Personas intolerantes (a la lactosa)

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Derivados lácteos
Derivados lácteos

13 nov 2017 . Actualizado a las 12:17 h.

Hoy vamos a hablar de personas intolerantes…

-Si vas a dedicar el artículo al tema de Cataluña, me voy a otra página web -interrumpe el lector imaginario.

- Vamos a hablar de intolerantes, sí, pero de intolerantes a la leche, o para ser más precisos, a un componente de la leche: la lactosa.  No es necesario que cambies de página web.     

El consumo de leche y productos lácteos en España viene descendiendo de forma paulatina desde hace años, el español promedio consume unos 72 litros de leche, 15 de yogur y 8 kg. de queso.

La leche es la fuente principal de lactosa. Este hidrato de carbono es un disacárido formado por dos unidades de monosacáridos: glucosa y galactosa.

Por otro lado, se estima que hasta un 70% de la población mundial podría manifestar algún tipo de intolerancia a la lactosa, aunque esta cifra varia de unos grupos étnicos a otros. Lo primero que debemos matizar es que no se trata de una alergia. Este matiz es de gran importancia: en una alergia interviene el sistema inmunitario del individuo, mientras que una intolerancia implica a su  metabolismo.   

Cuando ingerimos leche o productos lácteos, la lactosa llega sin degradar al intestino delgado. Sin embargo, éste no permite la absorción de las moléculas de lactosa, sino que previamente deben ser hidrolizadas, es decir, escindidas en sus dos componentes.

Para esquivar  este contratiempo, la maquinaria metabólica del intestino delgado de los mamíferos incluye una enzima llamada lactasa, una proteína especializada en hidrolizar (o romper)  la molécula de lactosa en sus dos componentes: glucosa y galactosa.

Una alteración en el gen que codifica la lactasa, ubicado en el cromosoma 2, determina la inhibición o ausencia de lactasa en el intestino.

La lactasa se localiza en la membrana de las células que tapizan las vellosidades  intestinales, siendo el yeyuno e íleon las porciones de intestino delgado donde la actividad de la lactasa es mayor. Hasta este punto todo va según lo previsto en el manual metabólico del  mamífero, sea bípedo o cuadrúpedo.

-¿Y si la lactosa no se rompe? ?se le ocurre a mi lector imaginario.

-Me alegra que me hagas esa pregunta. Lo que sucede  es que no se absorbe, como ya hemos dicho.

-Pues  entonces se vuelve un componente inútil de la leche.

-No solo inútil, sino también dañino para el mamífero, adopte este la forma que adopte: niño, adulto u oso.

La lactosa no hidrolizada en el intestino delgado, y por tanto no absorbida, continúa su tránsito y  llega al intestino grueso donde las bacterias del colon  la metabolizan, utilizándola como fuente de energía. Ahora bien, las bacterias del colon tienen su propia caja de herramientas metabólicas y por cierto, mucho más completa que la del mamífero cuando  el sustrato es la lactosa.

El metabolismo bacteriano de la lactosa en el colon, produce gases, como el metano o el dióxido de carbono, y  ácidos grasos volátiles, como el propiónico, butírico o acético. También aumenta la presión osmótica en la luz intestinal.

Los gases provocan flatulencia,  meteorismo y  dolor abdominal al distender el intestino; la presión osmótica provoca diarrea.

-Eso de que la presión osmótica provoca diarrea no lo entiendo.

-Es que la presión osmótica provoca un  “efecto esponja”.

-Uf… ahora lo entiendo menos ?responde el lector imaginario, un poco abrumado-. Explícamelo.

La presión osmótica provoca un flujo de agua desde la pared del intestino a la luz intestinal. El contenido intestinal actúa  como si se tratase de una esponja que absorbe agua, esto aumenta la masa de heces, disminuye su consistencia a la vez que estimula es peristaltismo intestinal, siendo la diarrea la consecuencia final.

La actividad lactásica, o lo que es lo mismo, la capacidad del intestino para desdoblar la lactosa en sus dos componentes disminuye  progresivamente tras el destete, pudiendo llegar a desaparecer por completo en el adulto. Esta pérdida de actividad lactásica varía de unos grupos étnicos a otros. Las poblaciones de aquellos lugares donde el consumo de leche en la edad adulta es mayor conservan más actividad lactásica que aquellas otras donde el consumo es menor.

En España se estima que el déficit de lactasa afectaría a un 14% de la población adulta. Básicamente se pueden presentar dos situaciones: la ausencia total de la enzima lactasa, que se  conoce como hipolactasia congénita o alactasia, o una reducción de la presencia de lactasa en las células intestinales, la hipolactasia adquirida.

La intolerancia a la lactosa se trata reduciendo o eliminando los lácteos  de la dieta. Los individuos que padecen una hipolactasia parcial no requieren una eliminación completa de lácteos de la dieta, sino adaptar la lactosa ingerida  a la actividad lactásica, bien disminuyendo la cantidad ingerida o bien ingiriendo la misma cantidad de leche pero distribuida en más tomas de modo que en cada una de ellas no se sobrepase la capacidad de su intestino para hidrolizar la lactosa.

Es interesante señalar que la leche desnatada o semidesnatada continúa teniendo lactosa y por tanto su consumo no reduce la cantidad de lactosa ingerida.

Deben eliminar completamente la lactosa de la dieta aquellas personas que tienen una intolerancia total, una carencia absoluta de lactasa. Han de ser descartados no sólo los lácteos, sino también los alimentos elaborados a base de leche (natillas, batidos, bechamel, etc.),  e incluso otros alimentos que en principio pensaríamos que no contienen lactosa.

Consumimos muchos productos elaborados de los que no sospecharíamos que contengan lactosa. Sin embargo, incorporan lactosa entre sus ingredientes para conseguir mejorar sus características organolépticas  y una mejor aceptación comercial. Algunos de estos productos son: sopas, salchichas o galletas, entre otros. Estos productos, cuando contengan lactosa, también deberían quitarse de la dieta.

-¿Y cómo puedo saber cuáles son?

Pues sólo hay una forma segura de saberlo  y es consultando el etiquetado del producto. Ese etiquetado que aporta mucha información  y que muy poca gente lee. También las asociaciones de afectados ofrecen una información valiosa sobre los alimentos y su contenido en lactosa.

Pero ¡ojo!..., que una eliminación total de lácteos de la dieta puede conducir a un aporte insuficiente de calcio y a un déficit en la mineralización de los huesos, especialmente preocupante en el niño en crecimiento o en adultos con osteoporosis latente.

Una alternativa a la que puede recurrirse es la toma de leche junto con preparados a base de lactasa exógena, que han de tomarse cada vez que se ingiera leche.  Estos preparados suplen la deficiencia de lactasa intestinal permitiendo el consumo de leche sin que aparezca la sintomatología asociada a  la intolerancia a la lactosa. Esto posibilita que el intolerante a la lactosa continúe con un aporte adecuado de leche y, por tanto, de calcio.

- Estaría bien que  la intolerancia, la del pensamiento, también se pudiera remediar con unas pastillas?reflexiona mi lector imaginario.

-Hago mía la reflexión, mi querido lector. Dejamos pendiente el tema para otra ocasión. Hoy solamente íbamos a hablar de intolerancia a la lactosa.