La espera en urgencia cero por un corazón en España es de 7,6 días

R. d. Seoane A CORUÑA / LA VOZ

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El Hospital A Coruña elabora el primer registro nacional de trasplante cardíaco

28 oct 2019 . Actualizado a las 17:46 h.

Entrar en lista de espera de trasplante cardíaco es sinónimo de tiempo contado. Pero entrar en urgencia cero significa, siempre, que si la solidaridad no funciona el plazo se reduce aún más. Tanto que cuando un paciente se clasifica en esta situación su nombre es el primero de esa lista para todo el territorio español: el primer corazón que aparezca, aún en la otra punta de la geografía, será para él si no hay incompatibilidad. ¿Y cuánto pasa hasta que la donación obra el milagro cuando ya no queda margen? En España, 7,6 días de media. Ese es el primer dato, de entre los que más pueden preocupar a quienes necesitan un latido prestado, del primer registro nacional de trasplante cardíaco superurgente, elaborado por especialistas del Complexo Hospital Universitario A Coruña (Chuac) y presentado ayer en Madrid por el impulsor de la Organización Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz. «7,6 días es una cifra impensable en cualquier otro país», aseguró el doctor.

«Es el primer registro de ámbito nacional del mundo -explicó el cardiólogo Eduardo Barge, uno de los autores-, no tenemos otro con el que comparar que incluya los datos de todo un país, pero sí tenemos información publicada por servicios y lo más parecido está en algunos equipos de Estados Unidos, donde esperan 18 días; en Europa, la espera media más baja está en Francia, y supera el mes».

«Esta espera solo es posible con un sistema como el español», subraya Marisa Crespo, cardióloga del centro coruñés, que no olvida recordar que, por ejemplo, el año pasado el 34 % de los corazones trasplantados en España fueron en código cero y hasta el 49 % en urgencia 1.

En el estudio, elaborado con una beca de la Fundación Mutua Madrileña, se incluyeron todos los datos de los pacientes en emergencia cero en los 16 centros trasplantadores de España entre el 1 de enero del 2010 y el 31 de diciembre del 2015. Fueron 291 y «todos estaban en cuidados intensivos conectados a un dispositivo de asistencia ventricular de corta duración como puente al trasplante», añade Crespo. «No hay otra opción, están en lo que llamamos shock cardiogénico, si no se les conecta, fallecen».

La ventaja de ganar tiempo para que el paciente se recupere trae, sin embargo, la desventaja de otras complicaciones derivadas del propio dispositivo, como el riesgo de hemorragias o incluso accidentes cerebrovasculares. «No hay alternativa, hay que ponérselo, pero son un puente por un tiempo limitado, generalmente días, excepcionalmente semanas -explica Barge- y si no aparece un órgano, la única solución sería un dispositivo de larga duración (corazón artificial), pero el riesgo quirúrgico es muy elevado».

De los 291 pacientes, fueron trasplantados el 79 %, es decir 230, y de estos, la supervivencia al alta fue del 74 % y del 72 ?% al año de la intervención. Dada la crítica situación en la que llegan al quirófano, los resultados no son tan buenos como en las personas que se trasplantan en régimen electivo (aproximadamente la mitad del total), que son aquellos pacientes que generalmente esperan la llamada de que hay un donante en casa porque su estado no es tan grave. De los enfermos que no fueron operados, el 2 ??% mejoraron, pero solo sobrevivieron el 11 % (7 de 61). El resto fallecieron sin que llegase un corazón a tiempo. Además de reafirmarse la necesidad de la donación, «se demuestra -concluye Barge- que el sistema de asistencia es una estrategia, hay que utilizarla como puente porque puede salvar 3 de cada 4 vidas».

Un estudio sobre 500 variables que ayudarán a mejorar la supervivencia

El registro realizado por el Chuac, uno de los centros del CiberCV (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares) con los datos del resto de hospitales de España donde se realizan trasplantes cardíacos, incluye información relevante para los médicos, ya que se han recogido datos de más de 500 variables que «nos servirán para definir mejor los criterios para pasar al trasplante a los enfermos cuando aparece un donante», explica Marisa Crespo. De ello se derivará, concluye, que «en un futuro mejorarán los resultados» al ajustar indicaciones y tiempos.

En el prolijo informe se han detallado, por ejemplo, las diferencias entre los distintos dispositivos de asistencia ventricular, ya que existen unos que en cierta forma sustituyen a la parte izquierda del corazón, otros a la parte derecha, e incluso algunos que reemplazan la labor del pulmón. Por el momento, han identificado ya una serie de factores predictivos de mayor riesgo de mortalidad, como la edad, el fracaso renal con diálisis, los niveles altos de lactato o la necesidad de un dispositivo de soporte cardiopulmonar.

En la búsqueda de salidas a la escasez de órganos, una de las vías de investigación que apoya la Fundación Mutua Madrileña, indicó Matesanz, es utilizar corazones de donantes en parada cardíaca, no en muerte encefálica, tras introducirle fármacos y sangre para que vuelvan a latir en una máquina. Hasta ahora, se ha hecho en Australia, Estados Unidos e Inglaterra.