El gran salto de la Pantoja

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

27 abr 2019 . Actualizado a las 08:38 h.

Ni el mejor guionista televisivo hubiera planteado una vida como la de Isabel Pantoja, Maribel ya para todos los espectadores, que el jueves vieron cómo Jorge Javier la renombraba íntimamente en directo. Un Jorge Javier también renovado, que consiguió con su regreso a los platós darle todavía más emoción a un reality que se ha desbordado de intensidad con el fichaje de la cantante. La Pantoja hizo su gran salto desde el helicóptero al mar y ese bautizo televisivo ha supuesto que más de cuatro millones de personas hayan vuelto a confiar en el folclore de una mujer que ha dado todo de sí y sigue reinventándose como un personaje de una ficción. Es cierto que con ese gran salto, Isabel se abrocha una suculenta cantidad de dinero, además de haber colocado ya en los platós a todos sus hijos, a su sobrina, y cualquier día a su madre. Pero ahí está ella, con su flor en la cabeza, con su pijama de volantes, con su bañador entero, con sus vírgenes y sus santos, reescribiéndose otra vez como una superviviente de la copla más dramática para arañar el abrazo del público. Maribel quiere coronarse como la gran folclórica que fue, aunque sea en una isla de Honduras, porque le va la marcha. Quiere que todos aquellos que la abuchearon ahora la aplaudan a rabiar por tirarse al barro. Maribel es insaciable, se quema y vuelve arder en su propio fuego. La Pantoja se merece una serie de Netflix.