¿Qué nos pasa a los hombres con el sexo?

Iván Rotella AVILÉS

ACTUALIDAD

¿Cómo es posible que grupos de jóvenes entiendan que forzar a una joven es un divertimento para compartir socialmente?

09 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada, un conocido suplemento de un periódico de tirada nacional me preguntó para un reportaje: «¿Por qué a los hombres les cuesta tanto hablar de sexo?». Después de una interesante charla y de revisar el artículo ya publicado, te das cuenta que quizá otra pregunta imprescindible que habría que hacerse es «¿Qué nos pasa a los hombres con el sexo?» Sexo entendido en este caso, como el sexo que se hace, es decir, las interacciones eróticas. No como el sexo que se tiene o como el sexo que se es.

Esta pregunta podría haberse hecho de cualquier momento histórico, por supuesto. Yo me la hago por enésima vez en pleno año 2016, en pleno siglo XXI.  A lo largo de este año vemos en todo el estado noticias como lo sucedido en los sanfermines de Pamplona; vemos las ramificaciones y las similitudes con sucesos de semejante calaña por otros rincones; vemos como cada vez se van constituyendo más colectivos contra las agresiones machistas; vemos todo tipo de discusiones, argumentos, justificaciones, estupideces y sin sentidos en ese enorme mentidero sin criterio alguno en el que se ha convertido Internet en demasiadas ocasiones.

 ¿Y qué nos pasa a los hombres con el sexo? ¿De la palabra «NO» que es lo que no entendemos? ¿De donde hemos adquirido ese «supuesto» privilegio que nos permite acceder libremente a quien nos apetezca? Está claro que todo esto podría verse solucionado en gran parte con una educación de los sexos generalizada, desde edades tempranas e impartida por profesionales con la formación adecuada para ello. Todo eso cada vez está más claro y cada vez está más cerca que sea una realidad. Nadie con un poco de sentido común puede oponerse al «educar para ser personas» de nuestros hijos e hijas, educar en el respeto, en la responsabilidad, en el conocimiento del otro sexo y del propio, en la diversidad, etc, etc.

¿Qué hacemos mientras tanto?

Todo lo anterior es una futura realidad pero ¿mientras tanto? ¿Qué hacemos? ¿Cómo es posible que grupos de jóvenes entiendan que forzar a una joven es un divertimento para compartir socialmente?  ¿Cómo es posible que haya tantos grupos de mujeres que empiezan, de forma casi obligada, a tener que organizarse en colectivos de «autodefensa»? ¿Cómo es posible que se siga fomentando el «enfrentamiento entre los sexos» en vez de fomentar el «diálogo entre los sexos»?

A mi me sigue quedando siempre la duda del papel de las familias. Si tenemos hijos adolescentes, está claro que no educamos para que agredan en grupo, ¿pero educamos en el respeto al otro sexo (esta vez sí, el sexo que se es)? ¿educamos en aprender a entender el «NO»? O simplemente, como ya son adolescentes y, en este caso, son chicos, pues que se vayan buscando un poco la vida como tuvimos que hacer nosotros en su situación y «bueno, tan mal no ha ido». Eso supone que dejamos que sean los medios de comunicación, sus iguales, etc los que «eduquen» (o algo parecido) a nuestros hijos varones.

¿O les educamos todavía en el concepto de «ser machos»? Y les damos libertad plena a cierta edad, ya que como mucho se pueden agredir entre ellos (y como hay que soltar testosterona y «hacerse respetar» pues habrá quien piense que no está mal del todo), se pueden intoxicar con alguna sustancia legal o no («están en la edad») o pueden dedicarse a buscar relaciones eróticas con chicas («claro»), consentidas o medio consentidas («esas cosas siempre pasaron y no suelen ser culpa de ellos, pobres») o pagadas («bueno, eso lo hubo siempre, que van a hacer»).

La educación de los chicos es imprescindible, tengan la edad que tengan. Y no sirve la excusa de que ya no nos hacen caso o que ya son mayores o lo que sea. La educación no se acaba, igual que no se acaba tu papel de madre, padre, familia...Aporta, acompaña, observa, corrige, comenta, opina, valora, critica.

¿Educar en el sexo débil?

¿Y si nuestras hijas son chicas? ¿Seguimos educando en el sexo débil? («nooo, pero es cierto que tienen otras limitaciones, que luego nos pasamos de modernos y pasa lo que pasa») ¿Tenemos diferentes normas en casa para chico y para chica? ¿A la chica le generamos miedos, indefensiones, precauciones? ¿Le dotamos de herramientas para manejar una buena autoestima, para que sea todo lo independiente y autónoma que desee? ¿Le permitimos que sea feliz por si misma o siempre esperamos que tenga la felicidad a partir del tener pareja, que es cuando le damos realmente libertad porque ya «tiene a alguien que la cuide»?

Educar en lo emocional es tan importante. Los hombres no hablamos de sexo, alardeamos de sexo. Y ojo, no por que seamos tontos, no. Sino por que es lo que se nos vende, lo que se nos educa. Pongamos un ejemplo: en el patio de un colegio, la mayoría de los niños de ocho años juegan a la pelota y la mayoría de las chicas habla en grupos. Con doce años la mayoría de los niños juega a la pelota y la mayoría de las chicas habla en grupos. Con dieciséis años, si les das una pelota, los chicos, en su mayoría, se pondrían a jugar mientras la mayoría de las chicas, en grupos, charlan. Y si te vas a un bar o una sidrería y están echando fútbol, la mayoría de los hombres de todas las edades están juntos viendo el fútbol y la mayoría de las mujeres están sentadas tomando algo, en grupos...charlando. Es un estereotipo muy burdo, pero sigue funcionando, ¿verdad?

Sigamos con el estereotipo burdo: ¿Y de qué hablan ellas? De todo. Y cuando hablan de sexo, hablan de relaciones, sentimientos, afectos, placeres, sensaciones, coitos, etc, etc, etc. ¿Y nosotros? Si estamos viendo fútbol, pues de fútbol, claro. Pero si no estamos viendo deporte y charlamos entre hombres (o chicos o adolescentes) hablamos de sexo. ¿Qué sexo? Solo cuatro temáticas: Mi pene, mis coitos, mi masturbación y la pornografía que veo en internet. ¿Algo más? No. Y esas temáticas empiezan a tomar forma desde los 11 o 12 años y duran hasta los...todos. ¿Cuando hablamos entre nosotros de relaciones, sentimientos, afectos, placeres, sensaciones, etc, etc? ¿Entre nosotros? Nooo, no vayan a pensar que es una debilidad? ¿cómo voy a mostrarme así de vulnerable? ¿Y la virilidad que se supone da sentido a mi vida? Y todo esto no es por que los hombres seamos tontos. Tiene que ver con la falta de modelos alternativos, de educaciones integradoras y de los sexos.

Y tengo claro que cada vez hay más excepciones y que el «dialogo entre los sexos» va abriéndose paso (con una lentitud exasperante) entre jóvenes, adolescentes y personas adultas. Pero el grueso de la población todavía está en esos estereotipos burdos. Y están por que no hay herramientas a su alcance, por que los medios de comunicación, salvo contadas excepciones, están todavía lejos de implicarse (solo hay que ver el tratamiento que hacen, en general, de según que noticias, sus titulares, sus comentarios?), porque las familias no saben como abordar todos los bombardeos mediáticos de sus jóvenes y no conseguimos ver que estamos en momentos diferentes, pero que los valores fundamentales de la convivencia entre sexos se mantienen. No basta con educar en los IES, hay que educar a toda la sociedad, en sentido amplio, con sus diversos y diferentes estamentos.

Y mientras esa Educación de los Sexos no sea una hermosa y fructífera realidad, nos toca a toda la sociedad implicarnos en la mejora de la misma. Implicarnos en tener jóvenes que disfruten de forma compartida, respetuosa, responsable. En educar en las emociones y ver la sexualidad un valor a cultivar, a comprender y no un riesgo, un peligro del que protegerse. Nos jugamos solamente el futuro de la convivencia en nuestra sociedad, nuestro futuro. Ni más, ni menos.

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