Dafne Fernández: «El teléfono de mi chico no tiene contraseña, pero jamás se lo cogería»

Ana Montes

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Su debilidad no es el móvil como en «Perfectos desconocidos», la peli de Álex de la Iglesia donde incita a otros a seguirle el juego. La suya son los videojuegos, el gusanillo que le metió su marido, con quien pasó por el altar en septiembre. Así que también Dafne es una recién casada feliz.

16 dic 2017 . Actualizado a las 09:32 h.

Se pone en plan exuberante y malcriada (Tierra de lobos), y lo lleva hasta las últimas consecuencias. También con la comedia (El chiringuito de Pepe) se entiende bien. Se pone en plan naíf y buena chica (Perfectos desconocidos) y conquista el papel. Cada personaje le ha ido abriendo una nueva puerta. Así que Dafne Fernández (Madrid, 1985) pide más guerra y le gustaría encarnar a una antiheroína, a una villana, a uno de esos personajes reales que existen en la vida y que no son los más ejemplares ni los más habituales en las pantallas españolas, dice la actriz de Un paso adelante, que en la nueva película de Álex de la Iglesia refleja la hipocresía que hay dentro de las parejas. Mientras, se siente una campeona por tener trabajo, amor y una familia estupenda, por ver la vida de colores porque es optimista por naturaleza, y porque empezará el año estrenando Dorien, una web serie donde hará de novia de una mujer, un thriller donde será muy envidiosa.

-En la película tú eres la que propones el juego del móvil. ¿Te gusta arrastrar en tu vida a los demás?

-Sí, me gusta sin que tenga una connotación negativa. Me gusta que la gente participe, pero no me gusta cotillear en la vida ajena porque no me interesan sus secretos. De hecho, el teléfono de mi chico no tiene contraseña y podría cogerlo en cualquier momento pero ni lo he hecho ni lo haría.

-¿Cuál es el juego más peligroso al que has jugado nunca?

-I Am the Box, en el que puedes hacer tratos con la gente y luego deshacerlos. Esa es la parte más peligrosa del juego porque la gente, cuando quiere ganar, no tiene palabra. Yo soy supercompetitiva y siempre quiero ganar, pero creo que por encima de todo está la ética y la moral. Así que este es el juego más peligroso al que he jugado porque he descubierto cosas que no sabía de los demás.

-En «Perfectos Desconocidos» todo gira en torno al móvil. ¿Tú eres muy tecnodependiente?

-Me ha tocado vivir en una sociedad donde la tecnología, las redes y el móvil están muy presentes y me tengo que llevar bien con todo esto porque también están ligadas a mi trabajo. Me toca wasapear bastante, pero no me gusta y me cansa mucho tener que contestar al instante y estar conectada las 24 horas del día. Así que intento utilizarlo lo menos posible porque la gente que te escribe te quita mucho tiempo.

-¿Ha complicado el móvil tu vida?

-Sí, a veces sí. Cuando estoy con mi pareja y estamos los dos mirando el móvil me doy cuenta de la tontería que estamos haciendo porque cuando estamos los dos solos tenemos que aprovecharlo. Hay que aprender a incorporar el móvil sin que nos perjudique, pero ahora estamos empezando a entender esto. Espero que dentro de unos años lo llevemos mejor.

-¿Y tú qué haces para desconectar?

-Lo principal para desconectar es quitarse el móvil y luego me gusta ir al cine, leer o jugar a la Play. Soy muy jugona y cada vez más.

-¿Y eso por qué?

-Porque mi marido es muy jugón y me ha metido el gusanillo en el cuerpo y la verdad es que ahora hay unos videojuegos increíbles que me tienen muy viciadilla [risas]. Con el que ahora estoy más viciada es con el Horizont de Play Station, pero también me gusta Mario Oddisey de Nintendo y los Sim, que acabo de comprarme.

-¿Pero ya tenías el gusanillo cuando eras pequeña?

-Sí, lo tenía pero con videojuegos más sencillos como los de encajar piezas. Luego se me pasó tanto que incluso odiaba a la gente que jugaba a los videojuegos y tuve varias movidas con mi chico porque jugaba mucho y yo no lo entendía. Hasta que un día me quedé mirándole jugar a un videojuego, me gustó y me enganchó.

-Otra protagonista de la película es la Luna. ¿A ti te afecta?

-Sí, pero creo que a todos. Se suele decir que a las mujeres más, pero es mentira, y aunque los chicos no tienen el ciclo de la menstruación, que es un ciclo físico, lo tienen psicológicamente. Pero no soy nada lunática.

-¿Qué te saca de quicio?

-La hipocresía y la injusticia. En mi vida no abundan, pero sí en el ambiente que se respira en la sociedad y que principalmente fomentan quienes nos gobiernan y las grandes empresas. Si tratáramos a los demás como tratamos a nuestra madre, o si nos dirigiéramos a los demás con el mismo respeto con el que nos acercamos a quienes nos importan profundamente, todo se simplificaría.

-¿Qué tal con tus compañeros de «Perfectos desconocidos»?

-Ha sido un lujo desde el primer momento. Yo tenía mucho miedo porque los actores que llevan mucho tiempo tienen sus manías, sus formas de trabajar y sus egos. Además yo era la jovencita. Pero ver a cada uno cómo se enfrenta a cada escena ha sido una clase diaria. Algunos de mis compañeros no se fueron del personaje hasta que no terminaron la película, y otros, en cambio, eran ellos y, cuando daban acción, se transformaban. Nos hemos ayudado muchísimo y he descubierto a grandes personas y grandes amigas. Las chicas fueron muy importantes en todo este rodaje tan duro porque estuvimos dos meses en el mismo decorado, como en el día de la marmota [risas].

-¿Y con Álex?

-Es un tío con mucha energía y mucho ritmo. Él ha sido como mi hombro derecho y mi hombro izquierdo. Álex ha hecho un peliculón, a su pesar, porque para él es una película que le encargó Paolo Vasile ,y por eso dice que es una putada que le haya salido tan bien (risas). Es un remake de la italiana Perfetti Sconociuti, muy buena también, pero Álex la ha mejorado y la ha abrillantado llevando a los personajes al extremo.

-En la película estás muy acaramelada con Eduardo Noriega, tu pareja. ¿A ti también te gusta mostrar constantemente tu cariño?

-Sí, pero no tanto como en la peli. Somos tres parejas y quería que se diferenciara muy bien qué tipo de pareja éramos, una pareja recién casada, nada que ver con la de Eduard Fernández y Belén Rueda que se hablan casi como amigos ni con la de Ernesto Alterio y Juan Acosta, que tienen sus diferencias pero todavía no lo han comentado. Álex de la Iglesia quería que se nos viera acaramelados todo el rato así que yo me quedé con la sensación de haber estado todo el tiempo pegada a Eduardo, pero luego no lo parece tanto.

-Llevas casada solo desde septiembre. ¿Tienes algún antídoto para evitar caer en la rutina del matrimonio?

-No sé, pero llevo años de novia con mi marido y el antídoto para que no se pierda es regar el amor todos los días, como a las plantas. Hay que estar pendiente todos los días.

-¿Qué es lo que más yuyu te da?

-Del matrimonio en sí, nada, pero en la relación sí me preocupa que se pierda la lealtad y el respeto.

-¿Tú te hubieras unido a Mario sin haber pasado por el altar?

-Sí, de hecho esa era mi idea, pero cuando me lo propuse fue lo mejor. De repente apareció ese chico que te sugiere hacer estas cosas que antes nunca te hubieras planteado. La verdad es que pensé que el matrimonio cambiaría algunas cosas en nuestra relación y no ha sido así, pero es cierto que me hace sentirme más segura. Es un paso muy importante y da mucha seguridad que lo hayamos dado.

-¿Qué es lo que no le pedirías nunca a tu pareja?

-Que por mí dejara de hacer cosas que le gustaran y que le hicieran feliz, porque al final nos iba a repercutir a ambos.

-¿Cómo llevas el factor sorpresa?

-Me encantaría que me sorprendieran, pero nunca me pilla nada de sorpresa porque siempre lo cojo al vuelo. Soy muy intuitiva y, además, cualquier cosa fuera de tono o diferente me la huelo. Así que es muy difícil sorprenderme. Pero quizás me gusta más sorprender a otros, porque se me da muy bien. Me quedo con pequeños detalles y en el momento menos esperado los uso para sorprender.

-¿Crees que las parejas de un grupo de amigos suelen competir entre ellos por ser la mejor?

-Sí, aunque no lo quieran hacer, lo hacen. Es algo que no se hace aposta. A todos nos gusta ser la mejor pareja y lo que más suelen vender es que tienen más poder adquisitivo, o que la mecha todavía está encendida, o que se organizan muy bien en casa… esas son las cosas que la gente suele decir.

-¿Te cuesta compartir secretos con tus amigos?

-No, no me cuesta guardarme mis secretos. Soy muy bocazas. No me quedo con nada nunca dentro. Pero no cuento lo que me cuentan y no me cuesta hacerlo.

-¿En la vida eres más de hablarlo todo o te ha ido mejor cuando te has callado algo?

-Yo soy de las de hablarlo todo, pero me he dado cuenta a lo largo de mi vida de que hay veces que hay que callarse, y debe haber cosas de las que nunca hablar. Hay veces que te sientes culpable por algo y lo más egoísta es contarlo y pasarle el monstruo a otra persona, pero lo tienes que solucionar tú.

-¿En qué te sientes una campeona?

-Me siento ganadora en general en mi vida, porque vivo de mi trabajo y somos muy pocos los actores que podemos hacerlo. También tengo estabilidad emocional, entonces también me siento una ganadora en eso. Además tengo una familia increíble. He pasado por épocas en las que no tenía nada de lo que te estoy diciendo, pero ahora mismo me siento muy campeona.

-¿Y en qué proyectos estás metida?

-Lo último que he grabado es una web serie para la plataforma de TVE, que se llama Dorien, y se estrenará en enero, y a raíz de esto espero que salgan más cosas. Dorien es una fotógrafa de éxito y yo soy su novia, que la quiere mucho pero también es muy envidiosa. Es un thriller dramático.

-¿Qué te ha movido siempre a la hora de ponerte a trabajar?

-Más que el personaje, me mueve la historia en general, porque es lo que más me interesa del guion. No ha habido papeles o temas que me hayan valido como hilo conductor para escoger los trabajos, porque el hilo conductor soy yo como intérprete, pero ahora me gustaría hacer otro tipo de personaje distinto a los que hacemos en España.

-¿De qué tipo?

-Aquí solemos tender a que el personaje sea un héroe, que haga el bien, que no tenga fallos en su vida; y me gustaría interpretar a alguien que a lo mejor sea mala persona y no se sienta mal por ello, incluso que fuera vulnerable, ese tipo de personaje que ni intente salvarse siempre ni intente quedar bien con el público.

-¿Hasta qué punto te tienes que desnudar interiormente cuando preparas un papel?

-Este es el proceso que más me gusta, porque es cuando busco referentes para no perder el norte. Lo primero que hago es saber quién es el personaje y crearle una vida, aunque no lo ponga en el guion, para que me ayude a la hora de interpretar. De ahí extraigo su personalidad, que es lo que intento plasmar luego.

-¿Cómo te definirías a ti misma?

-Soy una chica trabajadora, disciplinada, que ve la vida de colores y no en blanco y negro, que tiene sueños y que quiere conseguir lo que le hace feliz.

-Eres superfotogénica y yo me pregunto si tienes alguna foto mala.

-Pues yo siempre creo que salgo muy mal en las fotos, que no sé posar. Lo pienso, de verdad. Y posar me parece muy difícil. Cuando tengo que hacerme fotos hago: uff. Por eso admiro a quien lo hace bien.

-Pero tú también estás acostumbrada a hacer trabajos de moda.

-Sí, de hecho con ocho años empecé a hacer publicidad porque me gustaba el arte que eso conlleva, pero lo de estar quietecita limitando mi expresión cuando puedo tener todo el cuerpo o el movimiento como cuando hacía ballet… Por eso en mi primer cásting como actriz vi claramente que haciendo eso me sentía más cómoda.

-¿Sigues bailando?

-Yo era profesional y me tiraba diez horas. Ahora me encantaría ponerme tres horas al día en una barra de puntas, pero es imposible. Seguramente mi cuerpo volvería a acostumbrarse, pero ya solo me pongo música con el tocadiscos y me vuelvo loca, aunque no voy más allá. Uno de mis sueños recurrentes es que bailo, aunque pasé muchos dolores cuando bailaba y me dolía la espalda.

-¿Y te vamos a ver en alguna campaña de moda?

-Puede ser [risas]. Será para ser imagen de algo.