Cuatro pasos para prevenir el mareo

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Qué razón tenían tus padres cuando te mareabas de pequeño en el coche y ellos te decían que cerrases los ojos y echases la cabeza hacia atrás. Si el malestar te invade en la carretera, hay que respirar profundamente y fijar la atención en el horizonte. Si estás en un barco, vete hacia la proa y, en el avión, siéntate cerca de las alas.

01 may 2017 . Actualizado a las 08:43 h.

A todos nos ha pasado alguna vez. Aunque marearse en pleno viaje suele afectar más a los niños entre los tres y los quince años, la mayoría de los adultos sabemos de sobra lo que es vivir esa agria sensación que invade tu cuerpo cuando te entran ganas de vomitar y todo te da vueltas. Es ese momento que el mundo del cómic suele describir acertadamente con una especie de muelle en espiral sobre la cabeza del personaje. Si Hergé se lo pone en el cogote a Milú, ya sabes al instante, -sin necesidad de palabras-, que el perro de Tintín está mareado. Sin embargo, lo que a lo mejor no tenemos todos tan claro, es por qué se produce el mareo. Ya sea en coche, autobús, tren, avión o barco [en el mar suelen ser los mareos más difíciles de pasar], el origen siempre es el mismo. Juan Carlos Vázquez Barro es el jefe de Otorrinolaringología del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña (Chuac) y lo explica así: «Nuestro cerebro recibe información sobre cuál es nuestra situación y cómo nos movemos. Esos datos llegan a nuestro cerebro a través de los ojos, el oído y el sistema propioceptivo, un conjunto de nervios y sensores que tenemos en la piel». Estos receptores son los que transmiten a tu sistema nervioso, por ejemplo, la información de si estás de pie o sentado. Cuando las noticias que envían arriba tu vista y oído no concuerdan en absoluto con la de esos sensores que tienes en la piel, es cuando se produce el mareo.

Señales contradictorias

Si estás quieto y sentado, no hay conflicto. El problema llega cuando vas en el asiento de un vehículo, tu oído va trasladando al cerebro la información de que el coche se está moviendo, que encima cambia de velocidad en las curvas y, mientras, por su cuenta y riesgo, tus ojos le están contando simultáneamente a tu cabeza cómo ven la película: hay movimiento y existen objetos a tu alrededor que no paran de moverse. Pero tu cuerpo insiste en que estás quieto y sentado. Es más, a veces, lo complicas tú cuando te pones a leer, a escribir o a mirar un vídeo en la tableta que está colgada en el asiento de delante. «La información es tan discordante que es ahí cuando se produce el mareo: sientes náuseas, ganas de vomitar, te duele la cabeza, te pones pálido, tienes sudores fríos, etc...», comenta el doctor especialista Vázquez Barro. Esos son los principales síntomas. La buena noticia es que se puede prevenir y se puede evitar. En la actualidad existen incluso programas de deshabituación, idóneos, por ejemplo, para quien se pasa varios meses en tierra y luego otros tantos en el mar. «A los marinos les pasa. Están tremendamente acostumbrados al barco pero, si pasan una temporada larga en tierra, el primer día en el mar están mareados. Y es que el cerebro se va adaptando».

Existen algunas medidas que se pueden tomar para combatir el mareo, más allá de la típica pastilla que te dan en la farmacia. Dado que estas sustancias suelen tratarse generalmente de antihistamínicos, lo recomendable es consultarlo con el médico, debido a que este tipo de medicamentos pueden provocar somnolencia y son incompatibles con determinadas enfermedades. Por haber, hay todo tipo de formatos: parches adhesivos, chicles, pastillas y hasta soluciones de líquidos con sabor a fresa para los más pequeños.

Si ya te has empezado a marear, empieza por abrir la ventana con la intención de aumentar la entrada de aire fresco. Trata de respirar profundamente y de una manera relajada, evitando realizar movimientos bruscos con la cabeza. Además, en este momento, lo más recomendable es «fijar la atención en el horizonte», afirma Vázquez Barro, ya que ello permitirá que los síntomas disminuyan.

Dónde sentarse

De sentido común es no sentarse de espaldas a la dirección del vehículo aunque, a veces, en un autobús urbano o en un tren, no te queda otra. Si tienes tendencia a marearte, mejor te irá si le pides educadamente a un pasajero que te cambie el asiento. Por norma general, las personas se marean menos cuando viajan en el asiento delantero que en el trasero. En los aviones, el lugar donde hay menos movimiento, -y, por lo tanto, menos mareo-, es en los asientos ubicados sobre las alas y en una embarcación, cuanto más adelante mejor. Es decir, si estás muy mareado, trata de dirigirte hacia la proa del barco y de mirar hacia el horizonte. Si estás realizando una travesía en un crucero y tu camarote no tiene ventanas, acuéstate decúbito supino y trata de no mover mucho la cabeza. Según el jefe de los otorrinos del Chuac, «lo que hay que hacer es evitar los camarotes que no tengan ventanas; porque si fijo la atención en el horizonte, generalmente te vas a marear menos».

En cuanto a las comidas, tanto llevar el estómago vacío como comer copiosamente antes de un viaje, pueden empeorar las cosas. Lo ideal es evitar los alimentos pesados, así como el alcohol y la cafeína. Favorece beber agua.

En líneas generales, los mareos por movimiento disminuyen su intensidad cuando dirigimos nuestra mirada a un punto estable en el horizonte, cuanto más lejos, mejor. Si no tienes mucha vista a larga distancia, es mejor que cierres los ojos. Leer whatsapps, jugar con el móvil y contemplar imágenes en movimiento pueden empeorar los síntomas.

Si ya estás bastante mareado, hay estudios que demuestran que si adoptas una posición de acostado, boca arriba y sin mover demasiado la cabeza, las náuseas y vértigos comienzan a desaparecer. Como en un vehículo, recostarse y estirarse por completo resulta muchas veces complicado por falta de espacio, basta con intentar no mover mucho la cabeza y echarla un poco para atrás. Es decir, justo lo que nos decían nuestros padres cuando éramos pequeños. Como el muelle en espiral de los cómics, pura sabiduría popular.

Si el camarote no tiene ventanas, acuéstate decúbito supino y no muevas la cabeza»