Lejía para el sida y muérdago para el cáncer, el botiquín de la pseudociencia

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN /LA VOZ

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Los médicos denunciarán 140 webs que promueven falsas terapias sin base científica

11 jun 2017 . Actualizado a las 09:42 h.

La enfermedad no existe. Si tiene un cáncer, sufre alzhéimer, padece diabetes o cualquier otra patología sepa que es el resultado de un conflicto psicológico no resuelto. Y usted tiene la culpa. Pero puede, quizás, que su dolencia sea real. Entonces podría considerarse como el resultado de los desajustes a nivel celular que actúan distorsionando la perspectiva cuántica de la célula. O no, pero tranquilo. Tiene remedio. Aplíquese una buena dosis de lejía industrial para su asma, prostatitis, apendicitis o incluso para tratar el sida y la malaria. Si le resulta un poco fuerte y tiene cáncer, entonces nada mejor que el muérdago.

¿Surrealista, verdad? Pero no, no le estamos tomando el pelo. Todas estas y otras afirmaciones son reales y son postuladas por los promotores de una amplia variedad de seudoterapias, que van desde la nueva medicina germánica, a la bioneuroemoción, la medicina antropofósica o la medicina cuántica. Aunque son muchas más, a cada cual más alucinante si no fuera porque comprometen no ya la salud, sino la vida de muchas personas que, bien por miedo o ignorancia, caen en las redes de estos charlatanes, timadores y sinvergüenzas. Los adjetivos los pone Jerónimo Fernández Torrente, responsable del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial. La entidad médica acaba de entregar a su departamento jurídico una lista con algo más de 120 páginas en Internet que promueven desde falsos y peligrosos productos biológicos, como la MMS promovida por el agricultor Josep Pàmies, aunque en realidad es lejía industrial, a tratamientos amparados en el inocente pero engañoso término de terapias emocionales pasando por webs que anuncian artículos contra el cáncer sin ninguna base científica ni efecto conocido. El documento se entregará la próxima semana en forma de denuncia a la Fiscalía General del Estado y, más tarde, al Defensor del Pueblo y al Ministerio de Sanidad.

Fernández Torrente se para en el MMS, prohibido desde el 2010 por la Agencia Española del Medicamento y cuya promoción, difusión y venta está considerada como delito en la última reforma del Código Penal. Pero, aún así, aún se puede encontrar por Internet. Y lo que es igual de grave, es apoyada por algunos médicos «sin escrúpulos». «Este supuesto suplemento milagroso -explica el médico- contiene en un 28 % de su composición clorito sódico, que es lejía industrial que se utiliza como blanqueante en la fabricación de papel y en la industria textil. Se disfraza, eso sí, con vinagre o ácido cítrico, lo que lo convierte aún en más peligroso porque así se convierte en un «potente oxidante industrial».

No es un producto, pero igual de peligrosa es la medicina antropofósica, impulsada por el austríaco Rudolf Steiner, un cóctel de ocultismo que considera a cualquier enfermedad «como una oportunidad para restablecer el karma». «Es una actividad muy peligrosa -advierte Jerónimo González-, ya que incluso propone tratar el cáncer con muérdago».

De la angeloterapia, a la orinomancia y las pulseras energéticas

Poner en contacto a los pacientes con los ángeles y arcángeles, cuya luz acelerará su proceso de curación y bienestar. Es lo que propugna la denominada angeloterapia. Si no cree en ellos puede utilizar la terapia magnética, que pasa por la imposición de imanes en diferentes partes del cuerpo, u optar por la orinomancia para divisar su porvenir o por las pulseras energéticas para alcanzar el equilibrio emocional o inmunológico. Todo es falso, pero son pseudoterapias cándidas si se comparan con la Nueva Medicina Germánica o método Hamer, un médico encarcelado en España y que tuvo que huir del país, aunque también tuvo problemas con la justicia. Defiende que la enfermedad es consecuencia de un conflicto emocional pasado. En 1994 engañó en España a 3.000 pacientes de cáncer que dejaron la quimioterapia, y muchos de ellos murieron. Y este es el verdadero peligro. E igual o más preocupante es una derivada, la bioneuroemoción, que postula que las enfermedades son la respuesta psicológica a un conflicto biológico. «Son sectas que cogen a un paciente en situación de debilidad y desesperación y lo apartan de sus familias y del circuito científico-sanitaria. Y los hacen sentir culpables de su propia enfermedad», destaca Jerónimo Fernández.