones políticas depende en buena parte el futuro de España.

Feijoo ve una oportunidad en la crisis de las mareas

La onda expansiva de la crisis interna que afecta a Podemos y a sus confluencias llega hasta a Galicia. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, empieza a considerar que las próximas elecciones municipales marcarán el inicio de la descomposición de las mareas. Este hecho puede acabar dando lugar a inesperados pactos políticos entre el PPdeG y el PSdeG para repartirse alcaldías. En todo caso, el resultado de esos comicios tendrá también una gran influencia en las próximas elecciones autonómicas en Galicia. Si los socialistas mantienen sus alianzas municipales con unas mareas en decadencia, la victoria del PPdeG con una nueva mayoría absoluta en la Xunta podría estar más cerca.

El ministerio le viene grande al astronauta Pedro Duque

La designación del popular astronauta Pedro Duque como ministro de Ciencia, Innovación y Universidades fue uno de los principales golpes de efecto de Pedro Sánchez en la conformación de su Gobierno. Tres meses después, Duque ha dado ya muestras de que una cosa es ser un científico capaz de subir al espacio y otra gobernar los asuntos terrenales que afectan a las universidades y la ciencia españolas. La crisis desatada a raíz de los escándalos del caso máster y de las irregularidades en la Universidad Rey Juan Carlos no han tenido hasta ahora una respuesta adecuada por parte del ministro astronauta, que parece más bien asistir a lo que sucede con la perplejidad de un marciano.

Un PP eufórico apuesta ya por elecciones cuanto antes

La euforia en el PP tras la decisión de la Fiscalía de rechazar la apertura de una causa contra el líder popular Pablo Casado por las presuntas irregularidades en la obtención de su máster es incontenible. Si hasta ahora el PP se había mantenido en la crítica al Gobierno de Pedro Sánchez, pero tratando de tomarse tiempo para rearmarse, ahora imperan en el partido los que defienden que es necesario forzar la máquina para que se celebren cuanto antes unas nuevas elecciones generales. En los cuarteles de Génova están convencidos de que el viento sopla ahora a su favor. Creen que ahora mismo ganarían holgadamente las elecciones. Y que a Ciudadanos no le quedaría más remedio que apoyarles.