Las leyes de Trump

Rafael Arangüena EN LÍNEA

OPINIÓN

ATEF SAFADI | Efe

11 nov 2020 . Actualizado a las 09:00 h.

Decía Alfonso Capone que había ganado más dinero gracias a sus abogados que a sus pistoleros; puede ser, no seré yo quien le discuta algo a un genio del mal derrotado por un ataque contable. Donald Trump se dispone a seguir la máxima del hampón de Brooklyn y, como buen neoyorquino de posibles, ya está lanzando a su ejército de abogados creado en torno a la plataforma en web Lawyers for Trump bajo la omnipresente figura del también neoyorquino letrado personal suyo: Mr. Rudy Giuliani.

Pese a tal despliegue, con la diferencia de delegados existente parece difícil que el resultado pueda dar la vuelta a la actual situación; por lo que lo más probable es que el futuro expresidente esté limitándose a trabajar su relato, ese relato que le permita mantener viva la llama y al país dividido durante los próximos cuatro años. Cuenta para ello con incrementar su leyenda de perseguido del sistema una vez que, perdida la presidencia, los jueces llamen a su puerta requiriéndole, al igual que a Capone, para que explique sus declaraciones fiscales.

Ese ejército de abogados revisará los recuentos para, probablemente, no encontrar gran cosa; no se sabe de observadores de cada partido que hayan denunciado nada significativo durante los recuentos. Es posible que lleven la protesta a los tribunales de los diferentes Estados y hasta puede que, en algún caso, la decisión final dependa de los nueve miembros de la Corte Suprema, esos súper juristas que nunca se jubilan y rara vez se mueren; pero, precisamente porque su cargo es vitalicio, lo más probable es que estos actúen con arreglo a Derecho y el republicano se quede sin su presidencia. Al fin y al cabo los checks and balances suelen funcionar en el nuevo mundo del norte y los republicanos están satisfechos con sus resultados en ambas cámaras tras el impredecible, por pandémico, final en el que se sumió el primer y único mandato de su esperpéntico líder.

Todo el mundo en EE.UU. está ahora a otra cosa, todo el mundo menos Donald y su ejército de abogados. Cuando su entorno le abandona, él resiste atrincherado entre expertos en leyes, los únicos que aún mantienen vivo su sueño. Sin ellos, nada sería posible, ni su ilusión ni la narrativa que necesita para justificar su derrota. Por eso y por muchísimas otras cosas, los abogados son tan importantes en cualquier sistema democrático.

Ahora que se aproxima la Navidad y es período propicio para buenos consejos, permítame sugerirles uno: pongan un abogado en su vida, nunca se sabe dónde podrían llegar.