«Gracias a la educadora que a escondidas avisó a la madre de María José cuando se puso de parto, jugándose el puesto de trabajo»

LA VOZ REDACCIÓN

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Nueva carta abierta de Abeng y su abogada

22 sep 2016 . Actualizado a las 19:17 h.

El Tribunal Supremo ha emitido una nota de prensa, en la que se manifiesta que, se inadmiten los recursos de casación presentados, por el Ministerio Fiscal, la Consejería de Servicios y Derechos Sociales del Principado de Asturias y Don Alberto Bordes Folgado y Doña Noelia Asunción Estornell.

Asimismo explica, que según doctrina reiterada del mismo Tribunal (Tribunal Supremo), la última palabra la tuvo la Audiencia Provincial, tal y como nosotros pusimos de manifiesto en nuestras alegaciones a los recursos presentados de contrario.

Ni María José ni yo hubiéramos pensado jamás que, su caso iba a tener la repercusión mediática que ha tenido, pero ambas creemos que todo en esta vida sucede por algo y que, ningún copo de nieve cae en un lugar equivocado.

Si esta historia sirve para que se desvele qué está pasando en este país con la protección que se da a los menores desde las instituciones públicas, y/o para que se revisen los procedimientos de entrega en preadopción y adopción de niños, en los que los servicios sociales, sin sujeción a control judicial alguno, erigiéndose éstos como los más capacitados para decidir sobre los intereses de los menores y avalados por lo que jurídicamente se considera «el interés superior del menor» hacen lo que quieren, como quieren y cuando quieren.

Si abre la puerta para que alguien se adentre en lo que pasa en los centros de acogida de toda España y/o el ninguneo de las familias biológicas cuyos hijos arrancan sin tener en cuenta que, los menores no solo tienen padre y madre, sino familia extensa. Si se despliegan conciencias para hacer ver a la opinión pública que el sistema de protección de menores no tiene alma, sino que solo se mueve por inciertos intereses sobre los cuales nadie pide explicaciones.

Entonces, todo el dolor habrá merecido la pena. Si esto sirve, para que se revise el sistema de protección de menores que a día de hoy existe, las lágrimas derramadas no serán tan espesas. Un sistema que deja a las familias biológicas en un permanente e infinito GERUNDIO:

• Recapitulando, cómo han llegado a esa situación.

• Sintiendo, que no pueden sentir, como si se encontraran en medio de un mar de nadie, en la obscuridad y con resaca permanente.

• Aprendiendo, lo que nunca nadie debería aprender.

• Sobreviviendo, a una lucha permanente sin principio ni fin.

• Añorando, volver un día a sonreir.

Y en consonancia con nuestros respectivos haberes obtenidos en estos años de lucha contra los dragones, queremos dejar atrás esta etapa y seguir hacia adelante, no sin antes, en un ejercicio de total responsabilización de nuestros actos, dejar escrito este mensaje, para devolverles todo lo que no queremos a nuestro lado:

Cosas a devolver a la Administración Pública

Nieves Ibáñez:

- Todas las horas que pasé revisando los inatacables informes de la Administración, sesgados, opacos, incoherentes, puristas y prepotentes.

- Las miradas por encima del hombro por ser abogada del Turno de oficio.

- Las horas que perdí de estar con mi familia por contestar a sus escritos infinitos, que carecían de fundamento jurídico alguno.

- La impotencia que me hicieron sentir cada vez que nos sentábamos frente a frente.

- Las noches sin dormir buscando resquicios jurídicos que avalaran que ustedes son simples mortales.

- El llanto ahogado en la garganta, reprimiendo mis lágrimas para hacerme la fuerte delante de María José.

María José Abeng Ayang:

- Cada una de las lágrimas que derramé desde que me encerraron en el centro de acogida y me sentí desamparada por quien tenía que ampararme.

- Los silencios asfixiados cuando embarazada de siete meses me dijeron que mi hijo iba a ser dado en adopción

- El viaje en avión a Guinea, embarazada de siete meses y medio, huyendo de quien quería quitarme a mi hijo.

- La saliva derramada para hacerme entender, para que alguien me escuchara juicio tras juicio.

- Las cadenas que me ataban a una culpa imaginaria, de que yo era responsable de que nunca volvería a saber de mi hijo.

- Las cientos de miles de horas que pasé imaginándome dónde estaría mi hijo, a quien se parecería, si alguna vez se acordaría de mí cuando fuera mayor, si sabría alguna vez todo lo que su madre y su abuela habían luchado por él.

- Los cumpleaños que no soplé las velas de mi hijo, los árboles de Navidad que no pude mirar, las reuniones familiares a las que no pude acudir y todas y cada una de las veces que miré las fotos que saqué a escondidas de mi hijo, en aquella hora que ustedes me permitían verle.

- Mi estómago que se retorcía preguntándose el porqué de tantas calumnias falsas.

- En definitiva, el miedo, la vergüenza y la rabia.

Todo esto es suyo, Administración Pública. Nosotras se lo devolvemos, para que usted lo gestione como en conciencia pueda.

En nombre de María José y en el mío propio, queremos dar las gracias a todos los que nos habéis apoyado, a la educadora que a escondidas avisó a la madre de María José cuando se puso de parto, jugándose el puesto de trabajo, a los educadores que llevaron a María José a solicitar abogado de oficio y acompañaron a la misma en sus peores pesadillas, a nuestra Procuradora del Turno de oficio, Cecilia López Fanjul, por el enorme apoyo a esta causa y en especial a la Psicóloga Doña Elena Aza (Psicóloga de la Consejería de Derechos Sociales), quien por primera vez se enfrentó a la mano que le pagaba y al Psicólogo Sr. Castellanos.

A los funcionarios de los Juzgados de Valencia y Administración Pública de Valencia, por el apoyo prestado, cuando fuimos a recoger al menor y los padres de acogida no se presentaron, y ambas llorábamos cogidas de la mano (Gracias Rubén, gracias Ángel).

Al Juez que estaba de guardia en agosto en el Juzgado de Sueca, y a las fuerzas y cuerpos de seguridad de Valencia, que nos trataron con el mayor tacto y amabilidad.

A Beatriz Alvera y a Anca, por el apoyo prestado en aquellos horribles días en Valencia, en los que pensamos que nunca más volveríamos a saber de Juan Francisco, y que todo nuestro esfuerzo había sido en vano.

A los funcionarios del Juzgado número 7 de Oviedo, y a las Juezas de Familia número 7 y 9 de Oviedo, por aguantarnos día tras día y en especial a Laureano. A la Audiencia Provincial de Oviedo, que nos escuchó por primera vez en cuatro años.

Gracias de corazón. Y ojalá todo esto sirva para algo.

María José Abeng Ayang.- Nieves Ibáñez Mora.-