Uno de cada tres colegios franceses vuelve a la semana de cuatro días y sacrifica las actividades extraescolares

a. f. coego PARÍS / CORRESPONSAL

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MARCOS MIGUEZ

Regresan al sistema que estuvo en vigor durante el Gobierno de Sarkozy y que abolieron los socialistas en el 2013

06 sep 2017 . Actualizado a las 08:06 h.

La repartición semanal de las horas escolares en Francia volverá a sufrir otro cambio (el cuarto en nueve años). Desde este mes los colegios tendrán la opción de dejar atrás los cinco días lectivos actuales y volver a la semana de cuatro días que los socialistas abolieron en el 2013. Así, un tercio de comunas francesas ha decidido volver al sistema conservador que estuvo en vigor durante el Gobierno de Nicolás Sarkozy, criticado por apoyarse en largas jornadas y por sacrificar las actividades extraescolares.

Durante los últimos tres años las comunas dedicaban el viernes al mediodía a tres horas de paraescolares, ofreciendo un abanico de actividades especialmente beneficiosas para los alumnos de familias con pocos recursos.

«Una prioridad»

En Billière, una comuna de 14.000 habitantes pegada a Andorra, las tres horas semanales de actividades extraescolares se convirtieron en «una prioridad», explica el consejero municipal, Jacques Cabanes. Esta pequeña zona de los Pirineos se hermanó con la ciudad de M’Baïk, en la República Centroafricana, para descubrir el país, su historia y su cultura a través de talleres en un espacio «ciudadano y solidario».

No obstante, muchas comunas, especialmente aquellas con menos recursos, respiran tranquilas tras anunciarse la posibilidad de renunciar a las paraescolares.

Según un estudio realizado el pasado año por la asociación de alcaldes de Francia, el 70 % de las comunas tenían «dificultades persistentes» a la hora de financiar estos talleres. Pese a que durante el primer año de la reforma los municipios más aislados lograron atraer a animadores de tiempo libre, la precariedad de los contratos y la constante falta de fondos acabaron dejando las actividades en manos de voluntarios poco cualificados. «La reforma acentuó las desigualdades entre las comunas urbanas y ricas, y las pobres y rurales» denuncia François Lajonc, padre de tres niños cuyo colegio se vio obligado a ofrecer tan solo un recreo vigilado por un voluntario.

Pese a las dificultades de financiación, el informe de la implantación de proyectos territoriales del 2016 afirmaba que el 95 % de los niños estaban felices con estos «nuevos espacios educativos entre la escuela y la familia». De esta manera, Hamza Afar, madre de dos niños cuyo domicilio se encuentra cerca de París, considera que la reforma de Macron abandonará a muchos que simplemente «irán a su casa o a la calle» después de clase.