Sánchez y Casado sentados en el volcán

Esther Jaén FIRMA INVITADA

OPINIÓN

17 ene 2019 . Actualizado a las 08:04 h.

PSOE y PP llevan años desangrándose electoralmente y, pese a su sostenida hegemonía en sus respectivos espectros ideológicos, son más vulnerables que nunca en su lucha por mantenerse ahí. Lo son los partidos y sus líderes: Pedro Sánchez y Pablo Casado, respectivamente. El inesperado vuelco en Andalucía y la irrupción de los ultraderechistas de Vox han obligado al PP a entonar el ‘donde dije digo…’. Pablo Casado, que no daba un euro por su candidato en Andalucía, Juan Manuel Moreno, agita ahora la presidencia de la comunidad como el gran logro de la nueva era popular bajo su mandato. Pero el éxito tiene un precio: la asunción de parte del negacionismo en materia de violencia de género, o hacer la vista gorda ante afirmaciones trufadas de xenofobia. Son concesiones y cesión de espacio a Vox, partido de extrema derecha que surgió de la costilla del PP y se ha nutrido de buena parte del aznarismo militante; todas ellas asumidas por Casado y su equipo. ¿Y qué ocurre dentro del PP? Los aznaristas se retuercen, porque no ven la necesidad de haber dado alas a Vox, que parasita al PP, pero los liberales y democristianos, procedentes de la UCD, abominan del giro político y las concesiones al trumpismo de los de Santiago Abascal. Los barones del PP, pendientes de sus propios comicios, esperan su momento, quizá para cargar contra su líder Casado y/o independizarse se él. Casado se sienta en la cima del volcán popular, que está muy activo.

Abocado también a vivir peligrosamente, Pedro Sánchez se ha hecho fuerte en su liderazgo desde su llegada a la Moncloa, pero su permanencia allí también tiene un precio. No se trata de golpismos ni felonías de las que gusta acusarle con grandilocuencia Casado, pero sí de mantener en vigor una serie de políticas y propuestas que una parte del PSOE cuestiona, cuando no las considera un motivo para la sangría electoral. Los barones socialistas, que ya se enfrentaron a Sánchez y perdieron, siguen convencidos de que todas las políticas orientadas a reconducir el conflicto catalán que surgen desde la Moncloa no hacen sino alimentar a una bestia independentista que ya no atiende a razones, ni siquiera a argumentos económicos de peso en forma de presupuestos. Esos mismos dirigentes territoriales tienen claro que esas políticas se vuelven contra sus territorios y contra sus expectativas electorales. Hoy sus intereses chocan frontalmente con los del presidente Sánchez. Ellos fracasaron en su batalla contra Sánchez y son conscientes de que solamente una salida de la Moncloa del actual presidente puede imponer una nueva política en el PSOE.

Pero antes que Pedro Sánchez, ellos mismos se jugarán su futuro y supervivencia en la convocatoria electoral de mayo.