Las sombras de Chicho Ibáñez

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

11 jun 2019 . Actualizado a las 11:52 h.

Que Chicho era un maestro y un genio de la televisión no hay duda. Lo sabemos los espectadores que disfrutamos durante años de sus fantásticas ideas, de su producción impecable y de esa brillantez del visionario que fue. El homenaje que el viernes por la noche le hizo TVE dio buena muestra de su inteligencia, de su talento y del esfuerzo que ponía en cada proyecto que llevaba a cabo. Como el Un, dos, tres, en que los ensayos eran tan rigurosos y la grabación tan exquisita que para que todo saliera a la perfección Chicho era capaz de conciliar junto a él a todo un equipo exprimido hasta más de 20 horas el mismo día. Lo que llama la atención de ese cálido homenaje a una persona con tanto carisma es que haya habido voces como la de Mayra Gómez Kemp capaces de mostrar, en ese especial televisivo, la desilusión con el amigo. «Después de tantos años trabajando con él -dijo Mayra- me enteré de que Jordi Estadella iba a presentar el programa por un medio de comunicación. El jefe no me falló, me falló el amigo, porque creo que me merecía al menos esa atención». Mayra demostró igualmente su cariño a Chicho, pero no dejó de abrir la rendija de quien tuvo luces, pero también una sombra alargada por su fuerte carácter. El homenaje de TVE no se ciñó solo al obituario de loa y gloria, sino que por Chicho Ibáñez hizo mucho más: acercó su auténtica personalidad. Su público lo merecía.